barcelona - En plena efervescencia del caso Pujol por la reprobación del Parlament al expresident, Ríos aporta en su libro novedades sobre la fortuna de quien fuera líder convergente, en palabras del periodista, “un impostor” que asoció con éxito su figura con Catalunya.
¿De qué ha servido la comisión del ‘caso Pujol’?
-Para poco, pero para constatar lo que ya sabíamos: que hay dudas razonables de que se han estado pagando comisiones ilegales en las adjudicaciones de obra pública, consentidas y auspiciadas por el expresident Jordi Pujol, y que sus hijos se han beneficiado profesional y económicamente bajo el paraguas de su padre. Y Artur Mas me cuesta creer que sea ajeno a todo esto y que no supiera nada.
¿De haberse aireado ahora el ‘caso Banca Catalana’ todo sería distinto?
-Sin duda alguna. La respuesta judicial, social y seguramente política no sería la misma. ¿A alguien se le ocurre pensar que el entonces lehendakari Garaikoetxea tuviese la mayoría de acciones del gran banco en Euskadi? Pues esto pasó con Pujol en 1982 y es inadmisible. Fue la primera vez en que la Justicia pudo actuar y es una lástima que el derecho penal no ejerciera su función de advertencia.
Los magistrados ni siquiera se leyeron el sumario al que usted sí que ha podido acceder.
-Iban con actitud predeterminada, de servilismo, utilizados dentro de la batalla política, cuando deben resolver y valorar la prueba independientemente de votar a favor o en contra.
Margarita Robles votó a favor de su procesamiento.
-Fue una de los ocho que lo hizo y explica en el libro que cuando fueron a desayunar los magistrados ya decían que ni siquiera se iban a leer el sumario. Fue algo escandaloso.
Dice usted que Pujol gestó entonces un discurso victimista.
-Administró Banca Catalana como el poder en la Generalitat, con un uso patrimonial. Convirtió aquello en una querella contra el partido, las instituciones catalanas, contra los catalanes en general. Gestó un discurso a través de los medios públicos y ante la ineficacia de la izquierda para construir un discurso alternativo.
¿Con el expolio de Banca Catalana empezó el legado de Pujol?
-El legado que dice haber recibido de su padre creo que es una pantomima que ha construido a partir de la muerte de las personas que lo administraron. Si no tiene nada que ocultar, que levante el secreto bancario de Andorra, como hizo el exalcalde de Barcelona Xavier Trias cuando se le acusó, y que diga ¡aquí están mis cuentas! Se vería en qué años se realizaron los ingresos, de dónde procedían, en qué contexto y quién los hizo. Pujol no se arruinó como miles de accionistas de Banca Catalana. Me parece más que razonable vincular el inicio de su enriquecimiento con este caso ya que entre 1974 y 1980 cobró 84 millones de pesetas en dividendos ilícitos.
¿Por qué confesó hace un año?
-Confiesa el 25 de julio porque el día 7 El Mundo sacó en portada sus cuentas en Andorra, de su esposa y cuatro hijos. A diferencia de los informes fantasma de la UDEF, por primera vez se explicaban al céntimo las cantidades de la familia allí, en qué moneda y con una concreción insólita. Pujol entiende que es el final de la escapada, que le han trincado. Algunos hijos intentan regularizar y él se anticipa sabiendo que lo han pillado. Eso de que trató de salvar a los hijos... Pujol no es tan idiota. Otra cosa es cómo acabe esto: dudo no solo de que acabe en condena, sino de que siquiera haya juicio.
¿Cómo ha llevado el expresident la ‘culpa’ durante estos meses?
-Al principio, con la confesión, pasó una época mala al sufrir el escarnio público y con el apoyo inicial del partido, que luego se ha ido desprendiendo de él porque era una piedra en el zapato. Superado el golpe, el péndulo se ha equilibrado y ha apostado por una defensa muy eficaz. Confía en que la exculpación resitúe su papel en la historia política. Pero una cosa es lo que digan los tribunales y otra que el señor que daba lecciones de esfuerzo, moralidad, sacrificio y trabajo, ha sido un defraudador fiscal a lo largo de 34 años. Por eso me recuerda a Eric Marco, el impostor del que Javier Cercas hizo un libro, que se pasó años explicando su sufrimiento en los campos de concentración nazis y era una gran mentira.
Convergència trata de olvidarlo...
-Sí, pero hay que recordar que Artur Mas fue designado en el comedor de la familia Pujol, y Mas no puede decir que Pujol no tomaba decisiones porque iba a los mítines e incluso se sentaba a su derecha en las reuniones del partido. ¡Era el patriarca!
¿Cómo explica la deriva independentista de Pujol?
-Seguramente tiene que ver con todo esto de sus cuentas. ¡Si es que fue declarado español del año por el diario ABC! Por entonces él pensaba en aquello de la pedagogía. Si el ministro Rato dijo que conocían hace años sus irregularidades es porque Pujol era entonces considerado un aliado. En el momento en que abraza el independentismo se pone en marcha la maquinaria del Estado y aparecen las grabaciones de La Camarga... etc.
El soberanismo ajeno a CDC afirma que gracias a su proceso la corrupción ha aflorado.
-Pero que no se cuelguen la medalla. Ha sido una reacción y no una consecuencia. El proceso soberanista ha estimulado los resortes del Estado para defenderse desde Madrid de la agresión independentista.
Pujol nunca hizo ostentación.
-Eso es cierto. Al contrario que sus hijos él nunca llevaba un duro en el bolsillo y había que invitarle al café. Era muy austero. Pero un impostor.
¿Cuál es su patrimonio exacto?
-Cifras concretas es difícil. Primero, los 84 millones de pesetas en dividendos ilícitos; luego hay centenares de millones de créditos de los que ellos se beneficiaron en condiciones ventajosas, informes del Banco de España a raíz de la contabilidad intervenida a Banca Catalana que nadie ha discutido nunca; Pujol, su hermana y su madre pagaron 22 millones de pesetas del impuesto de sucesiones con el dinero de acciones de Banca Catalana compradas a una sociedad instrumental; Pujol y su familia recibieron centenares de millones de pesetas en préstamos que nadie discutió...
Él acusó de la querella al PSOE.
-Y no es verdad que el PSOE estuviera pringado. El ministro de Justicia de la época, Fernando Ledesma, no veía con buenos ojos la querella, el fiscal general Luis Burón dimitió, y hasta Felipe González le advirtió a Pujol de que no veía bien la querella, pero él fue hábil culpándoles.
¿Quién lo sabe todo?
-Su asesor fiscal, Sánchez Carreté, y su cuñado, Francesc Cabana, pero no hablarán nunca.
¿Se acabó el ‘mito Pujol’?
-Se desmoronó por completo aunque haya parte de la sociedad que lo vea como un pecado de juventud. Aunque la exculpación le resarza, su sitio en los libros está emborronado.
¿Y la ‘omertá’, la ley del silencio, por ejemplo, con el famoso 3%?
-Es un poco un tópico en Catalunya. La Fiscalía ha intentado perseguir los casos de forma contundente, pero hay que denunciarlos con pruebas. El 3% lo dijo Maragall pero nadie le metió mano, empezando por el tripartito.