en un reciente escrito publicado bajo el título Amnistia eta Askatasuna, Filipe Bidart matiza su postura para aclarar ahora que no se trata de plantear sólo la amnistía como solución, que también son válidas las vías jurídicas como hicieron precisamente los presos de Iparretarrak. El problema es que de esto último no se dice nada en la propuesta del grupo de 93 expresos por la amnistía en el que se encuentra el propio Filipe. Sólo se dice: “?tenemos el deber de conseguir la libertad sin condiciones y con dignidad, sin arrodillarse ante nadie, y el camino para conseguir es la amnistía”.
Es acertado, en este caso, poner el ejemplo de los presos de Iparretarrak que, aunque reivindican la amnistía, salieron en libertad condicional cumpliendo los requisitos de la legislación francesa. No es una cuestión de dignidad ni de arrodillarse ante nadie. Vuestra actitud no fue ni más ni menos digna que la de otros muchos presos y refugiados que durante estos 38 últimos años dieron esos pasos para recobrar su libertad. El problema es que esas posibilidades no se aceptan en la línea oficial de la Izquierda Abertzale, lo que supone el cumplimiento íntegro de las condenas en prisión.
En Iparralde, hace años que terminó la lucha armada, que desapareció IK, y sus militantes salieron de prisión en libertad condicional. El problema es que si esos mismos pasos que disteis vosotros los hubierais dado estando en cárceles españolas os hubieran expulsado del Colectivo, os hubieran tratado de indignos, de hacer el juego al enemigo, de perjudicar al resto de los presos, etc. Incluso muchos de los que ahora firman con vosotros ese escrito os hubieran dejado de hablar. Porque incluso a día de hoy los pasos que vosotros disteis aún no se asumen ni se toleran en el Colectivo. Y, ante eso, como ha ocurrido con muchos presos durante estos 38 años, probablemente, hubieseis seguido en prisión para evitar problemas con vuestro propio entorno. A Yoyes, por mantener una actitud más digna y más coherente de la que entonces manteníamos todos nosotros, le quitamos la vida.
No sirve de nada seguir aferrados a unos eslóganes que nada tienen que ver con la realidad actual. No tiene sentido seguir diciendo que tiene que haber una solución política del conflicto para que salgan los presos vía una amnistía. Porque eso está fuera de la realidad. En las elecciones de 1977 nos dejamos la voz gritando “sin amnistía y sin libertad no votamos”. No se participaba en la instituciones porque suponía legitimarlas. Menos mal que no nos estancamos en aquellos eslóganes. Hubo sensatez para hacer política, la sensatez que falta al hablar de los presos.
Por otro lado, no vale como ejemplo que políticos de todos los partidos de Iparralde firmen una petición de amnistía pues en ese aspecto la situación de Iparralde no es la de Hegoalde. Aquí no lo harán. Las diferencias son enormes y evidentes. Allí no se “socializó el sufrimiento” ni hubo tantos muertos.
Antes, se hablaba del conflicto político desde la perspectiva de la lucha armada, de solución negociada del conflicto que incluía la salida de los presos. Ahora, todo ha cambiado. El empeño de algunos en insistir en el desastre y arrasar con todas las posibilidades nos trajo a la situación actual. Se terminaron los procesos de negociación, se terminaron los procesos de paz. Y esto no se arregla “vistiendo ideológicamente al pueblo” como se propone desde ese sector, pues el pueblo, las personas, ni quieren ni necesitan de esos vestidos. Conflictos políticos y sociales seguirá habiendo pero se intentarán solucionar mediante la actividad política.
De lo que ahora se trata es de cerrar una etapa de mucho sufrimiento. Una etapa que la inmensa mayoría de nuestro pueblo la da por terminada, que la vive como algo del pasado de lo que mejor ni hablar. Y corremos el riesgo de que las preocupaciones que afectan a presos y a víctimas se vayan viviendo como algo cada vez más marginal que les afecta sólo a ellos.
Para que esto no ocurra, en Hegoalde, lo urgente, lo necesario, lo imprescindible ahora es afrontar el tema de la convivencia. Eso es posible y no significa renunciar a las ideas políticas. En un reciente acto de recuerdo, Sara Buesa decía: “Yo, que soy víctima de ETA, no tengo ningún problema en decir que el GAL estuvo mal, que nunca debería haber sucedido y que causó un daño injusto e irreparable que debe ser reconocido. Personalmente no quiero que nadie se flagele ni se arrodille ante mí. La culpa no me interesa. Me interesa la responsabilidad, la responsabilidad que lleva a la acción, a desatar caminos, reconocer y reparar errores”.
La Izquierda Abertzale tiene que afrontar estas reflexiones pues mientras no lo haga está dejando toda la carga de la responsabilidad en los presos.