PARÍS - El más de un centenar de firmantes del Manifiesto por la Paz en Euskal Herria, presentado ayer en la Asamblea Nacional de París, reclama a ETA que prosiga con su desarme, se suma a la “petición de la comunidad internacional de que los Estados español y francés se impliquen en este proceso”, reivindicó el final de la dispersión de los reos y la puesta en libertad de los gravemente enfermos, y tomar las medidas necesarias para garantizar la asistencia y el reconocimiento de todas las víctimas y sufrimientos.
El texto fue leído en la Cámara baja del Estado francés por el magistrado de la Corte de Apelación de Versalles Serge Portelli durante una jornada que sirvió de debate de los aspectos pendientes tras el anuncio de ETA hace cuatro años de cese definitivo de su actividad armada. El documento, disponible en la web bakebidea.com, ha sido apoyado entre otros por el exprimer ministro galo y mentor de Manuel Valls, Michel Rocard; accionista de referencia y presidente del consejo de supervisión del diario Libération, Bruno Ledoux; el exministro de Exteriores Bernard Kouchner; alcaldes de Iparralde como el de Biarritz, Michel Veunac, y el de Baiona, Jean-René Etchegaray; diputados, senadores y eurodiputados galos, entre otros.
Tras los cinco puntos de la Declaración de Aiete de octubre de 2011, la Declaración de París se ciñó a los compromisos que quedan pendientes una vez ETA declaró aquellos días el cese definitivo de su actividad armada. Así, quedan al margen el primer punto, donde Kofi Annan, Bertie Ahern, Pierre Joxe, Gerry Adams, Gro Harlem Brundtland y Jonathan Powell reclamaron a la organización armada que pusiera fin a su actividad armada y el cuarto, en el que solicitaron a los agentes no violentos “reunirse y discutir cuestiones políticas así como otras relacionadas al respecto, con consulta a la ciudadanía, lo cual podría contribuir a una nueva era sin conflicto”.
En la cita de ayer, auspiciada por Bake Bidea -asociación de Iparralde impulsora del Foro Social junto a la extinta Lokarri- y que contrastó con otra sobre distintas víctimas prohibida hace dos semanas en el Congreso español, se encontraron políticos de Iparralde, miembros del Grupo Internacional de Contacto (GIC), damnificados de ETA y del GAL, expresos y dos de los seis firmantes de la Declaración de Aiete.
La convivencia Durante la mañana hubo al menos tres “indispensables”, a entender de los ponentes y que luego se trasladaron al Manifiesto. El reconocimiento del sufrimiento de todas las víctimas la situación penitenciaria, y la implicación de los Estados en el desarme -en palabras del exsecretario general de la Interpol Ray Kendall- y en el propio proceso. “La cuestión de la paz en el País Vasco afecta a Francia”, arrancó Joxe, que aseguró que quedan dos cuestiones que resolver: “los hombres y las armas”. En esta línea, consideró que puede ser “un elemento esencial” avanzar en la cuestión de los presos “para consolidar la paz”.
Axun Lasa, hermana de Joxean, asesinado por los GAL, explicó su dolor y su participación en experiencias como Glencree y en aquellas que buscan el reconocimiento de todos los damnificados: “Las víctimas de ETA han sido aceptadas, pero es hora de que otras víctimas seamos reconocidas”. Junto a ella compareció Robert Manrique, que aseguró no entender “por qué las víctimas de los GAL no ha tenido el mismo reconocimiento que las de ETA”. El expresidente de la asociación de víctimas de Catalunya advirtió de que “no estamos todos. Faltan los mil muertos”.
Víctima del atentado de ETA en el supermercado de Hipercor en 1987, también trasladó a la audiencia de unas 300 personas, entre ellas muchos electos de Iparralde, cómo se encontró con uno de los miembros del comando que puso aquella bomba. Ambas intervenciones, inusuales en una capital como la parisina, que ha sufrido mucho menos que Madrid la violencia de ETA, fueron reconocidas y muy aplaudidas.
Tras este primer panel en el que el tema central fue la convivencia, se abrió una segunda mesa que se centró en la cuestión penitenciaria, donde el expreso Gabi Mouesca denunció “la represión” contra los colectivos de abogados y médicos y reafirmó la voluntad del Colectivo de Presos EPPK de continuar con el proceso de pacificación. El abogado sudafricano e impulsor del GIC Brian Currin, con el ejemplo de Irlanda del Norte -desde donde acudió el exmiembro del IRA y miembro de la Ejecutiva del Sinn Fèin Gerry Kelly-, propuso la creación de una comisión independiente que decida sobre el caso de cada preso. Especificó que él no defendía la puesta en libertad de todos los presos, puesto que sus víctimas tienen el derecho a la justicia, si bien llamó a revisar la situación penitenciaria.
La última palabra de la jornada, de la que el Gobierno socialista francés se desvinculó según dijo a Europa Press, aunque tampoco puso trabas -de hecho, entre el público se encontraban algunos cargos intermedios del Ejecutivo-, corrió a cargo del segundo de los firmantes de Aiete presente en la sala Víctor Hugo de la Asamblea Nacional, Bertie Ahern. Para el exprimer ministro irlandés, la resolución del desarme -entendido como destrucción y no mera entrega de armas- y de los presos es clave.
Fue una idea que estuvo presente en la intervención de Ahern, en ambos paneles, y también en la introducción y en el cierre, la interpelación directa a ambos estados, tanto para contribuir al desarme ordenado de ETA, como para abordar el futuro de los presos -en referencia concreta a la dispersión y a los enfermos-, así como para que ambos gobiernos se impliquen en el final de ETA. “La sordera de los dos estados tras cuatro años desde la Conferencia de Aiete es inaceptable”, clamó el centrista Jean-Jacques Lasserre. El conservador Max Brisson (UMP) aseguró que “la cuestión de las armas y de los presos no pueden resolverse sin la involucración del Estado francés. El País Vasco merece una solución política, el diálogo debe llevar a una paz duradera”.
Los cargos políticos que intervinieron durante la jornada reclamaron, de una u otra manera, la implicación del Gobierno francés en el final de ETA, una petición que salvo un distanciamiento de François Hollande y Manuel Valls con respecto a La Moncloa, no parece factible a corto plazo. Aun así, uno de los objetivos de ayer era trasladar “los problemas” pendientes vinculados con el final de ETA y explicar a la opinión pública gala, como hizo Joxe, que “la paz en el País Vasco afecta a Francia”.