baltimore - La violencia y los disturbios que sacudieron el lunes la ciudad de Baltimore (Maryland, EEUU), a raíz de la muerte de un joven afroamericano bajo custodia policial, se tornaron ayer en marchas más pacíficas pero cargadas de tensión entre la comunidad negra y las fuerzas del orden.
Tras una noche de incendios y saqueos de tiendas y todo tipo de establecimientos, el estado de emergencia decretado en la ciudad, con el despliegue consiguiente de miles de agentes de policía y miembros de la Guardia Nacional, ha rebajado los niveles de violencia, aunque todavía está por ver cómo reacciona la población durante la noche.
El capitán de la Policía de Baltimore, John Kowalczkyk, informó de que los disturbios causaron un total de 20 agentes heridos, uno de ellos en estado crítico por su intervención en un edificio en llamas, mientras ayer se produjeron 20 nuevos arrestos de adultos y otros cinco de jóvenes.
“Se trata de un centenar de situaciones diferentes y tenemos que hacer todo lo posible para que la ciudad esté segura”, explicó en rueda de prensa Kowalczkyk, al indicar que durante la noche los ciudadanos deben seguir las instrucciones de las autoridades.
La alcaldesa de Baltimore, la demócrata Stephanie Rawlings-Blake, declaró un toque de queda en la ciudad a partir de las 10 de la noche de hoy hasta las cinco de la madrugada y que, salvo nuevo aviso, se repetirá durante una semana entera.
Después de días de protestas pacíficas por la muerte del joven Freddie Gray, quien falleció bajo arresto tras un fuerte golpe en la espina dorsal y no recibir asistencia médica, el caos se desató el lunes tras su funeral, cuando cientos de adolescentes empezaron a arrojar piedras, ladrillos y botellas a los agentes.
Los graves disturbios provocaron el arresto de 34 jóvenes y otros 202 adultos, 144 coches y 15 inmuebles quemados, lo que ha sumido a la ciudad, con dos tercios de población negra, en un estado de emergencia vigilado por miles de agentes del orden. Además, se saldaron con 15 policías heridos.
El comisario de la Policía de Baltimore, Anthony Batts, atribuyó los altercados a “estudiantes de secundaria”, que asaltaron negocios, provocaron incendios e hirieron a 15 policías, seis de los cuales están en situación de gravedad.
El gobernador de Maryland, Larry Hogan, visitó ayer a los agentes heridos y los barrios afectados por los disturbios, y quiso dejar claro que la ciudad está bajo control y que la violencia “no volverá a repetirse”.
Para ello, el toque de queda decretado el lunes en la ciudad se mantendrá toda la semana entre las 10 de la noche y las 5 de la mañana.
Baltimore, una ciudad donde dos tercios de la población son negros, trata hoy de recuperarse de los disturbios, pero la situación dista mucho de ser normal: las escuelas están cerradas y hay un gran despliegue policial en las calles.
Los familiares del joven fallecido, líderes religiosos y comunitarios y las autoridades llamaron a mantener el carácter pacífico que tuvieron las protestas hasta el lunes y evitar la violencia.
Ante estas circunstancias, nadie puede evitar las comparaciones con lo sucedido el pasado agosto en la localidad de Ferguson, en el estado de Misuri, cuando otro joven negro y desarmado murió por los disparos que le infligió un agente del orden.
Desde aquella situación, que desató la ira de la comunidad afroamericana en el municipio, varios hombres negros han muerto en circunstancias cuestionables cuando estaban bajo control policial y el país es cada vez más sensible a estos hechos.
Obama llama al país a hacer un examen de conciencia. Ante los disturbios, Obama consideró que las denuncias de violencia policial contra ciudadanos negros plantean “preguntas preocupantes” y llamó al país a hacer un “examen de conciencia” no sólo sobre la policía, sino sobre las causas de la criminalidad entre jóvenes.
Se necesitaron 5.000 agentes más. La Guardia Nacional de Maryland (EEUU) pidió ayer hasta 5.000 agentes más y la Policía estatal otros 500 agentes adicionales para controlar las protestas violentas en Baltimore.
El presidente de EEUU condenó los actos delictivos y subrayó que no se trata de “protestas”, sino de “un puñado de gente que se aprovecha de una situación por sus propios motivos y tienen que ser tratados como criminales”.