La hazaña no ha sido pequeña, aunque a favor de Podemos y Ciudadanos haya jugado no sólo la ilusión de votar a lo nuevo, sino también el cansancio de los ciudadanos y el desgaste de un bipartidismo instalado en el país desde hace décadas.
Y esos dos ingredientes son los mismos que ambos partidos intentarán rentabilizar en lo que queda de año de cara a las elecciones municipales y autonómicas de mayo, las catalanas anunciadas para septiembre y las generales de noviembre, sabiendo, eso sí, que extrapolar los resultados de unas elecciones andaluzas no ha funcionado siempre en España.
El de Podemos ha sido un resultado muy a tener en cuenta, pese a que el partido de Pablo Iglesias había despertado tantas expectativas con su ambición de "salir a ganar" que ahora 15 escaños en el Parlamento andaluz pueden parecer hasta un mal dato sin serlo.
Pero lo que Podemos ha demostrado es que tiene un apoyo muy considerable y que los cinco eurodiputados que consiguió en las últimas europeas no fueron flor de un día.
No es nada desdeñable que un partido con sólo un año de vida y con estructuras aún no consolidadas en un territorio que a priori no era para ellos el más favorable, haya sido capaz de arañar buena parte del voto de izquierdas aunque no haya sido tanto como esperaban.
"El cambio hoy no es cuantitativo, es también cualitativo", ha sido la lectura de la dirección de Podemos, en palabras de su secretario de Organización, Sergio Pascual.
Las últimas encuestas tampoco se equivocaban al apuntar el ascenso del partido Ciudadanos y su líder, Albert Rivera, que ha logrado pasar de su única implantación en Cataluña a tener 9 escaños en el Parlamento andaluz que pueden darle incluso la llave de la gobernabilidad.
Ciudadanos ha multiplicado también los apoyos que tuvo en las elecciones europeas y hoy se ve como la sorpresa y la "esperanza de la gente" que quiere un cambio, pero "un cambio sensato", según sus dirigentes.
De un modo u otro, la primera batalla de ese cambio se ha librado ya en Andalucía.