madrid - La onomatopeya que Pablo Iglesias acuñó para recordar a Mariano Rajoy que su tiempo de gobernanza expira, el famoso tictac, pasará el primer examen en Andalucía, donde ayer arrancó una campaña electoral que culminará el 22 de marzo, día en que las urnas testarán por dónde puede discurrir el tablero en las municipales del próximo 24 de mayo y en los comicios generales que previsiblemente se celebrarán en noviembre. O lo que es igual, los resultados serán una señal de cuánto daño puede sufrir el bipartidismo, el desgaste del PP a cuenta de la legislatura de los recortes y la brecha en un PSOE asediado por los casos de corrupción con origen en la Junta; amén de calibrar el verdadero impacto de los partidos emergentes, Podemos y Ciudadanos; así como la erosión de Izquierda Unida, con quien la presidenta andaluza Susana Díaz rompió además su coalición al frente del Ejecutivo. Los vaticinios apuntan a una fragmentación y necesidad de pactos con alcance no solo en el feudo andaluz sino en todos los escenarios del Estado.

Ese cariz expansivo de la cita provoca que la mayoría de los líderes de las distintas formaciones hayan decidido volcarse en coger carretera y manta con dirección al sur, especialmente el presidente español, enfrascado en una intensa actividad para respaldar al candidato del PP, Juan Manuel Moreno Bonilla, gran desconocido incluso para la propia ciudadanía andaluza, más aún cuando su antecesor en la palestra, Javier Arenas, fue todo un santo y seña de los gobiernos de José María Aznar. El desplome que auguran las encuestas para la filial de Génova ha obligado a Rajoy a realizar hasta el pasado domingo su tercera visita a tierras andaluzas desde que Díaz optara por el adelanto electoral, consciente de que una debacle sin paliativos en la comunidad más poblada a nivel estatal -en 2012 el PP obtuvo el 40,7% de los votos, un 1,2% más que el PSOE aunque ello no le permitió hacerse con el poder- minaría sus perspectivas, la moral y hasta la credibilidad en los futuros envites, por lo que todavía hay fijados otros cuatro o cinco desplazamientos más en las dos próximas semanas, apuntalando a su candidato en un par de actos centrales, ante el temor añadido de que Ciudadanos, pese a que la cabeza visible sea su máximo dirigente, Albert Rivera, ahonde en la sangría de sufragios de los populares.

Con todo no soplan buenos vientos para Moreno. Después de que un reciente estudio, del CIS le situara apenas con el 25,7% de voto, una pérdida cercana al 40% respecto a hace tres años; las diferencias internas resquebrajan su candidatura: desde la tardanza de Rajoy a, por fin, nombrar aspirantes tanto en Valencia como en Madrid, donde la polémica rodea al presidente Ignacio González, a una reciente broma gestada por el Gobierno extremeño que encabeza su compañero de filas, José Antonio Monago, una tira animada en clave política que retrata al votante tradicional andaluz como un parado defensor de las políticas de izquierdas, frente al extremeño, proclive al PP y “más emprendedor y abierto” gracias a su gestión. Contenido del vídeo que ha disgustado tanto a Moreno que le ha llevado a advertir a su colega que “Andalucía no está para bromas sino para salir de los gravísimos problemas que tiene”. No es de extrañar que Rajoy se haya tenido que lanzar a prometer 575.000 puestos de trabajo.

sánchez, menos visible Susana Díaz no necesita tanto de Pedro Sánchez, con quien coincidirá únicamente en dos mítines. Primero, porque los estudios de opinión le sonríen otorgándole el triunfo, aunque no por mayoría absoluta; segundo, porque sus discrepancias con el secretario general se han ido ensanchando con el paso de los meses sabedora la presidenta de que, de salir más que airosa de este trance, podría incluso disputarle a su líder las primarias a aspirante a La Moncloa. La líder del socialismo andaluz, principal granero de votos para Ferraz y decisivo para reinar en Madrid, se afana en reunirse con distintos sectores de la sociedad, recorrer las calles de los pequeños y medianos municipios que concentran el perenne apoyo al partido, y en centrar el debate en su comunidad evitando cualquier polémica de alcance estatal. Y eso que la ola del debate de política general, donde Sánchez salió mucho más resuelto de lo previsto al propiciar que Rajoy acabara fuera de sus casillas, también le sirve a Díaz para subirse al carro del optimismo dentro de unas siglas sacudidas por las derrotas y la depresión.

En este contexto, la presidenta andaluza está obligada a corroborar el 22-M una talla política que de momento le otorgan las encuestas, muchos dirigentes del PSOE y un buen número de empresarios y banqueros. Si alcanzara la mayoría absoluta -el CIS le deja a once escaños de esa posibilidad-, la jugada le saldrá redonda, pues podrá gobernar en solitario, desembarazándose de sus socios de IU y saltándose a Podemos, el previsible relevo en la coalición, al tiempo que se multiplicarían las presiones para erigirla en cabeza de cartel en las generales, o propulsando ella una aspirante -los rumores señalan a Carme Chacón-. Incluso no firmando los 55 escaños no se descarta esta última variable si va acompañada de un estropicio popular.

La forma en que Sánchez se desembarazó de Tomás Gómez para propulsar en Madrid a Ángel Gabilondo no sentó nada bien en el Palacio de San Telmo y aún recuerdan que fue gracias al respaldo de la federación andaluza cómo el hoy líder del PSOE se impuso en las primarias a Eduardo Madina. Ferraz alude sin embargo a los supuestos comentarios de Díaz sobre la “falta de capacidad” de Sánchez para rescatar al partido de las mazmorras. Desde el inicio de la democracia no ha existido otro gobierno que el socialista en Andalucía, y ni siquiera la imputación de los expresidentes José Antonio Griñán y Manuel Chaves en el caso de los ERE, o tramas como la de los cursos de formación, se intuyen suficientes para virar el rumbo a la derecha.

Los comicios serán la primera prueba de fuego real para Podemos, donde la gente votará consciente de que ya se juega cosas, y aunque los sondeos -el antes citado le concede un 19,2% de voto, por el 34,7% del PSOE- revelan que su grado de penetración no es tan elevado como en otros territorios por la idiosincrasia de Andalucía, a priori sería una sociedad cuyo retrato robot se ciñe precisamente al perfil de emergencia social que proclama el partido de Iglesias, abanderado aquí por Teresa Rodríguez, representante, eso sí, del sector crítico con la dirección central. “El 22-M se comprobará si Podemos liquida a IU, cuánto le quita al PSOE, y si recoge voto del sector urbano, rural, joven, desencantado, o es transversal”, razonan. Y es que el voto andaluz acostumbra a ser conservador de izquierdas, cautivo del socialismo, de las redes clientelares de 35 años de gobierno, e idealizado en la figura política de Felipe González, con quien en 1982 se profundizó en el otro gran cambio. También hay quienes afirman que Podemos será más “plano” en esta cita porque a Iglesias no le interesa la fotografía posterior de servir de muleta al PSOE, o de permitir el paso al PP. El caso Monedero será otro de los elementos a sojuzgar.

¿la esquela de iu? De lo que le suceda dependerá bastante el futuro de IU, cuyo candidato, Antonio Maíllo, tendrá que arremangarse para que no desaparezca del mapa una fuerza con tradición en Andalucía, ya que podría condenar al partido a la disolución, y a que feneciera toda opción de Alberto Garzón, aspirante al Ejecutivo español, de obtener un buen dato. Las revueltas en Madrid y las diferencias entre los renovadores que buscan acercarse a Podemos y aquellos que desean conservar siglas y mando en plaza no se lo ponen fácil.

En el otro extremo, las elecciones pillan a Ciudadanos en plena ascensión a la cumbre, sobre todo por el centroderecha, como revela el 6,4%% que le otorga el CIS, en consonancia con su raudo crecimiento estatal, pese a que el cabeza de lista, Juan Marín, no aporte ni de lejos el voto de su máximo líder, Rivera, quien espera que no le pase factura su desagradable metáfora sobre enseñar a pescar a los andaluces. Lo que puede ratificar esta cita es el principio de defunción anunciado para UPyD, donde los críticos no dejan de enseñarle la puerta de salida a Rosa Díez. La primera valla puede enseñar el camino.

¿Mayoría absoluta? Un triunfo semejante serviría a Susana Díaz para optar con todas las de la ley a las primarias a la Moncloa frente a Pedro Sánchez. De vencer en minoría y no poder reeditar el pacto con IU, no parece que haya disposición a pactar con el PP, aunque la coalición con Podemos tampoco es fácil.

El sucesor de Arenas. Si el exministro tenía colgada la etiqueta de perdedor, porque de nada le valió siquiera superar al PSOE en 2012, el actual candidato, Juan Manuel Moreno, está derrotado de antemano. Primero, por las encuestas; pero, sobre todo, porque se trata de una gran desconocido entre los andaluces.

Cielo e infierno. Ciudadanos puede dar el primer gran golpe enterrando de paso a UPyD, algo semejante a lo que Podemos puede hacer con IU, aunque Andalucía no parece su feudo más fértil.