barcelona - Ante los obstáculos interpuestos por el Estado para impedir una consulta independentista en Catalunya, el president Artur Mas convocó un adelanto electoral para el 27 de septiembre que vendría a sustituir de algún modo ese referéndum. Si ganaran los soberanistas, se pondrían en marcha las estructuras de un eventual Estado catalán. Pero no han llegado a un acuerdo para presentarse en coalición, principalmente por la negativa de ERC, y tampoco han avanzado en una hoja de ruta única a favor de la independencia. El problema estriba en que presentarse por separado parece haber enfriado las relaciones entre los partidos y ha desencadenado rifirrafes sonados entre CiU y ERC, como sucedió después de que los republicanos forzaran la comparecencia de Mas en la comisión antifraude del Parlament. Tampoco está claro el futuro dentro de CiU, porque el líder de Unió, Josep Antoni Duran i Lleida, no quiere presentarse con un programa independentista y cada vez lo dice con menor empacho. Mientras tanto, el proceso parece languidecer y las pocas noticias que trascienden reflejan más desencuentros que acuerdos. La Asamblea Nacional Catalana, la plataforma que ha liderado la movilización ciudadana a favor del proceso, ha dado un aldabonazo y ha avisado de que, si los soberanistas no acuerdan un programa común, se presentará a las elecciones como último recurso. El ultimátum vence en junio.

“Si a finales de junio los partidos no se ponen de acuerdo, lo miraremos. Si la ANC tiene que hacer una candidatura, significará que vamos fatal, que los partidos no se han puesto de acuerdo”, recalcó su presidenta Carme Forcadell. En teoría, salvo que ese paso sirviera para arrastrar a CiU y ERC y terminar forjando una candidatura de país -hipótesis muy improbable-, esa plancha competiría con las otras candidaturas soberanistas, podría dispersar más el voto y proyectar una imagen de división. Ese desenlace sería letal para unas elecciones que se prevén muy complicadas por la irrupción de Podemos y donde los independentistas deben lograr mayoría absoluta para tener legitimidad y activar las estructuras de Estado. Esa mayoría son 68 escaños y ahora CiU y ERC tienen 71. El margen es tan estrecho que cualquier oscilación puede dar al traste con el proceso. Aunque la también independentista CUP podría ayudarles a sumar, no valdría computar mayoría con partidarios del derecho a decidir como Podemos, porque en este caso se dirime directamente si se emprende la vía hacia la independencia, y Podemos se opone a la secesión.

Consciente de lo arriesgado de la maniobra, la ANC se cuida de matizar que solo se presentaría como último recurso si los soberanistas no acuerdan un programa. Por ahora, parece más una maniobra de presión, un toque de atención para impulsar el proceso. Pero, si verdaderamente diera el paso, podría hacerlo con intención de arrastrar a CiU y ERC a esa lista de país, y no de dividir. Lo que sí evidenció la propuesta de ANC es que el impasse del proceso es real, algo que tampoco niega CiU.

Ayer confluyeron varias declaraciones que apuntan a un enfriamiento. Por un lado, la reunión del Pacte Nacional pel Dret a Decidir -que congregó a los partidos, sindicatos y asociaciones a favor del proceso, entre ellos la ANC, Òmnium Cultural y el president- solo pudo sellar una declaración genérica que pide participar en las elecciones y las define como “una convocatoria que está manteniendo el derecho a decidir”, porque no hay unidad sobre el carácter plebiscitario de los comicios. Al menos tres de los presentes en la cita, ICV, CCOO y Moviment Laic, son partidarios de celebrar un referéndum explícito y no creen que unas elecciones puedan suplantar una consulta. En un gesto elocuente tras el encuentro, Artur Mas se limitó a asegurar había ido “bien”.

Pero los distintos puntos de vista no procederían solo de ICV, sino que anidarían dentro del propio bloque soberanista. La CUP no acudió al encuentro porque está redactando su propia hoja de ruta y no volverá hasta tenerla acabada, aunque sigue manteniendo su apoyo al Pacte, y la plataforma política de Duran i Lleida, Construïm, se registró ayer como partido.

el partido de duran Se desconoce qué recorrido tendrá el partido. Duran descartó romper CiU en puertas de las municipales de mayo porque sería un suicidio, pero no está claro que vayan a preservar su unidad ante el 27-S: avisó de que no podría presentarse a los comicios con un programa a favor de la independencia. Como dato, Construïm se registró ayer, precisamente veinticuatro horas antes de que Convergència arranque hoy su refundación a favor de la secesión en el Consell Nacional. El coordinador de CDC, Josep Rull, aseguró en Catalunya Ràdio que el plan pasa por refundar el partido con el objetivo político de la independencia, de manera que la candidatura para el 27-S incorporara en su programa “independencia o Estado independiente”. Añadió que le “gustaría” que esa candidatura “también sea la de Unió”.

En ese complejo contexto, distintas informaciones apuntaron que el jueves a la noche la ANC aprobó una ponencia que no descarta concurrir a las elecciones. Forcadell matizó ayer que la entidad “casi ni contempla” ir a los comicios y que solo se lo plantearía si los soberanistas no acordaran una hoja de ruta común para aplicar tras las elecciones. Según dijo, su propuesta se ha entendido al revés: la prioridad pasaría por que ANC se mantenga al margen de las elecciones, y solo daría el paso si no hubiera acuerdo entre los soberanistas.

Convergència no niega el impasse. Rull opinó que “este enfriamiento no se habría producido con una candidatura unitaria”. “Pero seremos capaces de recalentarlo”, dijo. A su juicio, hay margen para acordar una hoja de ruta común, y cree que sería un error que la ANC se presentara porque fragmentaría aún más el soberanismo: “Rajoy aplaudiría con las orejas”.