Bilbao - Los obispos de Hegoalde instan a ETA y en general a los causantes del dolor y sufrimiento en razón de la violencia a pedir perdón y reconocer la culpa por el daño injusto generado por su actividad violenta. El texto ha sido firmado por el prelado de Bilbao, Mario Iceta; el de Donostia, José Ignacio Munilla; el de Gasteiz, Miguel Asurmendi; el arzobispo de Iruñea y obispo de Tudela, Francisco Pérez; y el obispo auxiliar de Iruñea y Tudela, Juan Antonio Aznárez, para ser presentado a las comunidades cristianas en las eucaristías de este Miércoles de Ceniza, inicio de la Cuaresma.

El emplazamiento de los mitrados vascos llega en un momento en que desde los agentes sociales y políticos se apela, sobre todo a ETA aunque también a algunas organizaciones e instituciones públicas en la parte que les toca, al reconocimiento del daño injusto causado durante décadas de actividad armada y violenta. Así, la pastoral emplaza a pedir perdón, a reconocer “la culpa” y a reconciliarse después de “la sangre derramada injustamente” en la historia “reciente”.

En el apartado sobre la convivencia social, la encíclica apunta que “la misericordia posibilita la reconstrucción de una vida rota” y la reconciliación “con el hermano al que hemos ofendido o dañado”. Además, asegura que el “reconocimiento de la culpa es un elemento clave para el comienzo de la propia sanación”. A su juicio, “en este delicado camino, es necesario el acompañamiento y la pedagogía que ayuden a reconocer, a reparar en la medida de lo posible el daño causado y a abordar la sanación de las secuelas físicas, psíquicas, espirituales y sociales que la violencia ha generado”.

La pastoral se hace eco de los testimonios “heroicos” de perdón y de reconciliación que ya se han producido y desliza que hay otros que “permanecen oculto a los medios de comunicación y a la opinión pública”. Tras reseñar que es comprensible que a algunas víctimas del terrorismo les resulte difícil “acoger la exhortación al perdón y a la reconciliación”, entre otras cosas porque piensan que se puede ignorar su dolor o que se pierde la memoria de lo ocurrido, los prelados apelan a la generosidad cuando haya testimonios que “se perdonan mutuamente, que intentan reparar el daño causado y, tras la ofensa, quieren volver a caminar juntas”. Subraya la carta que de ese modo, esas víctimas “profundamente heridas” por la historia de la violencia, también se encontrarán “ante una luz que atrae y que llena de esperanza”.

En lo social, la Carta Pastoral destaca que la dignidad del trabajo es “un bien antropológico fundamental” y subraya que éste, junto a las necesidades fundamentales de alimentación, vivienda, educación y sanidad”, es “un aspecto fundamental para el desarrollo de la persona, la vida familiar y su integración en la sociedad”.