La complicada coyuntura económica europea ha tenido muchas consecuencias y de las peores son aquellas que han dado en la línea de flotación de los valores y la confianza en la colectividad y en el liderazgo político.
Menos mal que aún hay gente con los pies en el suelo, como el amable taxista que me llevó hace unos días. Su análisis, breve y certero, definió la situación que atravesamos mucho mejor que sesudos estudios de pretendido alto nivel. Con pena de que ese día no hubiera atasco en Bilbao tuve la suerte de escuchar a un ciudadano delimitar perfectamente los despropósitos de la actualidad estatal, marcada por la corrupción del PP, y la consiguiente descalificación del sistema democrático. Me hizo recordar una frase de Ramón LLul -poeta, místico y literato catalán del siglo XIII- que, a mi modo de ver, refleja bien el disgusto general y los deseos de cambio: quien sirve a señor malo se acostumbra al mal y pierde el tiempo. Pronto las elecciones generales nos darán la oportunidad de dejar atrás al de los recortes y a su caterva de ultraderechistas.
Otra cosa es Euskadi, donde, aun siendo muy distinta la situación, tenemos unos cuantos asuntos serios a resolver. Se acabaron los tiempos del proclamo en voz alta la libertad de pensamiento y muera el que no piense como yo (Voltaire) y, aunque ETA se empeñe en imponer su presencia de vez en cuando a golpe de comunicados, la sociedad vasca ni se acuerda de su existencia. A estas alturas atizarle al PNV como causante de todos los males demuestra una infantilidad que no resiste el mínimo análisis político. Confío en que el mundo de Sortu sepa hacer la necesaria apuesta de país en clave nacional: alejándose de esas tonterías y colocando el problema dónde realmente está, sin buscar enemigos que no lo son. La sociedad vasca quiere un compromiso serio y leal de ambos partidos, en la única alianza lógica y posible que nos lleve a la solución del más que bicentenario conflicto político que sufrimos.
El pasado 26 de enero se cumplieron 150 años del nacimiento de Sabino Arana Goiri. Con la sencilla y rotunda afirmación que da título a este artículo Euskadi es la patria de los vascos y vascas dio forma política a la reivindicación nacional y devolvió la dignidad y el orgullo al pueblo vasco. Es un buen momento para reivindicar su figura y romper con prejuicios y falsas interpretaciones interesadas -incluso por parte de quienes se llaman abertzales- contra el ideólogo del Estado moderno vasco.
Fueron muchas sus aportaciones; entre otras, la defensa de la democracia como fórmula de gobierno para Euskadi, la necesidad de protección y desarrollo del euskera -gracias a ello se generó el gran renacimiento cultural vasco- o la definición como sujeto político del pueblo vasco. Ya va siendo hora de que lo pongamos en práctica.