Kiev - Ucrania apura su última oportunidad de lograr la paz en medio de la profunda desconfianza entre Kiev y los separatistas prorrusos que continúan los combates y los bombardeos de las ciudades, lo que agrava la situación humanitaria en la zona. La visita del presidente francés, François Hollande, y la canciller alemana, Angela Merkel, a Kiev “no ha repercutido en la intensidad de los bombardeos. Parece que a Ucrania no hay quien la haga callar”, dijo ayer Denis Pushilin, negociador jefe de la autoproclamada república popular de Donetsk. La prevista evacuación de la población de la ciudad de Debaltsevo, epicentro de los combates desde hace más de una semana, fue cancelada ayer por los rebeldes, que habían acordado con las fuerzas gubernamentales abrir un corredor humanitario.
Los insurgentes adujeron motivos de seguridad, ya que acusan al Ejército y a la Guardia Nacional de atacar con armamento pesado -morteros y artillería- las carreteras, lo que ha costado ya la vida a varios civiles Mientras, las autoridades prosiguieron con sus planes de evacuación y acusaron por su parte a los milicianos de bombardear ayer Debaltsevo, uno de los principales nudos ferroviarios de Ucrania, con lanzaderas de misiles Grad. En casi toda la zona no hay ni luz, ni agua, ni electricidad, por lo que la gente debe prepararse la comida en la calle en hogueras improvisadas, pese a lo cual son pocos los que deciden marcharse por miedo a les roben sus escasas pertenencias.
Mientras, al menos seis civiles murieron en las últimas 24 horas en los bombardeos en Donetsk, capital regional, al tiempo que el mando militar ucraniano reconoció cinco bajas en sus filas. “Estamos en un callejón sin salida. Los acuerdos de paz de Minsk no satisfacen a nadie, ya que no existe un mecanismo para su cumplimiento”, dijo Andrei Purguin, jefe del Soviet Supremo de los separatistas de Donetsk. Purguin agregó que “la única esperanza es que Rusia y Vladimir Putin encuentren una salida a esta situación”. Aunque desconocen el contenido de las negociaciones mantenidas el viernes por Putin con Merkel y Hollande, los separatistas esperan que se tengan en cuenta sus demandas. - Boris Klimenko