Munich - Kiev pidió ayer armas para combatir a los separatistas prorrusos del este de Ucrania, algo a lo que EEUU se mostró abierto, pero no Alemania y Francia, que apuran con un nuevo plan de paz las últimas opciones de la vía diplomática. Al tiempo, el gobierno de Poroshenko insinuaba su oposición al plan europeo de enviar tropas internacionales para congelar el conflicto. La Conferencia de Seguridad de Munich (MSC), el Davos de la defensa, fue ayer escenario de la falta de entendimiento entre todos los grandes actores involucrados en la crisis de Ucrania, Estados Unidos, Rusia, Ucrania y Alemania, que encabeza los esfuerzos de mediación europeos, y por ende el enquistamiento del conflicto.
El presidente ucraniano, Petró Poroshenko, aseguró que su país “tiene derecho” recibir armamento defensivo dadas las violaciones a su integridad territorial por parte de Rusia y señaló que el conflicto no se cerrará hasta que occidente preste, además de apoyo económico y material, “también apoyo militar”. Para Poroshenko, la opción de no suministrar armamento al ejército ucraniano ya se ha mostrado ineficaz para atajar el conflicto.
El presidente ucraniano respondía con estas palabras a la intervención que había realizado poco antes en la MSC el vicepresidente de EEUU, Joe Biden, quien afirmó que Kiev “tiene derecho a defenderse” de Rusia, a quien acusó de violar la soberanía ucraniana e intentar influir en su política exterior. “No creemos en una solución militar para Ucrania. Pero Rusia no tiene derecho a hacer lo que está haciendo. Y creemos que la gente de Ucrania tiene derecho a defenderse”, aseguró. El vicepresidente de Estados Unidos instó a juzgar a Rusia por sus “acciones” y no por los acuerdos que suscribe: “Presidente Putin, no nos digas, demuéstranos”. Biden dejó claro además el enfriamiento de las relaciones entre Washington y Moscú a raíz de Ucrania y repitió que EEUU ha pasado de abogar por abrir una nueva página bilateral a “reafirmar” sus “fundamentos” frente a Rusia.
Rechazo de Alemania y Francia La petición de Poroshenko, sin embargo, no contó con la misma acogida en Europa, donde Alemania y Francia están esbozando a contrarreloj un plan de paz que incluya las exigencias ucranianas y supere el filtro de Moscú. La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, François Hollande, realizaron esta semana sendos viajes relámpago a Kiev y Moscú para negociar directamente con Poroshenko y el presidente ruso, Vladimir Putin, su propuesta, de la que no han trascendido detalles. Además, está previsto que hoy se celebre una teleconferencia a cuatro bandas entre Merkel, Hollande, Putin y Poroshenko para abordar la iniciativa franco-alemana, que el propio presidente francés definió ayer como “una de las últimas oportunidades” para evitar la guerra en Ucrania.
Merkel, que intervino también en la MSC, reconoció que es “incierto” que la propuesta europea vaya a tener éxito y que “no hay garantías” de alcanzar la paz, sobre todo a la luz de los últimos fracasos de la diplomacia internacional, pero insistió en que el conflicto en Ucrania “no se va a solucionar de forma militar”. No obstante, y en vista del escepticismo estadounidense ante su negativa a armar a Kiev, Merkel subrayó que la cooperación transatlántica ha funcionado bien en el establecimiento coordinado de sanciones.
La cautela también articuló la postura del ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov, durante su intervención en la cita muniquesa, pues no pasó de decir que el Gobierno de Putin espera que “produzca resultados” y que sean “apoyados por todas las partes”. Lavrov añadió que sería deseable que el acuerdo “desactive” el conflicto en el este de Ucrania entre Kiev y los rebeldes prorrusos.
Poroshenko afirmó a este respecto que la solución al conflicto en el este de Ucrania debe ser resuelto de forma duradera y no “congelado”. De forma indirecta, al decir esto, el presidente ucraniano parecía estar oponiéndose a las especulaciones -nunca confirmadas oficialmente- que apuntan a que la propuesta franco-alemana incluye el envío de tropas internacionales al este de Ucrania para congelar el conflicto.
La conferencia de Munich sirvió además para un duro intercambio de críticas y reproches entre Estados Unidos y Rusia, a años luz del entendimiento básico que habían alcanzado hace un lustro, y con ataques propios de épocas anteriores a la caída del Muro de Berlín, hace un cuarto de siglo. Ambos, a través de Joe Biden y Serguei Lavrov, se acusaron mutuamente de haber desencadenado la crisis de Ucrania, así como de distintas violaciones de acuerdos internacionales.