Tan solo hace un año Izquierda Unida sonreía como seria aspirante a romper el bipartidismo olisqueando en las encuestas a un PSOE huérfano de credibilidad y liderazgo. Doce meses después solo se mantiene este último escenario, ya que la espectacular irrupción de Podemos ha causado estragos en la tradicional tercera fuerza parlamentaria en el Estado español, acomplejada y víctima de la enésima batalla interna, esta vez entre los partidarios de la convergencia con la formación de Pablo Iglesias, defendida por el candidato a la Moncloa, Alberto Garzón, mirlo blanco de IU, y quienes se apoyan en las viejas estructuras, como el coordinador federal Cayo Lara. Con Madrid como epicentro de una pugna autodestructiva, la mediática Tania Sánchez, que en las primarias se ganó el derecho a optar a presidir la Comunidad, ha abandonado el partido para fundar su propia marca y caminar hacia su objetivo inicial: ir de la manita de la opción política en eclosión que abandera su pareja sentimental, Iglesias, relación aprovechada por la derecha periodística para azuzar tanto a Podemos como a IU, condenada en el tablero electoral a evitar su descomposición. Si el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) le otorgaba en enero de 2014 un 11,3% en intención de voto, ahora es del 5,2%.

Si la espita se ha quebrado en la capital española obedece a que es donde la amenaza de la formación del círculo morado es más relevante mientras en IU afloran tres conflictos: uno, la pelea entre los ideólogos que desean mantener su identidad y los pragmáticos que prefieren consensos amplios para solapar los malos resultados; el segundo, el nuevo liderazgo surgido del mecanismo interno de primarias frente a los cuadros medios regionales que insisten en tener su espacio; y el tercero, el combate entre la dirección federal de IU y la entidad federada, IU Madrid, jurídicamente autónoma, por desencuentros orgánicos. Un contexto de división que el electorado no duda en penalizar. La crisis es tan vieja como el partido pero lo cristalizado en Madrid resume su estado de implosión desde las accidentadas primarias que enarbolaron a Sánchez, acusada de atraer simpatizantes de Podemos para triunfar.

Mauricio Valiente, afín a la diputada y la otra cara de Recuperar Madrid, venció en la consulta para candidato al Ayuntamiento, y ratificó el pulso ganado por los renovadores de IU, que buscaron la expulsión de miembros clásicos como los portavoces Ángel Pérez y Gregorio Gordo al considerarles responsables por no haber evitado el uso de las tarjetas black por parte de los consejeros de IU en Caja Madrid, propuesta rechazada por la ejecutiva madrileña. En esta tesitura, la dirección regional no ocultó, sino que aireó, las presuntas irregularidades cometidas por la familia Sánchez en el Consistorio de Rivas con la firma de contratos que habrían favorecido al hermano de Tania, Raúl, cuando ésta era concejala, un caso ahora judicializado por una querella del PP contra la compañera sentimental de Iglesias, que al entregar el acta y dejar de ser aforada evita la imputación y logra que este tema pase a un tribunal ordinario demorándose en el tiempo. Oficializada su dimisión, Sánchez se apresta a construir una especie de IU “auténtica”, de unidad popular, que aglutinaría a distintas plataformas ciudadanas y buscando converger hacia el formato tipo Ganemos Madrid, mientras las cenizas de su partido contemplan una fuga de militantes y votos que se vaticina masiva en, otrora, su federación más importante, más todavía con la huida del Partido Comunista.

No han sido pocas las voces ultraconservadoras que han relatado este episodio como epílogo de un plan esbozado por Garzón, Iglesias y Sánchez desde 2011 -compartiendo anteriormente los dos primeros andadura en las Juventudes Comunistas- mediante cafés, charlas y el asalto a las tertulias de televisión como palanca para que la izquierda extrema, a través de una fuerza como Podemos, consiga evaporar al PSOE y echar al PP del poder. Mucho más mesurado y menos conspiranoico, fue éste el propósito de Garzón cuando asumió el pasado junio la dirección de la secretaría ejecutiva del Proceso Constituyente con el encargo de coordinar y dirigir las políticas que posibilitaran edificar un bloque político y social alternativo con las fuerzas “susceptibles de converger con IU” y con los movimientos sociales, según detalla el documento que aprobó el Consejo Político Federal, y que aceptaron todas las corrientes.

los precedentes de fractura Pero amén del batallón madrileño, al joven diputado y economista no le bastará con “reivindicar” IU “como un espacio donde hay que seguir dando la pelea y el debate”, ante la multiplicación de obstáculos que encara y que evocan rupturas como las experimentadas años atrás en Esquerra Unida del País Valencià y con la dupla Ezker Batua/Ezker Anitza en Euskadi que llevó a la desaparición de las siglas del Parlamento Vasco, después de haberse erigido en bisagra del Ejecutivo de Gasteiz, y de las instituciones con mayor peso en la CAV. Para empezar, en Catalunya y sin imponer un rastro de aparente fortaleza, Iniciativa per Catalunya (ICV) queda engullida dentro de la candidatura Guanyem de Ada Colau a la conquista de Barcelona, lo que puede desnaturalizar al partido de Joan Herrera de cara a las plebiscitarias del 27-S. A su vez, IU podría quedarse sin suelo bajo los pies en Andalucía, Asturias y Extremadura, donde las federaciones funcionan de manera autónoma pero no sin tensiones.

La llamada a las urnas el 22 de marzo llega tras la decisión unilateral de la presidenta Susana Díaz de romper el pacto con IU, que iba a poner este acuerdo en manos de la militancia en junio. El coordinador regional, Antonio Maíllo, que achaca este divorcio a un intento socialista de “recomponer” el bipartidismo, además de a la mordida de Podemos, tendrá que enfrentarse a la interrogante de reeditar el consenso con el PSOE si los números cuadran. Para más inri, la CUT (Candidatura Unitaria de Trabajadores), el partido de Diego Cañamero y Sánchez Gordillo, integrado en IU desde 1979, apuesta por confluir con la marca de Iglesias que en Andalucía lidera Teresa Rodríguez, si bien el histórico dirigente del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) no irá en sus listas.

Paralelamente, el ex coordinador general de IU entre 2000 y 2008, Gaspar Llamazares, también adalid de la convergencia con otras fuerzas, será el candidato a regir el Gobierno asturiano tras derrotar en las primarias al coordinador general de la federación, Manuel González Orviz. IU obtuvo en 2012 cinco escaños y firmó un pacto de investidura con el PSOE que hizo posible la llegada a la presidencia de Javier Fernández, quien aprobó los Presupuestos de 2015 gracias al PP.

¿Y Extremadura? En la comunidad donde IU abonó el terreno para que gobernara el popular José Antonio Monago medirán sus fuerzas el coordinador regional, Pedro Escobar, a quien aún le toca defender aquella abstención en la investidura, un movimiento que generó fuertes tensiones con la dirección federal, y el militante y activista Miguel Manzanera, proclive a gestar espacios como Ganemos Extremadura y crítico con la pasividad de sus compañeros en la asamblea autonómica. El resultado se conocerá el próximo 22 de febrero.

el papel de cayo lara En este puzzle donde las piezas se desencajan casi por inercia, IU ha pasado de tratar de subirse al carro del descontento frente a la crisis económica, que confluyó en el 15-M, a quedar, como parte de la “casta” por sus viejas formas de hacer política, desdibujado y absorbido por un grupo de expertos en concentrar ese hastío. Hay quienes sostienen que a Cayo Lara le ha tocado el papel de enterrador cuando él venía tan contento vestido para una boda. Sus partidarios destacan que es consciente de que su etapa al frente de IU ha expirado y aplauden su generosidad al dejar paso a Garzón para evitar una escisión. Otros señalan que su entrega al malagueño del bastón de mando está siendo de todo menos pacífica, aludiendo a la resolución que evitó la expulsión de los dos portavoces madrileños y a la renuncia a disolver IU-Madrid. El sector oficialista desprecia al líder emergente, a quien llaman “el chico ese”, o “los niños”, calificativo que se extiende a Tania Sánchez, aunque afirmar que existe un conflicto generacional entre la vieja guardia y los jóvenes nacidos al calor del 15-M resulta una simplificación porque Julio Anguita se coloca del lado de estos últimos.

Lo cierto es que el sorpasso soñado por éste no lo dará IU sino Podemos si se cumplen los vaticinios de los sondeos. Curiosamente, antes de que existiera Syriza, cuando era Sinapismós, era Izquierda Unida quien arropaba a un desconocido Alexis Tsipras dándole apoyo y consejo, mientras que ahora el presidente griego sube a Pablo Iglesias al estrado en su mitin de cierre de campaña, privilegio del que no gozó Garzón. “Desde la prudencia, las encuestas más fiables nos dicen que un porcentaje muy alto, probablemente superior al 40%, de antiguos votantes de IU en 2011 declaran ahora su intención de votar a Podemos”, asegura Luis Ramiro, profesor del Departamento de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad de Leicester. Una proyección que el pasado miércoles clavó el CIS.

Desde su origen IU ha sufrido numerosas vicisitudes, la mayoría derivadas de intentar conjugar la individualidad de cada partido que la componen con la causa común, y, en especial, de equilibrar las posiciones del PCE. Aquella irrupción se debió a un movimiento unitario de la izquierda ante el referendo sobre la OTAN en marzo de 1986 y para el que se creó un frente a favor del “no” como la alternativa progresista que el PSOE de Felipe González había dejado de ser, y de parecer. Como ahora el de Pedro Sánchez, o antes el de Rubalcaba y el de la segunda legislatura de Zapatero, o el que pudiera encarnar Susana Díaz. No hace mucho, en una conferencia en Madrid, Juan Carlos Monedero, número tres del partido de Iglesias, le espetó a Garzón: “Pareces de Podemos”. Y éste replicó: “Y tú de IU”. A costa, eso sí, de que ésta última perezca roja y rota mientras “las suelas de los zapatos” de Tania sopesan pisar territorio amigo. ¿Y si, para colmo, le acompañara Garzón?