pretoria - El Gobierno sudafricano concedió ayer la libertad condicional a Eugene de Kock, condenado en 1996 por el secuestro, tortura y asesinato de opositores al régimen del apartheid cuando se encontraba al frente de la unidad de contrainsurgencia de la Policía, conocida como C1, y que operó como escuadrón de la muerte en las décadas de los 80 y 90 en el país africano. El ministro de Justicia, Michael Masutha, argumentó que la liberación de De Kock, apodado El mal primigenio, responde “a una necesidad de reconciliación nacional”. A lo largo de sus dos décadas en la cárcel, De Kock expresó su remordimiento por los crímenes cometidos y ayudó a la Policía a encontrar los restos mortales de algunas de las víctimas de su escuadrón.
Para no inflamar los ánimos, el Gobierno sudafricano no comunicó ni el lugar ni la fecha exacta de la liberación de De Kock, de carácter provisional y sobre la que el Ministerio de Justicia se pronunciará definitivamente dentro de un año.
Tras el apartheid, De Kock conmocionó al país entero en 1997 y 1998 durante sus testimonios ante la Comisión de Verdad y Reconciliación, donde describió en detalle y de manera gráfica las torturas y ejecuciones perpetradas por su escuadrón C1 en la granja de Vlakplaas (a las afueras de Pretoria) que sirvió de cuartel general del grupo.
10 años de exterminio De Kock, nacido en 1949, asumió el mando del C1 en 1985 de manos de su predecesor Dirk Coetzee y durante 10 años ejecutó una campaña de exterminio contra activistas contrarios al apartheid. En 1996, fue condenado primero a dos cadenas perpetuas consecutivas por el asesinato de los activistas Japie Kereng Maponya y los llamados Cinco de Nelspruit: Oscar Mxolisi Ntshota, Glenack Masilo Mama, Lawrence Jacey Nyelende, Khona Gabela y Tisetso Leballo. Después, recibió una sentencia adicional de 212 años de cárcel por crímenes contra la humanidad repartidos en ochenta y nueve cargos, entre ellos seis por asesinato, así como secuestro y fraude.
A lo largo de su estancia en prisión, De Kock ha acusado a oficiales del Apartheid, entre ellos el presidente sudafricano Frederik de Klerk, de estar perfectamente al tanto de las actividades de su unidad. “De Klerk ordenó asesinatos políticos y sus manos están empapadas en sangre”, llegó a declarar De Kock en una entrevista radiofónica en 2007.
Dos años después, y según los medios sudafricanos, De Kock recibió la visita del entonces presidente electo Jacob Zuma que le habría ofrecido reducir su condena a cambio de colaborar en la búsqueda de las víctimas de su unidad. El Gobierno, en ese momento, negó todos los contactos pero a partir de entonces De Kock comenzó a entablar conversación con los parientes de algunas víctimas, parte de las cuales llegaron incluso a perdonarle por sus actos. - Efe