Si hablas, tu mujer irá a la cárcel. Si callas, Gallardón será destituido y tu tema se archivará en septiembre por nulidad”. Corría julio de 2013 cuando Javier Iglesias Redondo, penalista de Álvaro Lapuerta y persona de la más absoluta confianza del aparato del PP, le soltó estas palabras a Luis Bárcenas en la cárcel de Soto del Real, mensaje que, según él, le trasladaba “en representación directa” de la formación liderada por Mariano Rajoy. Idéntica propuesta le planteó Miguel Durán, ex director general de la ONCE y letrado de Pablo Crespo, número dos de Francisco Correa en la denominada red Gürtel, prometiendo al ex tesorero de Génova 13 un buen trato penal, la nulidad, el relevo del ministro de Justicia para poder controlar la Fiscalía, la exoneración de Rosalía Iglesias y que no tocarían a su hijo Guillermo. 574 días después de su ingreso en prisión por orden del juez de la Audiencia Nacional, Pablo Ruz, Bárcenas pisaba la calle el pasado jueves tras depositar la fianza de 200.000 euros reunida entre nueve de sus allegados y sin que durante todo este tiempo haya facilitado pistas sobre el destino de, al menos, 48,2 millones de euros que en enero de 2008 llegó a amasar en dos bancos de Ginebra, en Suiza. Y sin tirar de la manta, como amenazó y trasladó a los líderes de la comunicación que aireaban sus pensamientos, lo que hace sospechar, según la oposición política y el pulso ciudadano, que su silencio le ha proporcionado el premio de la libertad.
Abandonó Bárcenas la cárcel con la misma coquetería de un hombre conservadoramente elegante, traje recién planchado y pañuelo blanco en el bolsillo, que ya lucía cuando antes de su detención mantenía un elevado nivel de vida que le llevaba a disfrutar del esquí en las estaciones más caras de los Alpes y a cenas en restaurantes de lujo, entre otros caprichos que aparcó estos 19 meses para vivir con un máximo de 80 euros semanales que gastaba en el economato del centro de reclusión. Pero de ser recibido como un “héroe” por sus compañeros de celda, recurriendo a un demandero que le hacía llegar los puros que fumaba en el patio del módulo 4, acabó no fiándose ni de su sombra, quitando hojas al calendario gracias a la lectura y a los paseos típicos de un jubilado. Tanto, que incluso el ex tesorero del PP convenció a la dirección de la prisión para encender la calefacción en la biblioteca.
Su rutina carcelaria Su abogado, Javier Gómez de Liaño, que renunció a su defensa justo cuando consiguió devolverle la condición de rutinario ciudadano, se afanó en afirmar que salía con la percha y el mismo pelo de aquel 27 de junio de 2013, pero quienes le han acompañado en la vicisitud de reo señalan que ha envejecido diez años de golpe, con un redoblado mal humor desde que salieron a la luz imágenes suyas asistiendo a un oficio religioso, paciente en el recreo o jugando una pachanga al baloncesto. Mientras, su familia se lamenta del extremo en que su apellido ha quedado lacerado, lo que obligará a su hijo, según su confesión, a trasladarse a Chile en busca de trabajo después de haber estudiado cine en un prestigioso centro de Nueva York, a 50.000 euros al año las clases, y tras licenciarse en Dirección y Administración de Empresas. Cada viernes, a las cuatro de la tarde, Rosalía y Guillermo se acercaban a Soto del Real para conversar con Bárcenas durante tres cuartos de hora en una sala que acogía a los familiares y amigos de los 120 internos de su módulo, amén del vis a vis íntimo de dos horas del que gozaban un par de veces al mes.
Un joven pelirrojo, mexicano encarcelado por tráfico de drogas que se encargaba de repartir la comida en el office ha sido el hermano de chabolo del ex tesorero nombrado en su día por Rajoy, que se ha dedicado a ayudar a sus compañeros a redactar un recurso, interpretar artículos del Código Penal o del régimen penitenciario, o a regalarles la ropa que le llevaba su esposa en un gesto que desconocían si era para ganarse su favor o “porque no le hacía falta”. El caso es que vestían de marca y a la última. Bárcenas, al contrario que otros presos, no tenía asignada tarea alguna en el supermercado o en el mantenimiento del centro, trabajos que reportan 300 euros mensuales que los condenados agradecen para recargar la tarjeta de uso con un máximo de 100 euros semanales. Entre sus quehaceres estaba el descubrimiento de titulares periodísticos que le elevaban a portada en prensa y televisión, lo que provocaba las bromas de rigor: desde los 11,5 millones que defraudó a Hacienda entre 2000 y 2011 a la manera en que se sufragó, por ejemplo, la sede del PP de la CAV en Bilbao, La Rioja o Islas Baleares. Solo le ha robado protagonismo en su estancia el expresidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, o un tal Rafael Velasco, licenciado en Bellas Artes y artista de la falsificación. Y cuando el frío madrileño se adentró en las celdas, Bárcenas se recluyó en el gimnasio, las cartas y el dominó, pero siempre leyendo, y callado.
Entra en campaña Porque más allá de ratificar la contabilidad B que practicaba en Génova, el ex tesorero ha permanecido enmudecido a excepción de un mensaje con destinatario en una entrevista periodística. “Estoy siendo fuerte, le estoy haciendo caso a Mariano”, afirmó en referencia al SMS que el líder del PP le envió en el prólogo de su encausamiento, cuando los papeles de la caja B asomaban en el cajón. La postura del presidente español es ahora bien distinta. “Esa persona hace tiempo que ya no está en el partido”, reflexionaba el miércoles, como siempre, sin citarle, y dándole por amortizado. Pero el temor de que Bárcenas emprenda un tour televisivo en horario de máxima audiencia con el que arrinconar al PP manteniendo el asunto en erupción anida en las filas conservadoras en un año marcado por las citas electorales. Rajoy dio por cerrado el caso tras la comparecencia en el Congreso donde se limitó a pedir disculpas por haber confiado en alguien que “no lo merecía” y a quien los dirigentes del partido clasificaron como un “delincuente” que se había aprovechado de su condición sin que nadie se percatara de sus trapicheos. Jueces, Fiscalía -que pide para él 42 años y medio de cárcel- y Abogacía del Estado -solicita 62 años de prisión- acreditan la caja b que derivó en sobresueldos opacos pero nadie la vio. Y ahora la trama puede dañar al PP en diferido, como se refirió Cospedal a la indemnización de 10.000 euros al mes que recibió Bárcenas, quien sólo él sabe lo que a estas alturas le conviene desvelar o callar para siempre.
En estos 19 meses el juez Ruz no le quería fuera de la cárcel al creer probado que el ex tesorero había logrado poner 3,1 millones de euros lejos de la Justicia española, cantidad repartida en dos monedas diferentes, euros y dólares, y varios países: Argentina, Estados Unidos, China, Japón, Tailandia, India, Reino Unido o Uruguay. En estos momentos, Bárcenas tiene bloqueados todos sus bienes en el Estado español: en concreto, once cuentas bancarias, dos pisos, una vivienda unifamiliar y tres plazas de garaje, todo ello por un valor algo superior a los 2 millones de euros. En Suiza, empero, las autoridades de Berna consiguieron intervenir en solo cuatro depósitos ligadas al exsenador más de 17,5 millones de euros. Sin embargo, en el resto de países a los que se reclamó medidas similares, la respuesta no fue positiva.
Bárcenas respira ya el oxigeno a pie de acera merced a su generosa familia, la de sangre y quién sabe si también la que fue política. Ahora bien, según El Confidencial, habría acordado un encuentro con el periodista Pedro J. Ramírez para contarle todo lo que sabe sobre la implicación de altos cargos del Ejecutivo del PP en las actividades fraudulentas por las que fue encarcelado. Y es que en prisión siguió rellenando cuadernos.