París - La revista Charlie Hebdo volvió ayer a los quioscos con un Mahoma en la portada mostrando el eslogan Je Suis Charlie (Yo soy Charlie) para abrir un tirada ampliada e histórica que se agotó en pocos minutos y que se reproducirá durante dos semanas hasta alcanzar los cinco millones de ejemplares.

Los actos masivos de solidaridad y duelo que han arropado Francia durante los últimos días se vieron ayer recompensados con un nuevo e irreverente ejemplar de la revista satírica, que vio sobrepasadas todas las expectativas.

A primera hora de la mañana los quioscos empezaban a colgar carteles de “No queda Charlie Hebdo” y en unos minutos se habían finiquitado los 700.000 ejemplares distribuidos originalmente, frente a su tirada habitual de 60.000. Sin embargo, el autodenominado “periódico irresponsable” anunció que imprimirá 5 millones de copias de este número, que venderá durante las próximas dos semanas, para que los lectores no tengan que recurrir a la reventa en Internet, donde se ofertan ejemplares por 600 dólares (unos 500 euros).

Espíritu burlón En la portada, con el mismo espíritu que antes, marcado por las caricaturas y burlas contra todo y todos, aparece una caricatura del profeta Mahoma entristecido, con una lágrima cayéndole, y un cartel con el que se une al lema de solidaridad mundial Yo soy Charlie, bajo el mensaje de que “Todo está perdonado”, refleja que sus autores no se han amilanado.

Este número es, según dice el redactor jefe, Gérard Biard, en su editorial, el periódico que siempre han hecho, en compañía de quienes siempre lo hicieron.

Cabu o Wolinski, dos de los caricaturistas asesinados en el ataque, firman de forma sucesiva muchas de las ilustraciones del número, que mantiene las 16 páginas habituales. “¿Qué futuro hay para los yihadistas? ¿Vigilante en el Carrefour?”, indica una de las viñetas de Cabu, que muestra a tres terroristas armados en una oficina de empleo.

El ataque está presente tanto en las ilustraciones como en los textos, con referencias críticas y sentidas, pero también humorísticas. Así, se recuerda cómo su director Stéphane Charbonnier, Charb, también asesinado, encabezaba sus emails y mensajes con un Allah-u-Akbar (Alá es el más grande), y se destaca cómo alguna conversación al respecto llegó a ser premonitoria. “El día que vengan a por ti no sabremos si es una broma”, le avisaron en alguna ocasión, según escribe la redactora Zineb El Rhazoui.

El esperado regreso de la cabecera, con la mitad de páginas que en una tirada normal y cuya portada ha sido criticada en Irán, Egipto, Afganistán o Turquía, ha coincidido con nuevos avances en la investigación, detenciones y reacciones políticas dentro y fuera de Francia. Mientras la Fiscalía belga confirmó la detención del traficante que vendió a los hermanos Kuachi las armas con las que ejecutaron a doce personas en su asalto al semanario satírico, en Francia las reforzadas medidas de seguridad siguen patentes en posibles objetivos de nuevos ataques, como templos, colegios o medios de comunicación.

La investigación policial sigue avanzando, en un clima de gran sensibilización. Se han abierto en los últimos días 54 procedimientos por apología del terrorismo.

euros. El precio del último número del semanario se disparó ayer en la reventa en Internet, donde algunos usuarios llegaron a pedir por él hasta 2.800 euros. Por algunos de los números inmediatamente anteriores del semanario, la puja subió hasta por encima de los 5.000 euros.