Baiona- Marko teme que en la mentalidad francesa se produzca un “repliegue nacional” agravado por el miedo y el “silencio de las pantuflas”. A través de sus dibujos y sus cómics, Marko apela a que entremos en la resistencia con el arma del arte plástico y la libertad de expresión.
¿En su dibujo subraya la necesidad de continuar ejerciendo la libertad de expresión?
-Sí, el mensaje es que tal vez debemos entrar en una forma de resistencia. Seguro que podrán matarnos y nuestra única arma es el dibujo, debemos seguir dibujando, lo único que debemos hacer es seguir dibujando.
Con eso quiere decir también lo que no tenemos que hacer. Pero ante todo ¿usted también es Charlie?
-Yo no sé si soy Charlie. Charlie es una bandera, una idea, dentro la cual están los dibujantes, los periodistas, los gendarmes, los rehenes que murieron? Yo soy un dibujante. Soy alguien con ideas, soy cualquiera, soy libre, para mí soy Charlie significa soy libre.
El matiz implícito sería que no debemos irnos a ningún extremo sino seguir dibujando
-Sí, y también diría que estos asesinatos han provocado un gran shock, porque la gente no sabía que cosas así podían suceder en el centro de París. Pero es necesario saber que cosas así suceden en el mundo con mucha frecuencia. La gente lo ignora. Lo que yo quisiera decir es: ¡Abrid los ojos! Esto ocurre cotidianamente en el mundo. Los reporteros sin fronteras sacan informes cada dos meses mostrando que esto ocurre todos los días. No hay que limpiar sólo la entrada de la casa propia, sino abrir los ojos y mirar lo que sucede en el mundo.
Hay ‘lobos’ en distintos bandos, o ¿habla sólo de yihadistas?
-De radicales, diría. No hay que hacer amalgamas, no hay que mezclar a los musulmanes y a los dos o tres que cometieron los asesinatos, pero va a ser difícil, porque el viernes por ejemplo algunos escolares se negaron a guardar el minuto de silencio, al parecer porque consideraban que el Charlie Hebdo había denigrado el i slam.
¿La libertad de expresión necesita ejercerse con límites?
-Desde luego es un debate demasiado profundo. Vemos que con la crisis y todo lo que está pasando, la extrema derecha está creciendo en Europa, vemos cómo Marine Le Pen está jugando a preparar un caldo de cultivo para quienes pretenden hacer amalgama y utilizar lo que ha pasado, para decir “¡ya veis, los musulmanes, los extranjeros, el islam, todo está mezclado en los asesinatos”. Nos coloca en una situación complicada y va a ser muy difícil que la gente dé lo mejor de sí. Por ejemplo los jóvenes de hoy no conocen el Charlie Hebdo, es como para otra edad, y cuando les enseñas ahora las portadas del semanario muchos se quedan aturdidos porque no lo entienden. Pasan el tiempo embruteciéndose delante de la telerrealidad y no tienen recursos para entender el humor del Charlie Hebdo, que no es un humor gratuito, lleva un mensaje?
¿Cómo juzga ese mensaje?
-Lo juzgo bien. Creo que el humor vehicula muchísimas cosas. El dibujo que he hecho, ¡Arte plástico!, si lo tomas en primer grado no lo entiendes. Verás una bomba. ¿Qué quiere Marko? ¿Lanzar una bomba? No, mira, son lápices, le llamo arte plástico, lo cual es algo general, la pintura, la música? Nuestra arma son esos lápices que se unen, y cuanto más se unan, más podremos luchar.
¿Ha tomado en cuenta el cierre de Egin y Egunkaria?
-¡Claro! Lo que pasó contra el Charlie Hebdo es un elemento de un problema general que concierne no sólo a los dibujantes sino a la prensa en general. Cuando se cierran periódicos, se cierran asociaciones o se ilegalizan ideas estamos en esa censura brutal, ciega y dictatorial.
Hablando de acciones-reacciones, por un lado le preocupa la extrema derecha por la confusión y fanatización que promueven, pero le preocupa también por otro lado el debate sobre una nueva Patrioct Act francesa?
-Lo único que puedo decir es que la libertad de expresión no debe ser regulada si queremos que funcione. Tendremos que ser siempre transgresores, deberemos ir siempre por delante de las restricciones para poder observar esa libertad. Ahora no sé lo que quieren hacer. Lo que más temo es que se produzca un repliegue nacional, porque veo que la historia puede repetirse, y ¡atención! Recibo mensajes que dicen “solidaridad nacional” “nación francesa” etc. que se supone que debo hacer circular entre mis contactos. Significa que no vamos más allá, que nos quedamos en Francia, en el “silencio de las pantuflas” como decía aquél.
El atentado ha sido tan brutal y sensacionalista que ni siquiera ha servido para iniciar una crítica sobre las intervenciones militares francesas por ejemplo en el derrocamiento de Gadafi o en el Norte de Malí, con la llamada operación Serval que después de tres años no ha servido para nada bueno.
-Creo que llegará el tiempo para analizar eso también. Lo que ha pasado ha sido un shock y los medios de comunicación nos han puesto una capucha estos días para hablar sólo de lo que estaba sucediendo por lo brutal que ha sido. Pero creo que corresponde a cada uno empezar a mirar alrededor y a hacer esa crítica, cuando pase el tiempo del shock y del duelo. Hay un buen dibujo que ha hecho un compañero nuestro. Muestra dos manos, una representa al dólar y la otra al euro, manipulando marionetas, una de las cuales se escapa y asesina a Charlie Hebdo. Es el único dibujo que he visto de ese estilo. La mayoría estamos en lo simbólico, porque aún estamos bajo el shock, Cabu era un dibujante que conocíamos desde que éramos pequeños. Pero también creo que lo que ha pasado provocará un gran giro en la mentalidad de la gente. Lo mismo que sucedió el 11-S.
Después del 11-S bombardearon Afganistán e Irak.
-Y produjo un cambio de mentalidad, ante el miedo real de lo que podían hacer los terroristas en el centro de Nueva York, cambió la mentalidad de la gente. En Francia se habla ahora de un 11-S intelectual. La gente no sabe a qué aferrarse y desgraciadamente se aferra a los extremos. Hay que estar muy atentos a lo que sucederá en internet. Todo eso también tendrá que analizarse.
Pero cree que ya está ocurriendo por lo que ha visto en las concentraciones de los últimos días?
-No, por el momento no. Sólo un pequeño suceso. En la concentración de Baiona detrás de nosotros un grupo de cuatro personas empezó a cantar La Marsellesa. Fui yo quien les dijo que pararan, porque en un momento dado empezaron a entonar “a las armas ciudadanos, que una sangre impura inunde nuestros surcos”. Les dije que el llamado a las armas y esa pulsión nacional no tenían ningún sentido en aquel momento. Cabu, Wolinski y los otros ni siquiera eran necesariamente franceses.