Tanto tiempo esperando a Rajoy y no ha habido respuesta. ¿Ha merecido la pena la espera?

-El emplazamiento sigue vigente. Otra cosa es que responda con el silencio o la indeterminación. Tanto al PP como al PSOE, y en el futuro inmediato también Podemos como opción constitucionalista, se les abre la puerta de iniciar una revisión del modelo político territorial. No parece que el PP tenga intención de abordar esas reformas, el PSOE ha presentado una propuesta indeterminada de un modelo federal y veremos Podemos. Esas tres opciones ni siquiera abren la puerta a iniciar un proceso.

¿Qué escenario se abre ahora?

-Con independencia de la perseverancia personal del lehendakari, hay una falta de respeto institucional que dice muy poco a favor del señor Rajoy. Está más preocupado en cómo terminar la legislatura y, de la mano de esa mayoría absoluta terminar pisando y no atendiendo, desde la perspectiva vasca, una apertura de diálogo y negociación, no solo de autogobierno, sino de política penitenciaria y revisión del modelo político.

¿La Ponencia de Autogobierno elaborará su propuesta este año?

-Una vez terminen las comparecencias hacia Semana Santa y recibamos los informes que hemos solicitado los grupos, cada partido pondrá sobre la mesa las bases. Vistas las reacciones, lo que para algunos de nosotros supone una base irrenunciable, la configuración de un sujeto político con derecho a decidir, para otros sería división. Creemos que esas bases tienen que estar: sujeto político, pueblo vasco y derecho a decidir. En el ejercicio de ese derecho podríamos llegar a un entendimiento, pero los unionistas no parece que pasen de actualizar el Estatuto añadiendo no sé qué competencias. Ese tiempo ya pasó.

¿A dónde le gustaría llegar al PNV?

-A compartir esas bases. La traducción de esas bases, en 2003-2004, fue el Nuevo Estatuto Político. Entonces se ofrecía un modelo de convivencia, de libre adhesión desde el ejercicio del derecho a decidir. El PNV desearía que el escenario de encuentro se pudiera conseguir en torno a esas bases.

¿Ese Nuevo Estatus es aún referencia once o doce años después?

-Sí, pero no queremos sacar textos que vinculen. Es un referente, todos los textos se pueden mejorar y perfeccionar. La diferencia que incluiríamos a la hora de definir el nuevo estatus, y habría que hablarlo, es que haya una fase más participativa de la sociedad, que no sea algo que arranca y acaba en los políticos. Un modelo en el que la sociedad, desde áreas como la cultura, la educación, la sanidad o la judicatura, pueda valorar positivamente lo que se ha conseguido hasta ahora y defina el estatus que desearía.

¿Siente envidia o se alegra de no ser ahora mismo Artur Mas?

-El proceso catalán lo sigo con esperanza, admiración y corresponsabilidad. Me siento uno de ellos. Catalunya ha tenido distintos intentos de diálogo con el Gobierno español y no ha tenido posibilidad de diálogo. Hay un proceso político lanzado. No sé si elecciones plebiscitarias, con elementos constituyentes o cómo, pero lo que surja será algo diferente. Esa realidad hay que gestionarla políticamente. La clave del éxito está en la unidad entre CiU y ERC. Si el Estado observa una mínima fisura, la aprovechará.

¿La irrupción de Podemos, que reconoce el derecho a decidir, cambiará el tablero español?

-Las cosas que observo a quienes en primera línea representan a Podemos son muy fuertes. Cuando a un dirigente se le pregunta por la posibilidad de cambio en Navarra, calificó la cuestión como una minucia nacionalista, y que la decisión se tomaría en Madrid. Pues otro partido cuya sede de decisión es Madrid y apela a la razón de Estado. Hablan de Catalunya, pero la quieren dentro de España. En determinadas cuestiones les empieza a gustar parte de la Constitución española, no les disgusta nada ni el artículo segundo ni el octavo.

¿Que Podemos se presente alejaría a Markel Olano del Palacio Foral?

-Va a depender más de nosotros mismos que de Podemos. Sentimos que el nivel de aprecio y apoyo al PNV va a ser infinitamente superior al de hace tres años y medio, donde hubo unas circunstancias muy especiales.

Una crítica es que el PNV presenta a Markel Olano por tercera vez.

-No sé dónde puede haber mancha, porque es el mejor candidato. A diferencia de otros, ha realizado una oposición constructiva, nada hiriente y sin practicar aquello de cuanto peor, mejor después de haber sido diputado general.

Desde EH Bildu preguntan: ¿el PNV va a respetar la lista más votada?

-Ya hemos contestado. Habría que preguntarles a ellos también. Vamos a respetar, pero hay que formar gobierno. El mejor derecho político que puede tener la sigla ganadora arranca en definir un gobierno que se sostiene en mayorías. Quien gane las elecciones tendrá derecho a iniciar las conversaciones para formar mayoría...

Pero no más.

-No más, no más. Y si encima Bildu repite todos los días que son programas antagónicos y vamos inexorablemente a un choque de modelos, ¿qué modelo va a presentar Bildu para concitar más apoyos que los de su sigla?

Frente a eso, Hasier Arraiz dijo que les han trasladado posibilidad de acuerdos postelectorales. ¿Es el caso de la Diputación de Gipuzkoa?

-A mí no me consta. La primera noticia. Él sí ha vinculado el proceso político, el derecho a decidir, a lo que entienden cuestiones de segundo nivel, como son la configuración de mayorías y gobernabilidades. Es una frase hecha, retórica... El PNV va a intentar ganar en los cuatro territorios, porque en Navarra también hay posibilidades reales de mayoría alternativa. En el tablero postelectoral vamos a tener que analizar el mapa completo, con los cuatro territorios.

¿Será Donostia clave en Gipuzkoa?

-Y también para Euskadi. Nuevamente tendremos una pugna entre dos: Eneko Goia o Juan Karlos Izagirre. Goia es un candidato muy sólido.

¿La gestión económica es lo peor del balance foral?

-Es la consecuencia, porque Bildu tiene una concepción de la política no en la línea clásica de transformar la sociedad y hacer viables los proyectos, sino de ordenar e imponer. Entienden que son la vanguardia de la sociedad y a quien no piensa como ellos lo arrinconan. Es una obsesión por hinchar la Administración para desvitalizar una sociedad guipuzcoana, que es muy viva. Arraiz llegó a calificar de mafia a la cúpula de los empresarios en el Parlamento. Tendrán que analizar que todo el tejido productivo necesita de la ayuda de la Administración. Entienden que no hace falta hablar con Adegi o Confebask porque no son gente que represente su ideario. Es una forma muy extraña de aplicar la política, aparte de nada democrática. Se han dado cuenta de que el tejido productivo en Gipuzkoa es clave.

¿Bildu ha llegado tarde?

-Sí. Ha llegado muchísimo antes en el tiempo LAB que la izquierda aber-tzale. Conozco reflexiones de LAB, apegadas a la realidad productiva, que saben que la suerte política de un pueblo está ligada al tejido productivo y a la economía.

La noticia de la semana. ¿Cree posible que ocurra en Euskadi un atentado como el de París?

-Por ocurrir, en cualquier punto del planeta. Cada vez que se producen atentados así, cuando los conceptos de seguridad entran por la puerta, las libertades saltan por la ventana.

Visto el debate de verano a cuenta de la RGI y determinados colectivos, ¿teme un auge de islamofobia?

-Creo que aquí estamos vacunados, que sabemos que todo el que viene va a ser acogido porque viene a trabajar y a participar de una suerte compartida. Después, cuando algunos políticos mezclan todo, es políticamente inaceptable, porque no se corresponde con la realidad.

¿Cómo valora que Sortu descarte el desarme en esta legislatura y que diga que se hará con el Gobierno español o no se hará?

-Es un error, porque es dejar de liderar. La izquierda abertzale necesita un liderazgo y si no, seguirá los pasos que determine ETA en su desaparición. Si ETA ha abandonado las armas, ¿para qué las quiere? La situación de ETA condiciona la acción política y el liderazgo de Sortu, y permite al Gobierno español tapar sus irresponsabilidades y gestionar los tiempos y la agenda a placer.

¿Veremos reactivar la Ponencia de Paz en este periodo de sesiones?

-Intentos ha habido y van a existir. Ocurre que, existiendo bloqueo en la clase política, los trabajos los desarrolla el Gobierno Vasco. Elaboró un plan abierto a sugerencias que se incorporaron y es el Gobierno quien suple la inactividad del Parlamento. La Ponencia de Paz está atascada entre el pasado, porque hay quien tiene complicaciones para revisar responsabilidades intransferibles -como la izquierda abertzale, que no sé qué complicaciones tiene de entrar en planteamientos del IRA o McGuinness-, y el futuro, porque hay quien tiene temor a lo que pueda pasar en este país -como lo son los constitucionalistas-.

¿El “nuevo lenguaje” que anuncia Sortu irá en esta clave?

-No es cuestión de léxico. Se lo dije a Arraiz, no es inventar un nuevo diccionario. Que digan de la manera que quieran, pero a este pueblo le tienen que decir por qué ahora sí y no antes. Cuando se acercan dirigentes de la izquierda abertzale a la familia de Korta o Uria, ¿qué les dicen? Lo mínimo es que dijeran “cuando se produjo esto, me callé, estuvo mal”, aparte de que estuvo mal matar a su padre o hermano. Si no hay ese mínimo de humanidad, ¿qué vamos a revisar?

¿Cómo valora el escrito del EPPK?

-Apuestan por judicializar la dispersión hasta llegar a las instancias europeas; y a la par, llaman a la movilización de la ciudadanía para incorporar el componente épico a la lucha y estrategia político militar ya terminada. El problema es tener la valentía para enfrentarse a las violaciones de derechos que cometieron o ampararon y decir que lo que hicieron causó un daño y un sufrimiento injustos y que no lo volverían a hacer.