al dolor de las primeras horas tras el atentado en la revista Charlie HBDO y el asalto al supermercado judío ha seguido no solo el enfado por la sensación de que nos espera una larga batalla contra el fanatismo, sino también y al menos en mi caso cierto hastío ante los “explicadores” que no hacen más que pasear por las redes sociales su miseria moral.
Tómenlo solo como un ejemplo, porque aunque haya sido un nombre propio destacado como el del actor Willy Toledo, él no deja de ser un exponente más de una corriente que demuestra a las claras cómo el despiste sobre el análisis del problema al que nos enfrentamos no es incompatible con la miseria moral. Cuando el actor estrella de las redes sociales escribe “el Pentágono y la OTAN bombardean y destruyen países enteros, asesinan a millones, cada día. ¿De verdad esperamos que no hagan nada?”, está yendo más allá que los argumentos de los propios asesinos.
¿Les han asesinado porque el Pentágono bombardea Siria o Irak? No. Les han asesinato por reírse con imágenes de Mahoma. Resulta que Toledo y sus acólitos les van a llevar la contraria a los que cometieron el crimen. Como clama Mahoma en una de las viñetas que más ha molestado a los fanáticos: “Mahoma desbordado por los integristas. ¿Qué he hecho para que me amen estos gilipollas?”. Sucede que estos rebañadores de dolor ajeno siempre encuentran alguna explicación, tenga que ver o no con el hecho, para arrimar el ascua a su sardina. No estamos hablando de aquellos bombardeos, ni de Irak, ni de Siria, ni hace falta justificarlos para decir sencillamente que estamos ante una barbaridad. Con eso hubiera bastado a los pocos minutos de la masacre.
La cuestión no es anecdótica, porque mientras haya una corriente favorable a explicarnos de esta manera la amenaza que se cierne sobre los derechos fundamentales -ahora le ha tocado a la libertad de expresión pero otras veces en la sexual, la de culto, etc- será imposible un diagnóstico certero de lo que pasa y por lo tanto más nos costará encontrar la manera de defender esos principios que consideramos básicos para la convivencia.
El problema al que nos enfrentamos no se aborda ni con islamofobia ni con “buenismo”. Ni el islam asesina ni todos los preceptos en esta interpretación del islam deben ser considerados como respetables. No lo son. Volvamos al caso de la matanza parisina. No es respetable que en nombre de la supuesta ofensa a las creencias musulmanas dos encapuchados se lleven por delante a una docena de personas.
También aquí he encontrado conductas asombrosas. Que estemos o no de acuerdo con las viñetas no tiene nada que ver con el derecho que les asiste a los editores de las revistas a publicarlas. En los ordenamientos jurídicos están regulados los límites y de hecho, Charles HBDO ha tenido bastantes problemas judiciales porque sabía que se paseaba por esos límites. Por eso, no comparto esos escritos en los que se habla de que el semanario satírico estaba jugando con fuego o que su línea editorial era una manera de mofarse de la comunidad musulmana -hace falta ser ignorante o no haber leído nunca la revista para sacar esas conclusiones-. No estamos hablando de si es o no acertada esa línea editorial sino de su libertad para publicarlas y del derecho de los lectores a leerlas.
Europa anuncia nuevas medidas de control para la primavera. Ha sido imposible evitar el recuerdo de cómo cambió el mundo tras los atentados del 11-S, de cómo fuimos reduciendo espacios de libertad para ganar seguridad. Y ahora, nueva vuelta de tuerca. No me gusta de entrada lo que se avecina, pero admito que a los kalashnikov no se les puede combatir solo con lápices. Como eslogan funciona; como estrategia defensiva es desastrosa. Hemos depositado el uso de las fuerza en los poderes públicos y deberíamos ser consecuentes: debemos apoyar esas medidas para que nos defiendan. A la vez, hay que extremar el cuidado en que todo se haga con la garantías democráticas de las que los asesinos nos quieren privar. La cuestión no es sencilla, pero cuanto antes acabemos con el despiste y con los discursos timoratos, más libres y seguros viviremos.