Bilbao - Euskadi se adentró ayer en un año que promete ser particularmente intenso. Por un lado, deberá afrontar el reto de la recuperación económica y conseguir que las grandes cifras que prevén que siga creciendo el producto interior bruto tengan impacto en los bolsillos de los ciudadanos, en la creación de empleo y en los resultados de las pequeñas y medianas empresas vascas. El Gobierno vasco prevé que 2015 sea el año de la inflexión. Por otro lado, el nuevo año estará cosido de convocatorias electorales. Solo una de ellas tendrá lugar en la CAV, la de los comicios municipales y forales de mayo, pero el resto de elecciones a nivel estatal, como las generales de finales de año, podrían afectarle colateralmente y enrarecer la relación entre los partidos. En ese complicado contexto, el Parlamento Vasco se adentrará en la redacción del nuevo estatus de autogobierno después de las elecciones de mayo. También se prevé que a principios de año Sortu haga públicas sus propuestas de paz en torno al suelo ético para reactivar la ponencia parlamentaria que debe discutir sobre convivencia. Asimismo, los verificadores internacionales se han comprometido a trasladar la propuesta de desarme de Lakua a ETA, que no ha respondido aún. Ante ese vertiginoso horizonte, el lehendakari insistió en la necesidad de forjar acuerdos durante su tradicional discurso de fin de año, donde avisó de que, “si queremos salir adelante, el pesimismo y el enfrentamiento no serán de ayuda”. Se refirió a los tres grandes retos del año, la crisis, la paz y el nuevo estatus, y para todos y cada uno de ellos recetó grandes acuerdos. Abogó por hacer un “esfuerzo” para dar pasos “juntos”.

Urkullu se expresó en esa clave en los mensajes emitidos la pasada Nochevieja en euskera por ETB-1 y en castellano ETB-2. El espíritu general de ambos discursos era el mismo, aunque el lehendakari evitó que ambas intervenciones fueran un mero calco o traducción y, según explicaron fuentes de su entorno a DNA, se decantó por introducir matices y frases diferentes en cada una de las cadenas para respetar la riqueza de cada idioma y su forma particular de expresión. Algunas de las aseveraciones emitidas en ETB-1 fueron más concretas que las de ETB-2, ya que lanzó claros emplazamientos a los partidos para que sean generosos y sepan modular sus posiciones en pos del acuerdo, sobre todo en materia de paz. No aludió en ningún momento al presidente español, Mariano Rajoy, del que ya no espera nada, y tampoco al proceso catalán, sino que se centró en los problemas de Euskadi y la vía vasca de autogobierno.

La apelación del lehendakari a los acuerdos no es nueva, aunque adquiere otro matiz en el arranque de un año complicado. Esa alusión a los acuerdos no sorprende en un equipo que gobierna en minoría -aunque le da tranquilidad su pacto con el PSE-, pero no sería solo cuestión aritmética: los retos que aguardan a Euskadi afectan a cuestiones nucleares, por lo que un acuerdo por la mínima podría no ser suficiente y, más aún, el lehendakari ha abogado por acuerdos no solo amplios sino entre diferentes, como por ejemplo a la hora de acordar el nuevo estatus. A pesar de que aludió a los tres retos, dejó claro que, en el año clave para la salida de la crisis, el desempleo sigue siendo el “principal problema” para el Gobierno vasco por la incidencia que tiene en las familias, un orden de prioridades que coincide con los principales quebraderos de cabeza señalados por la ciudadanía en las encuestas. “Dar la vuelta a esa situación es y será nuestro principal objetivo”, zanjó. Urkullu dejó sitio para la autocrítica. “Sé que no hemos hecho frente a todas las necesidades pero, por encima de las dificultades, nuestro pueblo ha mostrado solidaridad. Hemos hecho un esfuerzo especial para no dejar a nadie atrás”, dijo.

Tras repasar que el Gobierno vasco ha tratado de gestionar los limitados recursos económicos con rigor y garantizando las prestaciones sociales esenciales, consideró que Euskadi ha dejado atrás lo peor de la crisis, aunque tampoco alzó las campanas al vuelo y, sobre todo, apeló a los acuerdos para consolidar la recuperación. En las últimas semanas, de hecho, Lakua ha dado el pistoletazo de salida a la mesa de diálogo social, que reúne a CC.OO., UGT y la patronal Confebask, además de al propio Ejecutivo. Desde el gabinete jeltzale son conscientes de las limitaciones de esa fórmula porque ambos sindicatos no alcanzan ni remotamente la mayoría necesaria para forjar un acuerdo sobre los convenios o las condiciones laborales, pero al menos han abierto una vía para pactar actuaciones en materia de empleo, y esas medidas podrían tener impacto presupuestario. A mediados de mes volverán a reunirse, mientras ELA y LAB siguen negándose a sentarse en esa mesa. Urkullu volvió a apelar ayer a los acuerdos, aunque no citó expresamente a los dos sindicatos abertzales, no aludió a quienes rechazan el diálogo y evitó cargar tintas. Se decantó por un mensaje en positivo, quizás para no alimentar enfrentamientos que cierren la puerta a que puedan incorporarse más agentes en futuras convocatorias.

También se refirió expresamente al acuerdo entre su gabinete, las diputaciones y los ayuntamientos sobre la cartera de servicios sociales, que fija qué prestaciones serán exigibles por los ciudadanos ante los tribunales, y que las administraciones vascas deberán garantizar tengan o no dinero. Urkullu quiso agradecer a los firmantes del acuerdo su implicación. “La responsabilidad compartida es la base para solucionar los problemas”, recetó. El lehendakari se propone seguir ese modelo de grandes acuerdos para allanar la crisis en 2015.

En cuanto a las previsiones económicas, se mostró prudente. De hecho, las cifras del Gobierno vasco para este año son menos optimistas que las que ha publicado la patronal, por ejemplo. Confebask calcula que se crearán 17.000 empleos, frente a la muy medida previsión de 5.800 puestos de trabajo que vislumbra Lakua. En su discurso de Nochevieja, Urkullu consideró que “hemos llegado al punto de inflexión” y que “ha cambiado la tendencia”, pero dejó ver que la salida de la crisis no será coser y cantar y el camino hacia la recuperación podría ser largo. “Hemos resistido lo peor de la tormenta, pero no pensemos que ya estamos a salvo”, dijo, para añadir que “la salida de la crisis no va a ser inmediata ni sencilla”. “Esta también es la verdad, porque la economía no crecerá como lo hacía en la década anterior. Posiblemente no saldremos rápido, pero debemos salir juntos”, dijo. Consideró que la cohesión social, la innovación y la internacionalización deben ser los pilares de la recuperación.

paz y nuevo estatus En materia de paz, también previó un camino largo y dificultoso. Por ello, pidió la implicación de todos y huir de cálculos partidistas, quizás en una alusión velada a la posibilidad de que nadie se mueva de sus posiciones hasta las elecciones generales de finales de año. ETA, porque aspire a que gane el PSOE para que sea más proclive a cambiar la política penitenciaria y acordar el desarme; y el PP de Rajoy, porque podría evitar el desgaste electoral. Lo mismo podría suceder con EH Bildu y PSE y su discusión sobre el suelo ético y la injusticia de la violencia para reactivar la Ponencia de Paz.

“Quiero pedir generosidad. Tomemos decisiones, cada uno las que le correspondan. Mostremos generosidad, sin cálculos. Ofrezcamos lo mejor de nosotros, para dejar lo mejor a la nueva generación. Queremos construir una plaza pública que haga sitio a todas las familias políticas de este país. Reconstruyamos los puentes para emprender juntos este camino. Recuperemos la vía indispensable para ello: la vía del diálogo”, pidió. No aludió expresamente a la propuesta de desarme de ETA diseñada por Lakua, pero pidió el final “ordenado”, “desarme total y verificado”, reconocimiento del daño injusto causado, memoria, reparación de todas las víctimas y una política penitenciaria distinta. Confió en que este año se avanzará en la paz y la crisis.

Sobre el nuevo estatus, apostó por superar la crisis política e institucional, es decir, la crisis del modelo de Estado, “que obstaculiza el ejercicio y la actualización del autogobierno vasco”. Planteó reconocer el hecho diferencial vasco y la realidad nacional de Euskadi, e insistió en su método de la negociación y el acuerdo.