La concatenación de citas con las urnas que establecerá un nuevo crisol de mayorías, las expectativas del fin de la recesión económica y los procesos soberanistas en Catalunya y Euskadi marcarán un ejercicio sin resquicio para el respiro.
¿Urnas por la independencia?
Primera estación, Catalunya. No es casual que el rey Felipe VI se haya afanado en no dejar de pisarla en las últimas semanas sabedor de que ahí puede arrancar la fractura definitiva del Estado español si finalmente los ciudadanos catalanes son llamados a las urnas para, mediante unas elecciones plebiscitarias, decidir si se decantan por un Estado independiente. Antes hará falta que Artur Mas y Oriol Junqueras abracen una hoja de ruta consensuada, o no, para acudir a votar bien una lista unitaria o diferentes candidaturas bajo un mismo lema; y, una vez establecidas las condiciones, adentrarse en la espiral que conduzca a la desconexión final. El proceso participativo del pasado 9-N sirvió de antesala y para reforzar la figura del actual president, aunque seguramente será la sociedad civil la que pilote un proceso soberanista que empezó a germinar cuando el Tribunal Constitucional desbarató el Estatut que salió también de la voluntad popular. Resulta impensable que la calle pueda conformarse ya con pasar otro curso aferrada a la energía derrochada en jornadas como las experimentadas los últimos 11 de septiembre y aguardar a que el líder de CiU agote la legislatura para conformar un nuevo Ejecutivo, y menos aún que pueda darse ya una especie de acuerdo entre el Govern y el gabinete de Rajoy, adentrados ambos en, como dirían los estadounidenses, el año del pato cojo. Sobre todo porque los catalanes no se conformarían con un pacto fiscal o mejoras en aspectos sociales y lingüísticos. De haber elecciones, todo apunta a que el calendario marcará en rojo las últimas semanas de febrero o primeras de marzo, puesto que a la vuelta de la esquina se toparían con la convocatoria de las municipales.
Del vuelco navarro al cambio de color español
No se detendrían ahí las citas electorales, porque, como prólogo de las generales de 2015, habrá que dirimir la pugna en las municipales, forales y autonómicas que pueden teñir de otro color el mapa político español el próximo 24 de mayo. Y esta vez no con el tradicional traspaso de poderes del bipartidismo sino con la emergencia de Podemos, amén de que no presente listas a los ayuntamientos más allá de poder reforzar a candidaturas independientes. Descuadrado el juego de mayorías, se pondrá en liza si el PSOE ha conseguido calar su mensaje de reforma constitucional o prosigue con su declive; si el PP pierde feudos históricos como la Comunidad Valenciana y Madrid; y si la formación de Pablo Iglesias se erige en el motor del cambio. Y mientras en la CAV la partida se disputa fundamentalmente en Araba, donde los populares podrían perder tanto la diputación como el consistorio gasteiztarra, y en el músculo que pueda mantener EH Bildu en Gipuzkoa, a expensas de si se cumplirá lo que apunta el Euskobarómetro acerca de Podemos; todos los ojos se colocan mirando a Nafarroa, más aún tras el último Navarrómetro que otorgaba el triunfo a la formación de los círculos y relegaba a la tercera plaza a UPN en el adiós de Yolanda Barcina como presidenta foral, originándose un terremoto político sin precedente alguno donde se medirá la fortaleza vasquista.
¿La crisis es historia?
La construcción crecerá un 1,8% en el Estado español, lo que supondrá el primer avance de este sector desde que estalló la recesión; el avance del Producto Interior Bruto superará el 2,5%; y las cifras del desempleo caerán por debajo del 20%. A estas tres variables se acogió recientemente el presidente Rajoy para vaticinar que la crisis “es historia”, aunque luego se vio obligado a recular y matizar que los efectos de la mejora no han llegado a todos los ciudadanos por igual. Percepciones que poco o nada se notan aún en el bolsillo del ciudadanos de a pie y a las que el líder del PP fía todas sus posibilidades de éxito de salir reelegido al menos por mayoría simple remontando el batacazo que le auguran las encuestas. Perdida la credibilidad de un sector del votante conservador, y con la corrupción provocando aluminosis en Génova 13, Rajoy encara el último ejercicio tirando del aval que presupone a la fotografía del primer acuerdo social con la patronal y los sindicatos tras la firma del acuerdo de ayudas a parados de larga duración. En verdad, las perspectivas han mejorado por la rebaja de impuestos, el descenso de los tipos de interés y, sobre todo, la caída del precio del petróleo, lo que supondrá más renta para los hogares, menores costes energéticos para las empresas y un menor déficit comercial, pero casi nada de esto obedece a las políticas emprendidas por el gabinete que él encabeza. Modificar la percepción sobre la crisis puede ser cuestión de estado de ánimo mucho más que de números, y es que aunque los datos macro evolucionan bien, no son suficientes como para decretar 2015 como el año de la felicidad si no se hace desde una óptica sumamente prudente. Pero el PP ha optado por fijar sus electores con dos criterios: la venta de la recuperación económica, y el miedo a las alternativas populistas.
Conclusiones para ganar poder de decisión
Con más ponderación espera el Ejecutivo vasco un año en el que confía en que se cree empleo neto por primera vez y queden sedimentadas las bases del proceso de paz y normalización, y en el que se ratificarán las conclusiones para dotar a Euskadi de un nuevo estatus jurídico y político. El inmovilismo desde Madrid ha penalizado las peticiones de Urkullu en materia de política penitenciaria, Cupo, el TAV, Foronda... y en Lakua aguardan a que la próxima legislatura estatal desatasque la rigidez de la mayoría absoluta del PP. También en autogobierno, después de que el líder jeltzale, cuando se presentó a lehendakari, anunciara la ponencia que definiera y aprobara otro modelo plasmado en un texto articulado que debía someterse a refrendo popular en 2015 o 2016. Ni el acercamiento entre las diferentes sensibilidades ni el contexto general han permitido que el avance fuera tan significativo, obligando a reconsiderar los tiempos y a trabajar sin poner fechas y con paciencia. Y ello, con EH Bildu apretando las clavijas para mimetizar los pasos que se están produciendo en Catalunya, con sus matices, y abrir un proceso constituyente hacia la independencia. Tras las forales, y escuchadas todas las comparecencias de los expertos, la ponencia entrará en harina, los partidos comenzarán a exponer sus propuestas y a intentar dar forma al articulado. Urkullu solo intervendrá si recibe el mandato de los grupos.
‘Gürtel’, ‘Nóos’... y hasta la infanta en el banquillo
Con la infanta Cristina sentada en el banquillo, a mediados de año arrancará el juicio del caso Nóos que acabará muy probablemente con los huesos de Iñaki Urdangarin, su socio y un buen número de implicados en la cárcel. Y es que este, el frente judicial, será el otro obstáculo del PP, ya que desde el juicio oral de la trama Gürtel hasta otras 16 investigaciones vinculadas a esta red con imputaciones de corrupción que apuntan al corazón del partido pueden salpicar la carrera electoral de muchos de sus candidatos. Además, a expensas de si el magistrado Pablo Ruz se encargará de acabar las respectivas instrucciones, la mafia corrupta que dirigía Francisco Correa y los manejos del extesorero Luis Bárcenas, encarcelado en la prisión de Soto del Real, han extendido la sospecha sobre las organizaciones del PP en Madrid, Comunidad Valenciana, La Rioja, Galicia, Cantabria y Euskadi. Decenas de cargos públicos se sentarán en los próximos meses en el banquillo en media docena de juicios en este 2015 de vértigo donde, asimismo, la familia del expresident Jordi Pujol seguirá en el disparadero.
24 de mayo. Elecciones municipales en todo el Estado y, además, forales en la CAV. Será inevitable que los resultados se lean en clave autonómica, con una EH Bildu que calentará motores para intentar arrebatar la primera plaza al PNV con vistas a las elecciones de 2016. Varias comunidades, como Nafarroa, celebrarán también comicios autonómicos. Se espera un batacazo de UPN y PSN, y dominio de fuerzas progresistas y Podemos.
Tras las forales. La ponencia parlamentaria que busca un nuevo estatus para Euskadi entrará en harina una vez escuchados los expertos. Los partidos comenzarán a exponer propuestas e intentarán dar forma a un articulado. El lehendakari solo intervendrá si recibe el mandato de los grupos.
Finales de año. Rajoy deberá convocar elecciones generales a finales de año. Aunque también acudirá a las municipales diluida en candidaturas ciudadanas, Podemos librará su gran batalla en esos comicios, y algunos sondeos no descartan que dispute la primera plaza al PP. Lo que sí parece claro es que descuadrará el juego de mayorías y pondrá fin al bipartidismo PP-PSOE, con las implicaciones que tendría en una eventual reforma constitucional donde los postulados de Pablo Iglesias son más rupturistas.
¿Catalunya? Se espera un adelanto electoral para avanzar hacia la independencia.