madrid - Las encuestas queman en la sede de Génova 13, donde temen perder en las próximas elecciones municipales y autonómicas feudos tradicionales, entre ellos la Comunidad de Madrid y la capital del Estado. Ante este tenebroso escenario, y con el objetivo de recuperar el programa más conservador del PP, que algunos sectores del partido culpan de su pérdida a su propio líder, Mariano Rajoy; Esperanza Aguirre amenaza con volver. Después de que en septiembre de 2012, con lágrimas en los ojos, anunciara que dejaba el Gobierno regional tras sufrir una grave enfermedad y con la intención de dedicarse ya a su familia -eso sí, sin abandonar nunca la presidencia de la formación en Madrid-, la lideresa se ha puesto en manos del presidente español como candidata popular al Ayuntamiento de Madrid. Tan solo el actual presidente, Ignacio González, había oficializado su intención de ser número uno en la listas, mientras sonaban con fuerza también las opciones de la vicepresidenta del Gobierno español, Soraya Sáenz de Santamaría y de la delegada del Gobierno en la Comunidad, Cristina Cifuentes. Hasta que ayer Aguirre, en rueda de prensa ex profeso en la sede del partido, apuntó que no quiere hacerse hacerse “de rogar para nada”, pero que la puesta a disposición de su partido se debe a que puede “ser de utilidad”.
Su regreso al puesto de funcionaria y su posterior fichaje por una empresa de cazatalentos en la que ha venido trabajando no parecen colmar sus ansias de personalismo, tal y como ha demostrado en todo este tiempo de retiro en el que ha aprovechado para dejar caer siempre sus juicios de valor en asuntos tan polémicos y viscerales como el aborto, la subida de impuestos o la excarcelación de presos de ETA como consecuencia de la doctrina Parot, y en los que no ha dejado precisamente en buen lugar las políticas de Rajoy. “Si quienes tienen que decidir piensan que yo puedo ser un activo para el PP en cualquiera de los puestos que piensen que pueda ser de utilidad, por supuesto que yo estoy a disposición”, señaló en alusión al líder del PP. Y es que para Aguirre su formación atraviesa una delicada situación en la que necesita “acertar en las personas que vayan a defender mejor los principios y valores del partido”. “Si se quiere nombrar a personas que no sean suficientemente conocidas quizá sería tardío”, precisó. Y es que según las propias encuestas, Aguirre es la política del PP que mejor valoración tiene entre sus militantes y simpatizantes, sobre todo si se trata de activar el voto desmovilizado.
Fue la decisión de Ana Botella, actual regidora de la capital, de no entrar en la batalla electoral la que desató todo tipo de especulaciones y candidaturas más o menos veladas. Pero mientras en el PP no sueltan prenda sobre quien optará a dirigir la Alcaldía de Madrid, el PSOE sí lo ha hecho con el mediático Antonio Miguel Carmona, mientras que IU se decantó por Mauricio Valiente; y UPyD, por David Ortega, a falta de conocerse el candidato de la plataforma Ganemos, donde se integrarían diversas formaciones, incluidas Podemos, Equo y hasta IU.
recelos en la oposición El ofrecimiento de Aguirre ha despertado recelos en la oposición. El líder de los socialistas madrileños, Tomas Gómez, consideró que solo pretende “vengarse de los policías municipales con los que tuvo el altercado” de tráfico hace unos meses tras aparcar en el carril bus de la Gran Vía, mientras que el propio Carmona cree que sería una “buena noticia” que Aguirre “torciera el brazo” a Rajoy consiguiendo que este aceptara su candidatura, aunque no le es “grato” verla “humillarse” para ser candidata. El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, tiró de ironía en declaraciones a Cuatro. “El PP ha oído a la calle, donde se pide una regeneración política y generacional, y por ello elige a alguien salpicada por la corrupción”, valoró.
De momento, en el seno del PP Aguirre solo recaba apoyos tibios. Ignacio González se limitó a decir que le parece “muy bien”, mientras que Botella reseñó que apoyará al candidato “sea quien sea”. Incluso el vicesecretario de Organización del PP, Carlos Floriano, evitó pronunciarse y advirtió de que el partido tiene “mucha gente querida” para ese puesto. “Si alguien piensa que Rajoy es una persona presionable, ya les garantizo que no lo es”, zanjó. Decantar la balanza depende ahora del presidente, y de los movimientos de la propia Aguirre.