El buscador de noticias de Google, un auténtico chivato a la hora de certificar quién es quién de la actualidad, proporciona unas trescientas entradas al teclear el nombre de Arantza Quiroga. Se trata de una cifra nada desdeñable pero considerablemente inferior al interés informativo que generan el diputado general de Araba, Javier de Andrés, que triplica las noticias que genera la presidenta de su partido, y el parlamentario Iñaki Oyarzábal, a quien las controversias sobre su factura telefónica de vacaciones a costa del erario y, sobre todo, sus desafortunadas declaraciones sobre los hechos del 3 de marzo de 1976 en Gasteiz le han llevado a protagonizar cuatro veces más de inputs informativos que Quiroga. Todas estas cifras quedan eclipsadas por las que arroja el alcalde de Gasteiz, Javier Maroto, que al calor de sus polémicas propuestas sobre endurecer las ayudas sociales y la inmigración ha tomado posición en la agenda política española con diez veces más menciones en Google que la presidenta de su partido en Euskadi.

Más que una anécdota, lo del famoso buscador de internet es un síntoma. El síntoma de que Quiroga pierde protagonismo en el discurso del PP de la CAV, lo que arroja nuevas dudas sobre su liderazgo interno y sobre el control de los populares alaveses de la estrategia del partido. Y es que todavía no se ha sofocado el incendio que provocó Quiroga el pasado marzo al destituir al alavés Oyarzábal como su número dos para diseñar una ejecutiva que marcara la diferencia con el PP de Antonio Basagoiti. En los ocho meses transcurridos desde el congreso popular del que salió ratificada, la presidenta del PP vasco no ha logrado zafarse de la alargada sombra de los populares alaveses, quienes reclaman más poder e influencia en el partido por ser los que han mantenido el bastión de los conservadores en las instituciones vascas al gobernar en Gasteiz y Araba.

Ni siquiera el círculo más próximo a Quiroga niega la evidencia de que la cara visible del PP vasco no es en realidad la que más se ve. Pero lo achacan a otros motivos que no tienen nada que ver con la ausencia de liderazgo o de mensaje propio de una dirigente que llegó a la cúspide del partido en mayo del 2013 con el dudoso método del dedazo. “Contra lo que puede parecer desde fuera, la coordinación de mensajes entre los diferentes dirigentes del partido es absoluta”, sostiene un portavoz del partido. Desde el PP se concede que son los dos Javieres, Maroto y en algo menor medida De Andrés, los que está llevando el “protagonismo” en el discurso del partido, sobre todo teniendo en cuenta que alcalde de Gasteiz lidera el debate sobre el endurecimiento de la Renta de Garantía de Ingresos que ha tensionado la política vasca por su trasfondo xenófobo. “Nuestra estrategia electoral pasa por Maroto, nuestro foco está puesto en el PP alavés”, resumen.

hay que ganar en araba Es en Araba donde los populares vascos se juegan el todo por el todo en la campaña electoral para los comicios del próximo mayo que arrancará oficiosamente tras el parón de Navidad. Maroto y De Andrés gobiernan con mayoría simple en las dos grandes instituciones del territorio, y tratarán de reeditar triunfo y makila de mando. Pero las tendencias electorales y los encuestas no les favorecen. El PP alavés sigue perdiendo votos elección tras elección, aunque en menor medida que el conjunto de la formación en Euskadi. Y los sondeos electorales conocidos hasta ahora pronostican un derrumbe tanto en Araba como en Gasteiz, aunque en esta ciudad hay tres partidos (PNV, EH Bildu y el PP de Maroto) que están en un puño, según la última encuesta del Gabinete de Prospección Sociológica del Gobierno vasco. Los populares saben, y no lo ocultan, que el discurso sobre los presuntos abusos en las ayudas sociales calan en la sociedad, y confían en que la identificación entre esta reivindicación y la figura del alcalde Maroto acabe por inclinar la balanza electoral a favor del actual primer edil. Así que el respaldo a los dirigentes alaveses, en especial a Maroto, es total. “Son ellos los que tienen que ganar las elecciones”, se dice desde el partido.

Convertido a estas alturas en uno de esos políticos que frecuentan a todas horas los platós de televisión, el alcalde de Gasteiz amplía día a día su argumentario, fijando la posición del partido en numerosos temas, como, por ejemplo, el futuro de las pensiones o la postura de los populares en el asunto de Trebiñu.

Entre tanto, ¿dónde está Arantza Quiroga? Dicen desde su entorno que trabajando mucho en la faceta interna del partido. Desde que fue ratificada en el congreso del PP vasco de marzo la presidenta de los populares se puso como objetivo fortalecer la estructura del PP en Bizkaia y Gipuzkoa, y a día de hoy está enfrascada en la elaboración de las candidaturas para las municipales y forales, donde la formación se juega su pervivencia como partido de gobierno en Araba y como formación bisagra en las Juntas Generales vizcaína y guipuzcoana, una tarea que se antoja cada vez más difícil si las encuestas están en lo cierto.

Desde el PP también explican que la dirigente popular está enfrascada en el proceso negociador de los Presupuestos de la CAV con el PNV, y que no deja de lado su implicación en los temas económicos, como pone de relieve su visita esta semana al Centro de Competitividad e Innovación de Tolosaldea o que sea la parlamentaria del PP que confronte con el lehendakari, Iñigo Urkullu, sobre propuestas de emprendizaje en la Cámara vasca. También protagonizará otra iniciativa la semana que viene cuando se debata la moción que reclama la creación de una ponencia parlamentaria que estudie el impacto del emprendimiento en la economía vasca. Y es que Quiroga quiere tener visibilidad en uno de los grandes argumentos políticos del PP vasco, la reivindicación de medidas que apoyen una economía vasca que sea tractor de la española, aprovechando el hecho de que, según la doctrina popular, la recuperación económica es ya un hecho gracias al Gobierno de Mariano Rajoy.

múltiples voces Pese a estas actividades que destaca su círculo más próximo, Quiroga ha optado por un perfil bajo que contrasta con la visibilidad de Idoia Mendia, la otra dirigente política que una vez fue elegida el pasado septiembre secretaria general del PSE decidió marcar su impronta en cada una de las decisiones y comparecencias públicas de los socialistas para certificar el cambio de ciclo que representa después de doce años de liderazgo de Patxi López. De hecho, en esta nueva etapa el PSE ni siquiera tiene portavoz y Mendia ejerce de tal.

En el caso de Quiroga las cosas no son así. Cada uno de los presidentes territoriales del PP tiene perfil propio. Antón Damborenea es el referente económico del partido, Borja Sémper se ha convertido en la imagen fuera de Euskadi de los conservadores vascos, y Alfonso Alonso, muy próximo a Rajoy y a Soraya Sáenz de Santamaría, tiene proyección propia como portavoz del PP en el Congreso de lo Diputados. La número dos de partido, Nerea Llanos, volcada en el trabajo interno, es habitual en la tribuna del Parlamento y en comparecencias públicas, bastante más que Laura Garrido, quien aún no ha sacado lustre a su cargo de portavoz. Sin olvidar por supuesto, a los dos Javieres alaveses.

Estas múltiples voces eclipsan el mensaje de Quiroga aunque en el entorno de la presidenta lo denominan de otra manera: el PP vasco “reparte juego” entre sus dirigentes, una estrategia que no se cansan en remarcar es “compartida” por todo el partido.

la corrupción que ronda Con independencia de que sea una decisión consensuada o no, lo cierto es que la distancia que se ha impuesto la presidenta de los populares se ha incrementado en las últimas semanas de forma premeditada ante la avalancha de casos de corrupción que afectan a la médula del PP, y que irónicamente explotaron mientras aún se oían los ecos de las acusaciones desde las filas conservadoras de presunta financiación irregular de los batzokis del PNV. La detención del ex número dos madrileño Francisco Granados en la operación Púnica, el descubrimiento de las tarjetas opacas de Caja Madrid o el tercer grado a Jaume Matas concatenaron un octubre horribilis que los populares vascos despacharon con duras críticas contra quienes se han estado lucrando en su partido y la exigencia a su jefe de filas, Mariano Rajoy, para que active medidas anticorrupción.

Aunque ven la corrupción en su partido como un hecho lejano, propio de los feudos del PP como Madrid y Valencia, los populares de la CAV no están del todo tranquilos por las consecuencias que podría tener la instrucción del caso Bárcenas, después de que el juez Pablo Ruz haya incorporado el informe de la Policía Nacional que sostiene que la formación pudo pagar con dinero negro procedente de la sede de Génova la compra y reforma de la oficina central del PP vasco, en Bilbao. Desde Euskadi, Quiroga y su equipo siempre han negado que supieran que el dinero que enviaba Bárcenas era ilegal y a cambio de comisiones. “La presidenta no ha querido salir mucho a los medios porque se trata de una situación de mucho ruido”, explican.

Este “repartir juego”, este “protagonismo” de los candidatos alaveses desdibujan cada día más el discurso de Quiroga cuando, además, su llegada a la presidencia del PP vasco no ha conseguido despejar la disyuntiva del partido entre romper con las formas del pasado y tener voz propia en la política vasca sin ser un satélite de su nave nodriza en Madrid.