Barcelona - Después de que no fueran pocos los que dieran por amortizada su figura política, Artur Mas ha salido más que reforzado del 9-N. Tras la ronda de contactos mantenida con los máximos dirigentes del bloque proclive al derecho a decidir, y que ha servido para escenificar la ruptura civilizada entre el jefe del Govern y el líder de la oposición, Oriol Junqueras, amén de constatarse la práctica imposibilidad de gestar una candidatura unitaria; el president sopesa presentarse en solitario a unas hipotéticas elecciones encabezando una lista que podría aglutinar a personalidades de la sociedad civil y que incluso prescindiría de las siglas convergentes. Es decir, que Mas sería el rostro visible de una formación que, como ya se aventuró semanas antes de la histórica cita del pasado domingo, acudiría a las urnas bajo una denominación al estilo del partido del president. Tal formulación no excluiría el cariz plebiscitario de dichos comicios, ya que tanto esta apuesta política, así como la de ERC o la CUP, a expensas de lo que decidiese ICV, estaría en disposición de mostrarse al electorado con la independencia como único punto programático o, al menos, el prioritario. Lo que el propio Mas definió como la “consulta de verdad” de la que el Gobierno español y el Tribunal Constitucional privaron a los catalanes.

El Govern, a través de su portavoz Francesc Homs, avanzó ayer que en el plazo de un mes, antes del periodo navideño, Mas tomará una decisión definitiva sobre “cómo orientará” el resto de la legislatura y si anticipará las elecciones, aunque el próximo día 25 de noviembre, en el acto previsto en el Fórum de Barcelona ante unas 2.000 personas de distintos ámbitos de Catalunya, ofrecerá las primeras pinceladas de su proyecto inmediato. “No se trata de ir pasando los días deshojando la margarita, sino de invertir un mínimo de tiempo necesario”, señaló el conseller de Presidència en declaraciones a RAC1, ya que “con el impulso que da el 9-N es evidente de que pronto sabremos cómo se operará al respecto, dentro de un proceso sin marcha atrás y que pasa por que Catalunya disponga de más herramientas, las que además le corresponden como nación”.

Para empezar, Mas y Junqueras comprendieron las razones que abogan uno y otro para caminar hacia un mismo objetivo pero por diferente senda, sin descartar que en los próximos días hallen un “denominador común” a tenor del “tono y actitud positiva” que expusieron, no solo ellos sino el resto de líderes. Al republicano le interesa el adelanto de los comicios y presentarse en primera persona porque los sondeos otorgan a ERC una sólida ventaja sobre CiU para acceder a la presidencia de la Generalitat y a revalidar un éxito como el de las pasadas europeas que no se producía desde tiempos de la Segunda República. Por su parte, el president pretende aprovechar la ola del proceso participativo que le ha ayudado a remontar en las encuestas y a frenar el descalabro que se avecinaba, y más tras casos como el de Jordi Pujol que conducían a la extinción de la federación nacionalista como tal. Mas, que contactará con representantes de la sociedad civil, agentes sociales y patronales, sabe también que erigirse en cabeza de cartel de una lista no contaminada por las siglas de CiU supondrá que Duran i Lleida, nada amigo de que haya comicios -como reconoció ayer- y menos con la secesión en el punto de mira, se apee de la apuesta. De hecho, admitió haber votado por un Estado propio pero no independiente en el referendo alternativo.

En este contexto, la Generalitat prevé presentar los Presupuestos de 2015 la primera semana de diciembre, y si bien el PSC de Miquel Iceta se ofreció a un pacto estable hasta el final de la legislatura que incluyera, entre otros asuntos, validar las Cuentas, todo hace indicar que éstas serán prorrogadas puesto que los socialistas para nada acompañarían a Mas en su meta electoral. Otra historia es que el president aguantara sin convocar comicios hasta después de las municipales pero entonces se arriesgaría a perder el empujón del 9-N y difícilmente su electorado más escorado al objetivo independentista comprendería que sea ahora el momento de embarcarse en temas cotidianos. “No estamos en una situación normal, sino extraordinaria” y, por tanto, “no se trata de imponer posiciones sino de saber identificar el común denominador”, insistió Homs.

respuesta de Madrid Además, el Govern está consternado con la valoración del Ejecutivo del PP sobre el resultado del 9-N. Primero, con Rajoy hablando de “fracaso” y apropiándose de los abstencionistas; después, con su vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría refiriéndose a la “fractura” del bloque soberanista como ejemplo del fiasco. Más chocante fue la afirmación última del vicesecretario de organización Carlos Floriano, para quien los resultados demostraron que “los catalanes son mayoría y los independentistas son minoría”, como si estos últimos no fueran catalanes. Homs tiró de ironía: “Sí, mis hijas no fueron a votar porque una tiene 13 años y otra 15”. Para el conseller, la conclusión del Gobierno español es la de “aquel que quiere negar la evidencia de las cosas porque están agrios, desconcertados. Están indignados simplemente porque hemos pasado de ellos, porque el 9-N no fue un acto colectivo pensando en ellos, sino a favor de la propia Catalunya”, en lo que fue “no el paso definitivo, pero sí de gigante” hacia la independencia.

Resta solo saber si Mas pondrá en breve fecha para unas elecciones que de celebrarse apuntan a febrero, y si finalmente confía en que los números abrumadoramente soberanistas del 9-N le permiten ganar el peso suficiente para repetir victoria en solitario. Al menos, la tendría más cerca que hace una semana.