Washington - “Los demócratas van a tener un mal día electoral”, pronosticó hace unos días el exportavoz de la Casa Blanca, Jay Carney. Las elecciones legislativas del próximo martes prevén un nuevo varapalo para el presidente Barack Obama en sus horas más bajas. El mandatario, que no supera el 40% de popularidad en los últimos meses, apenas ha aparecido en la campaña electoral apoyando a los candidatos demócratas, labor que ha delegado en la primera dama, Michelle Obama, y el matrimonio formado por Bill y Hillary Clinton. Según las encuestas, los republicanos no solo mantendrán su mayoría en la Cámara de Representantes, sino que se harán con el control del Senado, para lo que necesitan seis escaños más de los que tienen ahora.

Son varios los factores que influyen en la previsible derrota demócrata. El primero, que las elecciones de medio término, como se conocen estos comicios en Estados Unidos, suelen castigar al partido del gobierno cuando hay críticas a su gestión. El segundo es la baja popularidad del presidente así como las recientes crisis que ocupan los titulares de todo el país en las últimas semanas: la llegada del ébola a Estados Unidos, las críticas por la tardanza en actuar contra el grupo yihadista Estado Islámico en Siria e Irak y los fallos de seguridad del Servicio Secreto, el cuerpo encargado de proteger al presidente y su familia. Otro factor es el electorado. Los principales sectores que favorecieron la reelección de Obama y que suelen votar demócrata -jóvenes, mujeres y latinos- tienden a quedarse en casa en estas elecciones frente al electorado fiel a los republicanos, hombre blanco y conservador, que sí suele acudir a votar. “Los comicios de medio mandato benefician históricamente a los republicanos, vota menos gente y la que vota es más mayor”, explica a Efe John Hudak, experto en elecciones del centro de estudios Brookings Institution.

A diferencia de la Cámara de Representantes, que se renueva por completo, los estadounidenses solo eligen en esta ocasión un tercio de los escaños del Senado. Según la web RealClearPolitics, los republicanos tendrían asegurados 47 escaños y los demócratas, 45. Pero aún falta por conocer el resultado en ocho estados en los que la contienda está muy reñida: Alaska, Colorado, Georgia, Iowa, Kansas, Luisiana, New Hampshire y Carolina del Norte.

La oposición necesita seis escaños más de los que tiene actualmente para dominar la Cámara Alta. Los de Montana, Dakota del Sur y Virginia Occidental parece claro que pasarán a manos republicanas, según los analistas, ya que se retiran los senadores demócratas que están actualmente en el cargo y no tienen un sucesor fuerte. Arkansas parece también una victoria clara de la oposición. Asimismo, hay un optimismo creciente entre los conservadores sobre Alaska y Luisiana, triunfos con los que obtendrían los seis escaños necesarios. Iowa y Colorado están muy reñidos, aunque con una ligera ventaja de la oposición. Todo lo contrario que New Hampshire y Carolina del Norte, donde los demócratas van por delante. En Georgia, la contienda está tan reñida que podría celebrarse una segunda vuelta el 6 de enero, tres días después del inicio del nuevo periodo de sesiones del Congreso.

Kansas, por su parte, es un caso especial. En este histórico bastión republicano, un independiente, Greg Orman, está llamando a votar contra el stablishment de Washington y parece que su mensaje está calando -las encuestas muestran un empate entre Orman y el senador republicano, Pat Roberts-. Esto supondría una dura derrota para el partido de la oposición y un punto negro en lo que parece que será una jornada para celebrar.

En la Cámara de Representantes, RealClearPolitics otorga 228 escaños a los republicanos y 128, a los demócratas, mientras que mantiene la incógnita sobre 24 asientos.

Las presidenciales Muchos se preguntan estos días si los resultados de los comicios del martes suponen un presagio de lo que ocurrirá en las elecciones presidenciales de 2016. Y la respuesta es no. “Habrá que esperar a 2016 para ver el efecto de las tendencias demográficas favorables a las demócratas, que ya se apuntaron en 2008 y 2012”, asegura Hudak. Los demócratas miran el futuro político más allá de estas legislativas y saben que los cambios demográficos que ha sufrido el país en los últimos años juegan a su favor. Estados Unidos es más diverso y el hombre blanco conservador, el votante fiel de los republicanos, es cada vez más mayor y minoritario. El nuevo electorado estadounidense se caracteriza por su progresismo en lo social y tiende a votar demócrata. Los nuevos jóvenes defienden el aborto, los derechos reproductivos y el matrimonio entre personas del mismo sexo, tesis que chocan frontalmente con el Partido Republicano. De hecho, la diferencia en las tendencias según la edad en las últimas elecciones fue la mayor registrada desde que en 1972 se redujo la edad mínima para votar a los 18 años. “En el año 2000 no había apenas diferencia en la manera en que votaban jóvenes y mayores. Ahora, hay un abismo”, asegura Paul Taylor, vicepresidente ejecutivo de proyectos especiales del Centro de Estudios Pew.

Los jóvenes y los latinos resultaron clave en la reelección de Obama en 2012. Y también las mujeres. A ellas se dirigió ayer el presidente Obama en su mensaje radiofónico nacional. “La verdad es que, cuando las mujeres triunfan, Estados Unidos triunfa. Y deberíamos elegir políticas que benefician a las mujeres porque eso nos beneficia a todos”, manifestó. El problema está en que estos sectores suelen movilizarse menos en las elecciones legislativas que en las presidenciales. Además, los hispanos son mayoría en estados donde la elección está más o menos clara a favor de uno y otro partido, pero apenas tienen representación en los estados empatados o clave, por lo que su influencia será mínima en la votación del martes.

Decepción Pero además, los hispanos se han sentido decepcionados con la administración Obama por no sacar adelante la reforma migratoria, un tema aparcado por los demócratas precisamente por las elecciones legislativas. Con varias manifestaciones y protestas, la comunidad hispana de Estados Unidos, que se volcó en la reelección de Obama -más del 70% de los latinos votaron por el mandatario en 2012- ha dejado claro al Gobierno de Obama que está decepcionada por el estancamiento del proyecto, una de las grandes promesas electorales del Partido Demócrata, en el Congreso y el aplazamiento de las medidas ejecutivas del presidente.

Esa acción ejecutiva se esperaba para agosto, pero Obama cedió a las presiones de su formación y decidió retrasar cualquier medida en inmigración hasta después de las elecciones legislativas por miedo a la pérdida de más votos. El presidente ha prometido que esas medidas llegarán antes de que acabe el año, algo a lo que se oponen los republicanos, que han bloqueado la reforma en la Cámara de Representantes, y que parece que seguirán paralizando si se cumplen los pronósticos electorales.

Los candidatos demócratas no han sacado el tema durante la campaña electoral, algo que ha encendido más los ánimos de la comunidad hispana. De hecho, Hillary Clinton recibió varias críticas por ello durante un acto electoral en Maryland. La ex primera dama y ex secretaria de Estado, que suena como candidata a las presidenciales de 2016, fue interrumpida por un grupo de personas hasta en cuatro ocasiones durante su intervención. “Si hubieran esperado solo un poco más, estaba a punto de llegar a la Dream Act -el proyecto que abriría la vía a la regularización de los estudiantes indocumentados-. Yo fui una de las orgullosas impulsoras de esa ley como senadora y voté por ella”, manifestó. “Soy una firme defensora de la reforma migratoria integral y creo que debemos arreglar nuestro sistema de inmigración fallido, y también que tenemos que mantener a las familias unidas”, sentenció. Clinton es consciente de que cualquier candidato que quiera ganar en las elecciones presidenciales de 2016 necesita al menos el apoyo del 40% de la población hispana.

La Cámara de Representantes está formada por 435 escaños. Actualmente, los republicanos tienen la mayoría, con 234 asientos, frente a los 201 que corresponden a los demócratas. El líder de la Cámara es el republicano John Boehner. En las elecciones de martes están en juego todos los escaños. Los sondeos prevén que los republicanos lograrán al menos 228 y los demócratas, 182. Un total de 25 están aún en disputa.

La verdadera batalla está en el Senado, que en estos momentos está en manos demócratas. En la actualidad, el partido de Obama tiene la mayoría, con 52 escaños, frente a los 46 de los republicanos y 2 independientes. De momento, los republicanos lideran las encuestas. Sin embargo, en caso de empate entre los dos partidos, el vicepresidente Joe Biden, que también es presidente del Senado, tendría que emitir el voto de desempate cuando fuera necesario.