BILBAO - Como Horacio, protagonista de Rayuela, libro de cabecera que rige su destino vital y regala a sus amigos, domina infinidad de temas sobre los que trata de convencer sin estridencias y con un discurso directo que incluye a un PSOE “renovado, unido y transformador”, girado a la izquierda, de ahí el resquemor que Eduardo Madina (Bilbao, 11-I-1976) ha levantado en la caverna mediática. Apuntaba maneras competitivas cuando en la Universidad de Deusto, donde se licenció en Historia Contemporánea, se fajaba en el equipo de voleibol y, de momento, ha ganado el primer partido, el de trazar el asalto a la secretaría general de Ferraz mediante la fórmula un militante, un voto que echó atrás a la presidenta andaluza, Susana Díaz.

Antes ya venció al terror al no querer encasillarse como víctima, que lo fue, cuando el 19 de febrero de 2002 una bomba lapa colocada por ETA en su Seat Ibiza amputó al de Arangoiti la pierna izquierda provocando que en su casa irrumpiera la noche “y una sombra de pena y tristeza” envolviera a su familia. De hecho, diez meses después, su madre, a la que tan unido estaba, falleció de un infarto producto en parte de la tribulación y tanto sufrimiento. Para cerrar heridas, el entonces líder de la Juventudes Socialistas de Euskadi puso tierra de por medio hacia el Parlamento Europeo, donde la ahora eurodiputada Eider Gardeazabal y él soñaron con trabajar durante un paseo vacacional a la orilla del Rhin. Buscó evasión en la música, en festivales como aquel que disfrutó junto a la exconcejala bilbaina cerca de Bruselas donde tocaron Radiohead, Björk y Underwordl. “Inolvidable”.

Creció Madina en tiempos donde su ideal consistía en “discrepar por el día y quererse por la noche”, eso que su compañero de filas Óscar Rodríguez, con quien discutía hasta el amanecer, definió como “socialismo afectivo”. Eduardo, adalid al sector de Patxi López cuando éste aún no era secretario general -Óscar se alió al de Carlos Totorika-, se las tuvo en 2000 con Nicolás Redondo en puertas del frustrado pacto con Mayor Oreja por redactar una ponencia que apostaba por la transversalidad con el nacionalismo. Pero el bicho de la política se lo inculcó su hermano Mikel Torres, hoy alcalde de Portugalete, amigo desde los campamentos de juventud.

En 2004 fue bautizado como el niño minado de Zapatero, que elogiaba su valía en público y en privado, tanto que -cuentan- llegó a ofrecerle una secretaria de Estado que rechazó. La concejalía de Sestao entre 1999 y 2001 quedaba ya lejos, y más cuando a raíz de la marcha de Jáuregui, pasó a ser secretario general del grupo socialista en el Congreso. Viró sus costumbres el salto a Madrid, pues tuvo que acostumbrarse al foco público y la escolta compaginándolos con sus potes por La Latina, cenas en las casas de amigos y una intensa vida cultural donde estrechó lazos con Álvaro de Luna y David Trueba. Y es que podría protagonizar el film Ocho apellidos vascos junto a su esposa -desde hace diez años- Paloma Villa, sevillana y exasistente de Trinidad Jiménez, con la que se casó en un barco sobre el Guadalquivir y que le hizo padre de Unax hace cinco años. Madina quiere ahora restañar la credibilidad fagocitada por las últimas decisiones de ZP, que incluso criticó duramente en petit comité.

Blindado contra el odio y partidario del diálogo ante la violencia, destaca por la naturalidad y el trato amable pese a poder parecer distante y reservado. Su republicanismo no es un secreto ni siquiera para Zarzuela, consciente de que él planteará el debate del modelo de Estado si el lance lo requiere. En el departamento de Humanidades de la Universidad Carlos III donde impartió clases durante seis años recuerdan su capacidad para la comunicación y el feeling con el alumnado. A Twitter también le ha vencido, navegando en la red social como pez en el agua para proclamar el “shock de modernidad” que ansía inyectar al PSOE, la frescura que anhelan sus desencantados votantes. Críticos como su paisano Almunia le achacan que si fuera arquitecto, no se le conocería obra. Eso, y una radicalidad fabulada de la que no hay pruebas. Pero Madina tiene ya música y letra para la nueva canción socialista. Internacional, sin desafines. - Igor Santamaría