Kiev - El plan de paz para el este de Ucrania presentado por el presidente, Petró Poroshenko, tiene pocos visos de salir adelante en vísperas de que mañana viernes concluya la tregua entre el Gobierno de Kiev y los rebeldes prorrusos.

En seis días de alto el fuego, las irreconciliables posturas de los dos bandos no se han acercado ni un ápice, mientras que los enfrentamientos armados han continuado, aunque con mucha menos intensidad.

“No hubo tregua y el alto el fuego no se respeta. No veo por ahora la posibilidad de continuar con las conversaciones. Lo que hizo el grupo de contacto (acordar la tregua en el que fue el primer contacto entre Gobierno de Kiev y rebeldes) no ha tenido ninguna importancia práctica”, dijo ayer uno de los líderes de los insurgentes, Alexandr Borodái.

Los separatistas prorrusos mataron ayer a nueve soldados ucranianos al derribar el helicóptero en el que iban, al tiempo que las fuerzas ucranianas han continuado hostigando con fuego de artillería la ciudad de Slaviansk, bastión y símbolo de la insurgencia prorrusa en la región de Donetsk.

“Cinco milicianos han muerto y unos 15 resultaron heridos el martes”, aseguró el “gobernador popular” de la llamada república popular de Donetsk, Pável Gúbarev.

Las escaramuzas también han seguido en la frontera con Rusia, que sigue parcialmente en manos de los separatistas a pesar del gran esfuerzo del Ejercito ucraniano por recuperar su control.

A pesar de las dudas sobre una pronta solución pacífica al conflicto, la comunidad internacional no pierde la esperanza de que las primeras conversaciones entre los bandos, que cristalizaron en una tregua hasta las 10.00 horas locales de mañana viernes, continúen para, al menos, prorrogar el cese de hostilidades. El propio Poroshenko, que siempre se ha negado a dialogar con los líderes rebeldes y que advertía hace una semana de que no estaba dispuesto a un alto de fuego prolongado en el tiempo ni a “negociar por negociar”, saludó el inicio de las consultas con los insurgentes.

Poroshenko cerró la puerta a cualquier posibilidad de negociar la escisión de las dos regiones prorrusas: “nuestro objetivo es la paz, pero no una paz a cualquier precio. No nos temblará la mano para responder con dignidad al agresor armado que amenaza la unidad e integridad de nuestro Estado”.

Tampoco está dispuesto a renunciar a otras dos condiciones ineludibles de su plan de paz: la desmilitarización de Donetsk y Lugansk y la recuperación del control sobre la frontera con la vecina Rusia.