madrid - "En esa España, unida y diversa, basada en la igualdad de los españoles, en la solidaridad entre sus pueblos y en el respeto a la ley, cabemos todos; caben todos los sentimientos y sensibilidades, caben las distintas formas de sentirse español". Este extracto del discurso de Felipe VI resume sus intenciones en cuanto al debate de modelo de Estado que se está cocinando en los fogones del ruedo ibérico y en el que los partidos nacionalistas vascos y catalanes, y también gallegos, intentarán meter la cuchara para probar el guiso. Es una declaración genérica de intenciones que no aborta el debate pero lo encierra en un campo de juego limitado y que no es plato de buen gusto para el lehendakari, Iñigo Urkullu ni para el president, Artur Mas.

Si a lo más que llega es a la literalidad del discurso, el nuevo rey no aporta ni siquiera un solo guiño a la pluralidad del Estado español. Ni una mención al Estado plurinacional, ni a las nacionalidades ni a la necesidad de abordar un nuevo modelo de Estado para satisfacer las demandas de los pueblos -término que empleó para referirse a las autonomías históricas-.

Y ese fue precisamente el reproche que realizó el lehendakari una vez escuchado su discurso de proclamación. La ausencia de novedades, la continuidad con el argumentario de su padre. "No he visto ninguna novedad", señaló al término de la coronación en el Congreso de los Diputados, para a continuación censurar que no ha habido "ni una mención al Estado plurinacional ni a las nacionalidades y sí a la soberanía nacional". El monarca se refirió hasta en tres ocasiones sobre la "unidad de España".

El rey intentó equilibrar la falta de referencias a las nacionalidades del Estado español y su acomodo en el tablero político y jurídico con referencias de tipo cultural y etnográfico sobre los pueblos que integran el Estado: "Esa interrelación entre culturas y tradiciones tiene su mejor expresión en el concierto de las lenguas. Junto al castellano, lengua oficial del Estado, las otras lenguas de España forman un patrimonio común que debe ser objeto especial de respeto y protección, pues las lenguas constituyen las vías naturales de acceso al conocimiento de los pueblos y son a la vez los puentes para el diálogo de todos los españoles". Felipe VI reprodujo la visión de la España secular que reduce la identidad vasca a su folklore, sus tradiciones y su lengua.

Y hablando de lenguas. El rey finalizó su discurso con un agradecimiento en castellano, catalán, euskera y gallego. "Eskerrik asko", fue la única palabra que pronunció en la lengua de Aitor, a pesar de que previamente le atribuyó, junto a las otras tres, un papel de empaste de los pueblos que "enriquecen" España. Fue un gesto insuficiente para quienes esperaban que el monarca se arrancará con alguna frase de contenido en las tres lenguas minoritarias.

Con la prudencia que le caracteriza, Urkullu no dio por zanjada la cuestión y la encomienda a la negociación política y el acuerdo con los dos grandes partidos del Estado español y, en su caso, con el propia monarca al que, en el breve espacio de saludo entre ambos, reclamó un encuentro para abordar el modelo de Estado y el papel del rey. No es una demanda nueva, ya que en los últimos meses han sido varias sus manifestaciones en este sentido. El lehendakari reconoce que es "demasiado pronto" para juzgar el compromiso del Felipe VI con el nuevo modelo de Estado que se reclama desde Euskadi y considera que "es tiempo de ofrecer diálogo y voluntad para acordar".

Urkullu solo participó en la coronación del rey en el Congreso de los Diputados y a su término partió de regreso a Euskadi, ausentándose del paseíllo de los nuevos reyes por el centro de Madrid y la posterior recepción en el Palacio Real. Su presencia levantó gran expectación y fue objeto de un severo marcaje de periodistas y reporteros gráficos para levantar acta de sus reacciones ante el discurso de Felipe VI.

En sintonía con el lehendakari, el portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, señaló que echó en falta el uso del término "nacionalidades" así como un "gesto" hacia Catalunya. En este sentido, agregó que, aunque era la intervención que los jeltzales "esperaban", no ha sido la que les "hubiera gustado". El diputado jeltzale llegó incluso a decir que el discurso "ha sido más de lo mismo; lo podía haber hecho perfectamente su padre".

Desde la izquierda abertzale, que no asistió al Congreso, Hasier Arraiz, afirmó ayer que, "con el cambio de un Borbón por otro, nada de lo fundamental va a cambiar". Tampoco asistieron a la proclamación los diputados del BNG, que calificaron de "inmovilista" el discurso del rey".