Bilbao - El Gobierno Vasco tiene claro que la vía más adecuada para alumbrar un nuevo estatus de autogobierno para Euskadi es la ponencia constituida en el Parlamento Vasco. Propone un consenso amplio entre los partidos, y que el resultado sea sometido a referéndum entre la ciudadanía de la CAV. Ya ha aclarado que la consulta de Catalunya no alterará su hoja de ruta, y que no emulará a Artur Mas porque las situaciones de ambos territorios son diferentes. Que los catalanes no dispongan de una fiscalidad propia y de un sistema de Concierto Económico podría haber enervado sus reivindicaciones y, además, la opción del referéndum no es nueva para Euskadi porque ya la exploró el lehendakari Ibarretxe. No obstante, Iñigo Urkullu añadió ayer un matiz más. Tampoco propondrá echar la llave a la vía del acuerdo parlamentario aunque Mariano Rajoy no esté dando señales de vida ante sus reivindicaciones a favor de un nuevo estatus. Es más, aboga por llevar la apuesta hasta el final aunque no hubiera acuerdo con Madrid. Dejó ver que su diálogo con Rajoy y los trabajos del Parlamento Vasco son dos carriles diferenciados, de modo que, aunque no fructificara su interlocución personal con el presidente español, la otra vía debería seguir adelante.

El lehendakari se expresó en esa clave en una entrevista con Radio Euskadi, donde descartó emprender la senda catalana -lo que para PSE y PP supondría echarse al monte y radicalizarse- si el Estado exaspera a Lakua y sigue sin tomar la mano tendida de Euskadi. "Que se pueda alcanzar un acuerdo institucional con las formaciones políticas es el camino que voy a seguir, más allá de la respuesta del presidente del Gobierno español; respetar la pluralidad de la CAV", ahondó. A su juicio, "hay un doble camino: la relación con el Gobierno español, y el camino que recorren los partidos en la ponencia del Parlamento". Cuando se le preguntó si plantea llevar la apuesta hasta el final aunque no hubiera acuerdo con Madrid, se mostró tajante: "Evidentemente".

La respuesta se sitúa en las mismas claves que el análisis de Lakua sobre la cadena humana por el derecho a decidir de Gure Esku Dago. Una reivindicación que atiende pero sin intención de saltarse el procedimiento de la ponencia, máxime cuando el Parlamento congrega hoy a las cuatro grandes familias de la CAV, incluida la izquierda abertzale.

EL TEST DEL CONGRESO Fuentes de Lehendakaritza consultadas por este diario detallan que Urkullu plantea "tirar para adelante" con lo que acuerde la ponencia. Esa referencia a "lo que acuerde la ponencia" no es baladí: en principio, el lehendakari aspira a que el Parlamento alumbre un articulado que pueda aprobarse a través del procedimiento de reforma estatutaria, que se traduce en que el texto sea respaldado por la Cámara vasca y el Congreso, y que el trámite culmine sometiendo la propuesta a referéndum entre la ciudadanía de la CAV. Ese esquema implica que tenga que haber un acuerdo con Madrid en algún momento para superar el test del Congreso.

No obstante, todo depende de "lo que acuerde la ponencia", el texto que alumbre y la vía que lleve aparejada. "Si acuerda otra cosa, será otra vía", explican las mismas fuentes, que recuerdan que el desenlace "no depende del Gobierno Vasco", sino de los partidos congregados en la ponencia. Además, podría entrar un segundo factor en liza: una eventual reforma constitucional para Catalunya que, de rebote, tenga incidencia en Euskadi y ensanche sus atribuciones. "Puede cambiar el desarrollo de la ponencia. Estamos pendientes", recalcan.

La apuesta de Urkullu por llegar hasta el final no implica aplicar el nuevo estatus en Euskadi aunque lo vetara el Congreso. Sus palabras no se referían a ese escenario. Supondría un acto de desobediencia que, por el momento, Lakua ha rechazado como vía para hacer frente a los recortes de Rajoy: ha preferido buscar los recovecos para no aplicarlos o para minimizar su impacto en suelo vasco, pero siempre desde la legalidad. En cualquier caso, lo que sí se exige desde el PNV es que el Estado respete el resultado que arroje el referéndum del nuevo estatus -Catalunya ya vio cómo el Tribunal Constitucional vetaba los artículos más simbólicos incluso después de haber pasado el test del Congreso y la consulta-, y que las Cortes estatales respeten también el acuerdo que apruebe el Parlamento Vasco. En definitiva, que Madrid no tumbe lo que acuerden los partidos vascos y su ciudadanía.

El silencio de Rajoy Urkullu lamentó ayer que lleva "un año y medio con la mano tendida" sin obtener respuesta de La Moncloa. El lehendakari, que a pesar de la crítica quiso mostrarse conciliador, llegó a asegurar que puede "entender" que Rajoy se sienta abrumado por otros problemas como la crisis económica, cuestiones internas del PP o el reto catalán, pero puntualizó que "es su responsabilidad" gestionar esas cuestiones y tener en consideración las manos tendidas de Euskadi y Catalunya. "Si ante una mano tendida no hay respuesta, tiene que tener conciencia de la insatisfacción que genera", avisó. También avanzó su intención de trasladar a Felipe VI "la necesidad de abordar el hecho diferencial de Euskadi" porque, aunque el debate corresponda a los partidos, la monarquía tiene asignada la labor de arbitrar y moderar en la Constitución española.

El jefe de Lakua quiso respetar la tarea de la ponencia y recalcó que son los grupos los que deben perfilar un nuevo estatus pero, a preguntas de los entrevistadores, avanzó algunas líneas generales como la aspiración a una mayor soberanía relacionada también con el bienestar y el progreso social de Euskadi, abordar cómo encajar el autogobierno con Nafarroa y Europa, y cómo institucionalizar el derecho a decidir y que pueda incorporarse al ordenamiento jurídico.