la imagen del monarca español ha perdido fuelle en las encuestas no solo por su baja valoración entre el electorado nacionalista vasco o catalán -que no es novedoso que mire a la Casa Real con cierto desapego, o bien abierta hostilidad en algunos sectores-, sino por su descrédito entre otros votantes. En cualquier caso, esa implantación de las fuerzas abertzales en Euskadi -que pueden ver con distancia lo que ocurra en España-, y la ausencia de una mayoría social a favor de la monarquía han propiciado que el análisis de la figura de Juan Carlos I no haya sido tan complaciente. El PNV piensa que no ha cumplido su función de arbitrar ante el problema de encaje de las nacionalidades históricas en España; y la izquierda aber-tzale cree que sus visitas están de más. A pesar de su distancia política, los jeltzales han primado el respeto institucional, pero la izquierda abertzale ha alentado el boicot. En cualquier caso, esas imágenes de tensión fueron más propias de los convulsos años ochenta que de la actualidad, cuando instituciones gobernadas por la izquierda abertzale, como la Diputación de Gipuzkoa, han apostado por no hacer "aspavientos" ante sus visitas, y cuando Amaiur se ha entrevistado con él tras acceder al Congreso. En las últimas semanas, en plena campaña europea y coincidiendo con un repunte de los desplazamientos de la monarquía, sí se ha producido un recrudecimiento de sus críticas, y en mayo recibió al príncipe con proclamas a favor del derecho a decidir.
Sus visitas no han dado demasiado de sí, ya que se han centrado en actos protocolarios, como la inauguración de infraestructuras industriales, aunque también acudió a Euskadi tras las inundaciones de 1983. Ese escaso impacto ha provocado que en algunos ámbitos se cuestione la utilidad de su figura. El PNV se ha preguntado abiertamente si cumple con sus funciones, aunque desde otra óptica. Los jeltzales se han mostrado críticos tras la imputación de la infanta Cristina por un presunto fraude fiscal, y tras conocer el coste de las operaciones del rey en clínicas privadas, y llegaron a pedir que hiciera público su patrimonio. Pero no solo han aludido a cuestiones de imagen. El lehendakari Urkullu, que dejó caer que quizás habría que estudiar otras fórmulas como la república, entró en cuestiones de fondo para denunciar que Juan Carlos I no está cumpliendo con la función de arbitrar y moderar el funcionamiento regular de las instituciones que le atribuye la Constitución en el artículo 56.1.
En concreto, los jeltzales lamentan que haya asistido impasible a las reivindicaciones de Euskadi y otras nacionalidades históricas. El rey debe ser neutral, pero esa exigencia no lo inhabilita para llamar a consultas a las fuerzas políticas para moderar un acuerdo. Desde algunos ámbitos se pidió al rey que hiciera eso mismo pero para atajar el paro. En otras ocasiones, el PNV ha criticado que el rey haya mediado pero para actuar de parte: en la precampaña de 2009, que desembocó en el desalojo de los jeltzales de Ajuria Enea por el pacto PSE-PP, El Correo publicaba un artículo que aseguraba que el rey espetó a López: "Patxi, a ver cuándo ganas a estos, que llevan treinta años en el Gobierno". También habría pedido a Antonio Basagoiti que apoyara la investidura socialista. En 2012, en una carta publicada en la web de la Casa Real, criticó a quienes persiguen "quimeras". Catalunya se dio por aludida.
protestas La izquierda abertzale, por su parte, ha alentado el boicot a sus visitas y ha criticado a quienes recibían al monarca. Arnaldo Otegi se refirió al Borbón como "el jefe máximo del Ejército español, es decir, el responsable de los torturadores". No obstante, poco después de acceder a la Diputación de Gipuzkoa, y ante la visita del rey, Martin Garitano aseguró que ese viaje no condicionaría su acción de gobierno y que su equipo da la "bienvenida" a quien venga "con respeto al lugar al que llega". "Y vamos a hacer política sin aspavientos", dijo. Tras la controversia que desataron sus declaraciones, aclaró que no acudiría al acto. Además, tras las elecciones generales de 2011, el portavoz de Amaiur en el Congreso, Xabier Mikel Errekondo, acudió a la ronda de entrevistas de los diputados con el rey. No era una novedad, porque ya lo hizo Jon Idigoras en 1993, pero fue su tono cortés -se refirió al rey como "su majestad"- lo que marcó un hito.
Quedan para la historia la accidentada intervención del rey en la Casa de Juntas de Gernika en 1981, donde fue interrumpido por una veintena de representantes de Herri Batasuna entonando el Eusko Gudariak. Pero también se recuerda la peineta con la que habría respondido el rey a los manifestantes que protestaban por su aterrizaje en Gasteiz en 2004, aunque la Casa Real aseguró después que se había malinterpretado su gesto. ETA, por su parte, intentó atentar contra el rey en 1995 y en 2004, cuando Javier Pérez Aldunate tuvo que abortar la operación por no haber recibido un rifle a tiempo. En Nafarroa, gobernada por partidos constitucionalistas, la relación ha sido más plácida, pero el monarca también se ha tenido que enfrentar a situaciones comprometidas: en 2002, Batasuna entonó el Eusko Gudariak en la inauguración de la nueva sede del Parlamento.
Su mensaje navideño solo se ha visto en ETB durante el mandato de López. Se ha emitido una única vez en la legislatura de Urkullu, que accedió a Ajuria Enea en diciembre de 2012, a las puertas de la emisión del discurso, y cuando seguía al frente del ente el equipo de Alberto Surio.