la abdicación del rey Don Juan Carlos ha provocado que algunos grupos de la izquierda extrema -como IU- y de extrema izquierda -como Podemos- enarbolen la bandera republicana y exijan el fin de la Monarquía. Están en su derecho.
Fue el José Ortega y Gasset el que allanó el camino a la revolución incruenta que acabó en 1931 con el reinado de Alfonso XIII con un famoso artículo titulado "¡Delenda est Monarchia!". Mas las acusaciones del filosofo republicano contra el rey eran de gran calado. Su respaldo al golpe de Estado del general Primo de Rivera en 1923 había supuesto una gravísima violación de la Constitución de 1876. El rey se había deslegitimado y cuando quiso regresar a la normalidad constitucional convocando elecciones municipales era demasiado tarde.
El rey Juan Carlos hizo todo lo contrario que su abuelo. Condujo a España a la democracia, devolvió al pueblo español la soberanía nacional e impulsó la aprobación de la Constitución de 1978, llamada con razón de la Libertad y de la Concordia, que fue refrendada por la gran mayoría de los ciudadanos. Y cuando un 23-F un grupúsculo de militares golpistas secuestraron al Gobierno y al Congreso, el rey salvó a la democracia.
La Monarquía tiene por tanto en España plena legitimidad democrática. Los que enarbolando banderas comunistas la rechazan harían bien en recordar las palabras de Santiago Carrillo en las Cortes constituyentes. La aceptación de la Monarquía -dijo- "es una actitud responsable que nos felicitamos sea compartida, en definitiva, por el Grupo Parlamentario Socialista, colocado en una situación semejante a la nuestra. En realidad, nunca se vio que un pueblo rechace la Monarquía cuando ésta ha contribuido a establecer las libertades políticas democráticas y cuando su rechazo significa poner en peligro dichas libertades. Este papel desempeñado por la Monarquía del Rey Juan Carlos es lo que determinan nuestra actitud, que no es una maniobra coyuntural y que mantendremos invariable, siempre que la Constitución sea respetada. (?) En este terreno contribuiremos en todo momento a facilitar la elevada y responsable labor del Jefe del Estado, cuya situación, al margen de las contiendas entre partidos y grupos sociales y al servicio de la voluntad popular expresada en las urnas, debemos respetar todos".
El rey Juan Carlos nunca se ha apartado de sus deberes constitucionales. Tampoco lo hará su hijo, Felipe VI. Quienes pretendan mandarlos al exilio tendrán que poner en marcha, si cuentan con el respaldo popular, los mecanismos constitucionales que permiten la reforma total o parcial de la Constitución. Mientras tanto, larga vida a Felipe VI. Expresidente de la Diputación Foral de Navarra