Si en un lado de la ecuación dibujamos el desapego global de la población provocado por la inacción de la clase política y le sumamos la indignación ante la falta de respuestas tras más de un lustro de crisis, en el otro lado surge el indefectible aumento de siglas de nuevo cuño y alternativas a las infructuosas recetas que han imperado hasta la fecha.
Lejos de ser una excepción, la cita continental con las urnas lleva camino de convertirse en el mejor ejemplo de esta tendencia; al menos, así lo apuntan las encuestas que preocupan a las grandes potencias políticas españolas y llenan de optimismo a actores hasta ahora secundarios o incluso a quienes ni siquiera figuraban de extras en el rodaje político de la Eurocámara.
IU y UPyD son los grandes beneficiados de esta tendencia en el plano estatal, dos fuerzas que concurren en solitario a las elecciones europeas y que podrían ver cómo sus sendos representantes -IU logró dos en los comicios de 2009 pero en coalición con los catalanes de ICV- podrían pasar a ser ocho -cinco para la fuerza de izquierdas y tres para la formación liderada por Rosa Díez- a partir del día 25.
Pero no son los únicos caladeros a los que una hastiada sociedad pretende asomarse con sus votos. En el conglomerado de 41 planchas que este domingo estarán a disposición del electorado, dos sobresalen del nutrido grupo de debutantes: Podemos y Ciutadans. En ambos casos los discursos alternativos y el calado mediático de sus cabezas de lista -Pablo Iglesias y Javier Nart, respectivamente- han despertado un interés que podría catapultarles a Bruselas.
Podemos es el reflejo político de gran parte de los indignados que alumbraron el 15-M. Bajo la batuta de este profesor de Ciencias Políticas de 35 años prometen arrinconar los privilegios de la "casta política actual" para impulsar la participación ciudadana y "conquistar" la igualdad desde el Parlamento Europeo. En su frontispicio programático destaca la crítica a la estructura financiera vigente y el control del FMI en estas políticas.
A diferencia de la formación liderada por Iglesias, Ciutadans sabe lo que es tener representación institucional gracias a los resultados cosechados en su Cataluña natal. Ahora pretende dar el salto a la esfera continental de la mano del veterano abogado y comunicador televisivo, Javier Nart.
A la hora de ubicar a esta formación en el espectro político estatal, los analistas políticos difieren sobre sus conclusiones, siendo la principal seña de identidad el rechazo a la corriente independentista catalana. Podemos, por su parte, apoya el derecho a decidir.
Peor suerte corre la última incorporación a la escena política. VOX, un partido que bebe de la crisis interna del PP, tiene en su cabeza de lista electoral, Alejo Vidal Cuadras, el principal tirón que genera la experiencia y la notoriedad mediática del otrora referente popular en Cataluña. Las encuestas no otorgan a la formación alumbrada por el amurriarra Santiago Abascal ningún europarlamentario, pero no cabe duda de que sus votos aligerarán las arcas de los populares.
Las buenas expectativas que las encuestas ofrecen a los partidos pequeños no han pasado desapercibidas para los grandes dominadores de la política estatal desde la reinstauración de la democracia tras el fin de la dictadura franquista. El temor de PSOE y PP a perder una parte de la apetecible tarta europea y, sobre todo, a que esta tendencia contraria a la polarización de la política española se traslade a los comicios domésticos -dentro de un año se celebrarán las elecciones locales y seis meses más tarde las generales- ha movilizado los resortes de Ferraz y Génova.
Antes de sucumbir al barro de los comentarios machistas, el candidato popular al Parlamento europeo Miguel Arias Cañete fue quien puso sobre la mesa la posibilidad de una gran coalición con el eterno rival en pro del "interés general", una opción que el expresidente del Gobierno español, Felipe González, tampoco vio con malos ojos en una primera reacción, aunque no tardó en cambiar de parecer.
Otros dirigentes se apresuraron a cerrar esta vía antes de que la misma supusiera una fuga de votos insalvable. El secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, rechaza un gobierno de concentración mientras siga al frente del partido, aunque este plazo podría ser más bien breve en caso de que los socialistas cosechen el 25-M unos resultados lo suficientemente adversos.
También desde las filas del PP, el candidato vasco Carlos Iturgaiz considera que la unión de siglas no es "necesaria". El tiempo y las urnas determinarán que postura se acaba imponiéndose.