Ha sido muy escalonado, aunque con puntos de inflexión, el desmarque de la sociedad española y vasca de los postulados y acciones de ETA. No es este el espacio para detallarlo. Es una cuestión a la que he consagrado en mi vida varios textos. Quiero recordar, de entrada, que al final del franquismo, ETA era uno de los referentes de la lucha antifranquista. También en la sociedad española. Piénsese en el Proceso de Burgos. La percepción comenzará a cambiar, para mucha gente, con la Transición. "La percepción de ETA omo alguien que no está trabajando para la defensa de los intereses que dice defender, es decir que no trabaja para defender a los vascos ni a nadie, creo que empieza a partir de 1975? En aquellos tiempos era muy habitual ver a compañeros de trabajo que cuando mataban a alguien? te contestaban 'algo habrá hecho?'". Lo dice José Luis Corcuera en el capítulo a él consagrado del libro de María Antonia Iglesias, Memoria de Euskadi (Aguilar 2009).

La actitud de la sociedad vasca hacia ETA, cuantificada desde 1981 hasta nuestros días, nos muestra que, siguiendo la terminología del Euskobarómetro, el "apoyo total" ha sido siempre minoritario, siendo la cifra más elevada el 8 % el año 1981. Desde entonces, inequívocamente, las cifras de "apoyo total" descienden y, a partir de 2010, se sitúan en el orden del 1% de la población. Incluso la "justificación crítica" ha estado los últimos 32 años (desde que tenemos datos del Euskobarómetro) debajo del 10% y desde 2001, bailan entre el 2% y el 3% de la población total de la Comunidad Autónoma Vasca (para más detalles sobre el "rechazo total" o "justificación crítica", terminología utilizada en el Euskobarómetro, pueden consultarlo en su web).

Pero centrémonos ya en algunos aspectos de la sociedad vasca actual. Me basaré, en parte, en el Sociómetro Vasco publicado el 14 de marzo del presente año 2014. Solamente el 15% de los encuestados dicen hablar con frecuencia sobre el proceso de paz con sus amistades, familiares o compañeros de trabajo; mientras el 49%, luego uno de cada dos, no lo hace nunca o casi nunca. El resto, el 34 %, de vez en cuando. Indicador indudable de que el proceso de paz no conforma una de las prioridades vitales de los vascos. Sin embargo, este dato no contradice, como cabe pensar a primera vista, con otro que señala que el 63 % de "la ciudadanía ha de tener una implicación más activa en la construcción de la paz". Era la respuesta esperable, pues la alternativa propuesta en el cuestionario decía que "este tema es responsabilidad exclusiva de los partidos políticos, no de la ciudadanía", afirmación que, así formulada, prácticamente nadie sostendría. Afortunadamente, me permito añadir.

¿Cuál es el perfil de ese 15 % de vascos que en mayor grado conversa de los temas de pacificación con sus allegados? Los hombres, las personas laboralmente activas, los nativos hijos de nativos, los que tienen estudios superiores, los que más prensa leen y, políticamente, los que simpatizan con EHBildu y con UPyD. Los del PP, los que menos. El dato no me parece positivo. Lo sería si este mayor interés por la pacificación estuviera entre los representantes de los partidos más centrados, esto es el PNV y el PSOE, y añadiría el PP porque mandan en España. Los temas no se resuelven si quedan en manos de los extremos (además radicalmente opuestos en sus soluciones) sino cuando los elementos centrales, aún con sus legítimas diferencias, buscan un consenso que alcance al menos a tantos como cuantos aprobaron el Estatuto de Gernika, sin dejarlo en manos de extremistas que, a la postre, se sirven unos de los presos, otros de las víctimas.

En mi anterior artículo, en el que señalaba los cuatro colectivos cuyas actitudes ante el final de ETA pensaba comentar, invitaba al lector a que hiciera sus apreciaciones críticas. Transcribo aquí algunas de las recibidas por su interés al tema que nos ocupa. Una lectora (V. I.) me escribe: "Creo que te falta mencionar un colectivo. La mayoría que, sin haber sido victimas ni agresores, sin embargo hemos sido perjudicados por el conflicto: maltratados y malinterpretados al salir fuera de Euskadi, malmirados por las fuerzas del orden (las de fuera al salir y, sobre todo, nuestros hijos, por las nuestras, aquí), considerados antivascos por los radicales y terroristas por los españoles (?.). Somos la mayoría civil que, además, queremos que prevalezca la justicia para todos, si matan a mi hijo el asesino tiene que estar en la cárcel, pero si mi hijo es el asesino yo tengo derecho a verle. Sí, quiero pasar página, pero no sin más ni más, sino que no se olvide lo que ha sucedido y lo que sigue sucediendo". Y concluye, "desgraciadamente es así y yo personalmente no me siento identificada en ningún colectivo que mencionas. En las guerras, la población civil es la que más sufre aunque no esté en el frente".

No sé si la población civil es la que más sufre, pero es obvio que sufre y mucho. Me impactó leer en el libro Violencia Roja y Azul, España, 1936-1950 (Ed. Critica, 2010), editado por Francisco Espinosa, que en la retaguardia la represión franquista sumó 130.199 víctimas mortales y la republicana 49.272 (puede consultarse la tabla, por comunidades autónomas, en las páginas 77-78 del libro).

Un señor (J. O.), me escribe que "respecto al primer grupo que tú llamas 'mayoría silenciosa' te diré que hoy tal grupo está a la espera de lo que haga Cataluña para seguir tal ruta. Urkullu quiere un consenso con Madrid pero sabe de sobra que Madrid jamás aceptará un referéndum vasco. ¿Qué hará Urkullu? ¿Plegarse? No creo. Estamos en el siglo XXI y ya no renunciamos a nada. Ante todo, la libertad". Y añade unas consideraciones sobre el, a su juicio, futuro del voto político en Euskadi.

J. L. L. tras afirmar que "yo también creo estar en el cuarto colectivo" añade: "soy bastante pesimista en casi todo. Euskadi ha resultado un fracaso como nación y España un fracaso como Estado. Fracasos ambos dos". Tema para pensar dos veces.

En fin, M. E. me dice que "la vida cotidiana acabará, si no lo ha hecho ya, pasando página y mirando al futuro, tanto en la sociedad vasca como en la española. Los únicos que se resistirán serán los directamente, tanto de un lado como de otro, afectados (mientras sus heridas no cicatricen) y ciertos políticos y ciertas asociaciones que parece que están más a gusto en guerra que en paz".

Al día siguiente de la publicación del Sociómetro Vasco del 14 de marzo, leí y recogí la mayoría de los titulares de los medios de comunicación. He aquí, algunos ejemplos. La Vanguardia: "Un 57 % de los vascos censura la actuación del Gobierno del PP sobre la paz". ABC: "Sociómetro: el 79 % de los vascos no quiere vencedores ni vencidos". Gara: "El 71% de la CAV defiende la puesta en libertad de los presos enfermos". El País: "La mayoría de vascos cree que ETA debe disolverse para avanzar en la paz".

¿Quién dijo que los vascos se desentendían del final de ETA?