La campaña electoral europea arranca oficialmente hoy 9 de mayo, Día de Europa, pero hace meses que instituciones europeas y partidos políticos se afanan en concienciar a los ciudadanos europeos de que estas elecciones son distintas y de que es vital acudir a votar entre el 22 y el 25 de mayo. No solo para examinar a los políticos que nos han dirigido durante los últimos cinco años de crisis sino, sobre todo, para dibujar la Europa que queremos. En total, 412 millones de personas -37,8 millones en el Estado español- están llamadas a depositar su papeleta para elegir a los 751 eurodiputados que conformarán la nueva cámara en unas elecciones con varios desafíos: la abstención y el posible auge de los partidos populistas y la ultraderecha.

Y es que, desde que estallara la crisis económica, el desencanto con la política y las instituciones europeas en general no hecho sino crecer. Apenas 8 de los 28 gobiernos de los Estados miembros han conseguido sobrevivir y esquivar el castigo en las urnas tras años de austeridad. Por eso, conscientes del hartazgo de la opinión pública y de la falta de legitimación que instituciones como la Comisión Europea tienen, todos los grandes grupos políticos se han unido esta vez para defender que el proceso electoral no solo determine la orientación política del hemiciclo sino, por primera vez también, sirva para influir en la elección de la persona que se sentará en lo más alto del Berlaymont, la sede del Ejecutivo comunitario.

Todos los grandes grupos han presentado un candidato a presidente que pasean desde hace semanas por toda Europa, con debates multilingües incluidos en las televisiones europeas. Dirigentes como el ex primer ministro luxemburgués y expresidente del Eurogrupo, el democristiano Jean Claude Juncker; el socialista y actual presidente de la Eurocámara, el alemán Martin Schulz; el liberal flamenco Guy Verhoftstadt; los ecologistas franco-alemanes José Bové y Ska Keller, o el representante de la izquierda europea, el griego Alexis Tsipras. Todos ellos han saltado a la arena política para hacer campaña paneuropea. "Por primera vez hay una narrativa política por encima de la nacional", sostiene Jaume Duch, director de comunicación del Parlamento Europeo.

Lo que no está del todo claro todavía es que el futuro presidente de la Comisión vaya a salir efectivamente de esta terna -el Tratado solo dice que el resultado electoral se tendrá en cuenta- ni que esta promesa vaya a ser suficiente argumento para que los ciudadanos acudan a votar. De lo que nadie tiene dudas es de que el resultado estará muy marcado por la economía y por esos cinco años de crisis que Europa arrastra a sus espaldas. Cinco años que han dejado una profunda herida, que gobiernos e instituciones han tratado de curar a base de dosis extremas de austeridad. Siempre con recortes y ajustes que se han traducido en miles de empresas cerradas y en millones de europeos sin empleo lo que ha disparado a su vez el eurodesencanto hasta cotas nunca vistas.

contra europa Un malestar del que se nutren muchos partidos políticos, especialmente la extrema derecha, los euroescépticos y los populistas, a quienes todos los sondeos auguran un fuerte repunte. Especialmente a la ultraderecha gala de Marine Le Pen, cuyo partido sitúan en Francia como primera fuerza, pero también a la extrema derecha holandesa de Geert de Wilders, la austríaca del FPO o la danesa del Partido Popular así como los euroescépticos del británico UKIP. Unos quieren destruir Europa desde dentro, otros repatriar competencias para volver a gestionarlas desde los Estados. Sea cual sea su objetivo, una presencia importante durante la próxima legislatura no solo les permitirá aprovechar el altavoz de la Eurocámara para atacar desde dentro el proyecto europeo sino más poder político y acceso a financiación europea.

No serán, sin embargo, los únicos enemigos a batir para los tradicionales grupos políticos de la cámara. También la abstención puede jugar de nuevo un papel importante. Desde las primeras elecciones europeas, en 1979, la participación no ha hecho sino caer en un goteo constante. Entonces, el nivel de participación se situaba en el 61,9%. Hace cinco años estaba ya en el 43%. Casi veinte puntos de diferencia -en España fue del 68,5 en 1987 y del 44,9% en 2009- que demuestran el escaso interés que estos comicios suscitan entre los ciudadanos y lo mucho que se han ido alejando los ciudadanos de Europa. Quedan quince días para que los partidos políticos conecten de nuevo y ayuden a entender por qué estas elecciones sí importan.

22-25 de mayo: Elecciones europeas en los 28 Estados miembros

27 de mayo:

La conferencia de presidentes de la Eurocámara -el presidente y los líderes de los grupos políticos- se reunirán a las 11.30 de la mañana para hacer un primer análisis de los resultados. El presidente informará posteriormente al presidente del Consejo Europeo. Este mismo día está convocada una cena informal de jefes de Estado y de Gobierno para hablar sobre resultados y proceso de negociación.

Mes de junio:

Negociaciones para elegir próximo presidente de la Comisión Europea.

26 y 27 de junio: El Consejo Europeo nombra candidato a presidente de la Comisión.

1 a 3 de julio:

Se constituye el nuevo Parlamento Europeo y se elige al nuevo presidente de la cámara, los vicepresidentes y los cuestores. En paralelo siguen negociaciones sobre nuevo presidente de la Comisión.

14-17 de julio:

El pleno del Parlamento Europeo vota al candidato a presidente de la Comisión nominado por el Consejo Europeo.

Verano:

Si hay nuevo presidente comienza el proceso de nominación de candidatos a comisario que deberán superar las audiciones en septiembre.

Octubre de 2014:

La nueva Comisión Europea se somete al voto del pleno. Si logra luz verde comienza su mandato el 1 de noviembre.