Una ligera inquietud invadía ayer Catalunya. La celebración de un debate crucial para el devenir del proceso catalán pero con un final anunciado despertaba cierto recelo pero, a la vez, nadie quería perderse las intervenciones de los diputados.

A las ocho de la tarde, con el debate todavía por terminar, centenares de personas se concentraron frente a sus respectivos ayuntamientos para expresar su rechazo a la presumible negativa del Congreso de los Diputados a la proposición de ley presentada por la Generalitat de Catalunya. También se realizaron llamamientos a llevar a cabo caceroladas en los balcones y ventanas de todas las ciudades y municipios. Estas convocatorias, dispares y promovidas por diferentes entidades locales, tuvieron un seguimiento irregular.

Girona, la ciudad de mayor tamaño que convocó la movilización, amenazaba con lluvia, gran desmovilizador de masas en Catalunya. Sin embargo, el ayuntamiento dispuso, en la fachada del edificio, una pantalla gigante para que todos aquellos ciudadanos interesados pudieran seguir el debate como si de una gran final futbolística se tratara.

Lluís Sales, estudiante de doctorado, consideró que "el pueblo catalán tiene derecho a decidir al margen de las injerencias externas del Estado español". Esta convicción es la que le llevó ayer a concentrarse frente al ayuntamiento de su ciudad tentando a la suerte y al paraguas. "Entiendo que este paso que se ha dado en el Congreso era necesario sobre todo para muchas personas que aún conservan un vínculo emotivo con el proyecto de España y que necesitan un portazo para romper definitivamente con ello", señaló. Agregó que "la petición que hace la Generalitat para que transfieran la competencia de realizar referendos hay que entenderla en esta clave, cargarse de razones para los que aún las necesitan".

Leo Bejarano, funcionario de la Generalitat, coincidió en la necesidad que tiene mucha gente de cerrar un ciclo, pero a nivel personal consideró que el debate de ayer fue una pérdida de tiempo. "Es algo retórico, todos sabemos que la negativa es evidente y que en definitiva lo del Congreso fue un paripé" aseguró, pero valoró muy positivamente el nivel de argumentación de los ponentes. "Me ha sorprendido la capacidad de buscar un discurso original para comunicar los argumentos totalmente previsibles que han esgrimido unos y otros" explicó. Para Bejarano, la etapa que se abre ahora resulta "apasionante" y es que, según él, tras pasar este trámite burocrático los políticos catalanes deberán hacer gala de sus estrategias más creativas y la desobediencia civil será clave en el proceso.

No todo el mundo se manifiesta tan optimista y es que los trámites obligatorios de el "proceso catalán" empiezan a cansar a algunos. "Se hace largo", explica Roger Obon, camarero de un ateneo de la izquierda independentista, "pero si no se han cansado los que llevan militando hace 3 décadas, no nos vendrá de 3 o 4 años". Roger sí cree que tiene sentido seguir los pasos que el Govern tiene en su hoja de ruta y confía en la consecución de la celebración de la consulta. Desde su punto de vista el debate de ayer sirve para justificar el proceso a nivel internacional.

Miquel Feliu también confirma esta tesis y asegura que en el momento en que se haga una declaración unilateral de independencia, haber pasado por este proceso servirá para explicar a la comunidad internacional que "Catalunya lo intentó por todas las vías". Este joven estudiante que se concentró con varios compañeros en la Plaza del Vi, frente al ayuntamiento de Girona, considera también que es muy importante que se vea que la ciudadanía quiere hacer oír su voz y sus aspiraciones.