Bilbao- No pudo conocer a su aita porque se lo arrebataron a tiros y vivió, junto a su familia, décadas de silencio, olvido y falta absoluta de apoyo y reconocimiento. Abogado de profesión, han sido sus propias averiguaciones y determinación las que han llevado a descubrir que la policía confundió a su padre con el fundador de ETA Julen Madariaga.
Su padre recibió cerca de 50 balazos. Las autoridades y la prensa franquista hablaron de accidente, de error. ¿Cómo lo calificaría usted?
-Es claramente un asesinato. En realidad es casi un ajusticiamiento porque es en vía pública y además multitudinario porque todos estaban armados y esperando, con lo que las posibilidades de salir con vida eran muy pocas. Casi es un linchamiento, por decirlo de alguna manera, si no fuera porque quienes dispararon estaban armados.
El dictamen del Gobierno Vasco lo califica de "ejecución extrajudicial".
-Sí, es correcto.
¿Alguna vez en estos 53 años les han dado alguna explicación, les han pedido disculpas?
-Explicación, ninguna, al menos desde que yo tengo uso de razón. No tengo ningún conocimiento de ello. Y en el momento de los hechos, más o menos en ese año, lo único que sé es que hubo las explicaciones propias de la época, es decir, que había sido un error, que básicamente teníamos que perdonar como buenos cristianos y poco más. Tanto es así que por ejemplo la supuesta confusión que hubiera podido haber entre la figura de mi padre y la de Julen Madariaga no se hizo pública, no se conocía en absoluto. Y se ha sabido cuando he tenido conocimiento de ello, no mi madre, sino yo, a través de algún libro que tocaba de forma tangencial aquel caso y en fechas recientes.
Su madre se quedó viuda, con un hijo de nueve meses. ¿Recibió algún tipo de apoyo, de ayuda?
-Ninguna. Solamente la de la familia, básicamente de sus padres.
Ahora se habla mucho de verdad, de justicia, de reparación a las víctimas de la violencia. ¿En su caso han recibido algo de ello?
-Para empezar, ahora algunos piden más de lo que ellos han sabido dar. No ha habido absolutamente nada, y menos el perdón que ellos exigen ahora. No me han pedido perdón ni he oído a mi madre nunca nada de ello.
Ahora el Gobierno Vasco les ha reconocido oficialmente como víctimas y ha ofrecido un relato más o menos real de lo que pasó. ¿Se les ha reparado algo, siquiera parcialmente?
-Bueno, de alguna manera sí, pero es un reconocimiento público, simbólico. Además, quien debería reparar es el Gobierno central, no porque hayan sido ellos, sino porque son los herederos naturales de los que lo causaron.
Entonces, no están satisfechos, necesitarían un gesto del Estado.
-Evidentemente.
Seguramente, algunos de los participantes en aquel crimen vivirá aún, quizá plácidamente jubilado. ¿Qué les diría?
-No se me ocurre. Las circunstancias personales pueden ser muchas, pero me imagino que esta gente serían acérrimos del régimen y actuaron con independencia de las pruebas o medios de acreditación que tuvieran y más bien por creencia o afinidad al régimen que por tener algo tangible. Es decir, podían ser unos mandados pero que se postulaban a ello.
¿Cree que deberían dar la cara, asumir el daño causado?
-Me imagino que sí, pero tampoco lo demando.