Bilbao - Parece que la campaña por el referéndum escocés se ha endurecido. Barroso ha tomado partido y ha dicho que una Escocia independiente quedaría fuera de la UE. ¿Tiene base legal este argumento o es una interpretación política?

-Es un argumento simplemente político, no hay ninguna base jurídica para esta opinión. Es, además, una opinión de un individuo, no de la comisión, y es una opinión muy politizada por parte de un comisario que no tiene mando electo. Además, en mi opinión, no tiene razón. Dice que sería casi imposible para Escocia entrar en la Unión Europea. El futuro de una Escocia independiente depende del acuerdo de Edimburgo pactado por los dos gobiernos, que es legal y constitucional. No hay ninguna regla para decir que un país que ejerce un derecho legal y constitucional de autodeterminación no pueda entrar en la UE. Iría contra todos los principios y normas europeas. Sí será necesario para Escocia pedir su ingreso en la UE, pero será un país reconocido por todo el mundo, una democracia conforme con todos los criterios de Copenhague. La única tarea de la comisión en estas circunstancias es recomendar o verificar si el estado es conforme con estos criterios. La regla dice que cuando un estado está bien preparado, cuando es conforme a los criterios, debe ser admitido.

Barroso comparó el caso escocés con el caso kosovar. ¿Hay comparación?

-Eso fue una provocación. Es evidente que Kosovo se ha separado después de una guerra, de limpieza étnica, de gran conflicto, que tiene dificultades con la democracia, con el establecimiento de un estado. No hay ninguna comparación con Escocia, que forma parte de la UE desde hace 40 años. Esta comparación ha provocado una gran reacción en Escocia, ha sido contraproducente.

Barroso se refería a que España no ha reconocido la independencia de Kosovo; pero en el caso escocés ha dicho que va a respetar el acuerdo entre Londres y Edimburgo.

-Ha dicho que va a respetar el derecho constitucional británico, como Gran Bretaña va a respetar el derecho constitucional español en el caso de Catalunya. Si España no reconoce a Kosovo es porque Serbia no reconoce a Kosovo.

Otro tema protagonista de la campaña es el de la libra. Londres se ha negado a compartir la moneda con Escocia. ¿Es realista esta postura?

-Esta es una cuestión mucho más seria, es un problema auténtico. Escocia dice que vamos a continuar con la libra porque es también nuestra moneda y que nadie puede impedirle que la use. En esto tiene razón, es verdad que cualquier país puede utilizar cualquier divisa; el problema es que la posición del Gobierno escocés es compartir la libra con representación de Escocia en el consejo y dirección del Banco de Inglaterra. Ahí sí es posible que el Gobierno británico diga que no. El Gobierno británico puede decir: 'No podemos impedir que Escocia tenga la libra esterlina pero no vamos a compartirla'. En este caso, Escocia dependerá de la política monetaria decidida en Londres. Hay quienes en el campo nacionalista favorecen una divisa escocesa.

Y el euro, ¿es una alternativa?

-Ahora es imposible por razones políticas evidentes, pero no se descarta a largo plazo.

Según Alex Salmond, el tema de la libra forma parte de una campaña del miedo, pero que en unas eventuales negociaciones prevalecerá el sentido común. ¿Qué dice el sentido común en este caso?

-Hay varias cartas en manos de ambas partes. Los británicos dicen que no van a compartir la libra esterlina y que si Escocia utiliza la libra esterlina, tendrá que aceptar sus políticas. Salmond dice que si no pueden compartir la libra, no van a compartir la deuda. Es un tema muy complicado, porque el Gobierno británico dijo hace dos meses que iba a continuar con su responsabilidad de pagar la deuda, pero que los escoceses tendrían que contribuir a ello también. El Gobierno británico ha dicho esto para evitar una desestabilización de los mercados internacionales. Esto da ventaja a Salmond, que puede decir: 'Si no compartimos la libra, no vamos a contribuir en el pago de la deuda'. Habrá una negociación y un compromiso y, en mi opinión, ese compromiso no incluirá una participación de Escocia en el Banco de Inglaterra. Escocia podrá utilizar la libra esterlina sin capacidad de gestión y pagar su proporción de la deuda. Eso dice el sentido común.

La libra parece uno de los temas calientes en unas futuras negociaciones. ¿Hay otros?

-Hay varios. Si se trata de dinero, el acuerdo es posible; sin embargo, si se trata de principios, es mucho más difícil. Y hay una cuestión de principio: la presencia de las armas nucleares británicas en aguas escocesas. El nacionalismo exige que esas armas sean expulsadas de Escocia. Ese es un punto muy sensible para el nacionalismo escocés, porque hay un ala pacifista-antinuclear fuerte en el partido nacionalista y, de hecho, muchos militantes laboristas se han transferido al partido nacionalista no a consecuencia de la independencia, sino por la política nuclear del Partido Laborista. El tema es que será muy costoso, quizás físicamente imposible trasladar las armas nucleares a Inglaterra. Esta puede ser un tema muy difícil.

¿Qué posibilidades tiene el sí?

-El apoyo al es de alrededor del 30% y el del no, de cerca del 50%. El resto son indecisos.

¿Quiénes son los indecisos?

-Electores del Partido Laborista, de la clase trabajadora, que están divididos en esta cuestión.

La cuestión económica parece la clave para convencer a los indecisos.

-Sí, es una cuestión económica y de perspectivas de futuro. Cada campaña hace énfasis en los riesgos de la contraria y la seguridad de la propia. Los unionistas dicen que la independencia es muy arriesgada y eso explica la intervención de Barroso. Los nacionalistas hacen énfasis en la incertidumbre del no, porque hay dos posibilidades muy peligrosas para Escocia: una es la salida del Reino Unido de la UE, que es mucho más probable que la salida de Escocia, y la otra es la perspectiva de una mayoría conservadora en las elecciones del año que viene, que es probable.

¿No cuenta el sentir nacionalista?

-Este existe, pero no cuenta en este referéndum porque la diferencia respecto a España es que, en Escocia, todos se sienten muy escoceses, incluso los unionistas.

¿Están siguiendo con atención el proceso de Catalunya?

-Los nacionalistas escoceses no favorecen la comparación. Hay amistades históricas entre el nacionalismo catalán y escocés, pero después del acuerdo de Edimburgo ha habido un distanciamiento del nacionalismo escocés sobre el catalán y quebequés. Los nacionalistas escoceses necesitan, al menos, la neutralidad del Gobierno español y no quieren provocaciones.

Hace unas semanas visitó Bilbao Gerard Bouchard, quien aseguró que una victoria del 'sí' en referéndum escocés reavivaría el fuego independentista en Quebec. Allí sí se está siguiendo con mucha atención lo que ocurre en Escocia.

-Sí, tiene efectos políticos enormes. Si no es un precedente jurídico para España, será un precedente político evidente.

Salmond confía en que el "espíritu constructivo" volverá tras el referéndum, en unas eventuales negociaciones. ¿Confía en ello?

-Depende del partido del Gobierno. Es mucho más fácil para el Partido Conservador negociar porque tiene muy poco que perder, solo tiene un escaño en Escocia. Eventualmente creo que habrá un acuerdo porque no hay un gran rechazo en Inglaterra a la independencia.