vitoria. De bruces contra un muro. El Gobierno Vasco sospecha que el recorrido del proceso soberanista catalán caerá en saco roto, primero con el rechazo del Congreso de los Diputados a la petición de transferir a Catalunya la competencia de realizar referendos y, después, con el recurso que el Ejecutivo de Mariano Rajoy interpondría ante el Tribunal Constitucional (TC) para que éste derogue el decreto de convocatoria de la consulta. Lakua no habla en vano, sino por experiencia. Lo hace, como evocó ayer su portavoz, Josu Erkoreka, aludiendo a lo acontecido durante el mandato de Juan José Ibarretxe con la Ley de Consulta vasca, de forma que el TC se limitaría a "tirar de aquella sentencia" de 2008, "y donde ponga Euskadi, pondrá Catalunya, y donde ponga Estatuto vasco, pondrá Estatuto catalán", invocando a la Constitución y a "mandatos unitaristas". Por de pronto, el presidente español ya avanzó ayer respecto a las intenciones de los partidarios del derecho a decidir que "es imposible dialogar con quienes no hacen sino tomar, una tras otra, decisiones unilaterales", manifestación que recrea las nulas perspectivas que le concede al periplo soberanista impulsado por el Parlament.

"Aquí esos debates se han mantenido y se seguirán manteniendo, sin ninguna duda. Lo que pasa es que esa cuestión, en términos muy parecidos, se debatió, discutió, e incluso se tradujo en una Ley formalmente aprobada que fue recurrida al Tribunal Constitucional, suspendida primero y luego declarada inconstitucional" por este órgano, recordó el jeltzale, por lo que auguró una respuesta similar con el desafío catalán. "Ahora Catalunya está haciendo su propio recorrido, con su propio planteamiento, no solamente político, sino también institucional y sociológico. Miramos con mucho interés lo que sucede allá, pero trabajamos con nuestra propia estrategia en relación con el autogobierno, que pasa por la apertura de una ponencia en el Parlamento Vasco", describió Erkoreka, quien calificó a Catalunya, Euskadi y Escocia como naciones "con historias muy distintas y que, en muchos casos, viven realidades antagónicas".

Desde Madrid se continúa invocando a que en la Carta Magna de 1978 "caben todos" como varita mágica para salvar el problema suscitado con el modelo territorial, pero el Ejecutivo de Urkullu, amén de instar a Rajoy a ponerse manos a la obra, le conmina a asumir que la Constitución es "por definición, modificable. Y además, si ésta es realmente democrática, debería ser capaz también de adaptarse a la evolución de los tiempos y la realidad cambiante". "Con invocar a la Constitución, el Estado no tiene suficiente. En una reivindicación como la catalana, que está adquiriendo una fuerza, una implantación, un arraigo y un apoyo impresionantes -casi dos tercios del Parlament avalaron la demanda de esa transferencia-, o das una salida, o se consensúa una fórmula satisfactoria para todos, o no puede agotarse la respuesta en una invocación pura y simple", argumentó, en Radio Popular, Erkoreka, quien tiene claro además qué es lo único que se crea con esta especie de bucle sin puerta de salida. "Esto genera desencuentro, desafección y antagonismos, y no contribuye a asentar las bases de una convivencia civilizada y democrática", lamentó, insistiendo en que el Gobierno del PP tiene con Catalunya "un problema real".

críticas desde madrid Pero Rajoy no se da por aludido. Solo 24 horas después de la solicitud de la Cámara catalana, lejos de instar a reconducir la situación, se dedicó a reprochar a los dirigentes del bloque soberanista que "el conjunto de toma de decisiones unilaterales, una detrás de otra, hacen imposible" cualquier tarea de diálogo ni entendimiento. Lo afirmó en compañía nuevamente del presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, esta vez en Moncloa, rechazando de plano el escenario a futuro de Catalunya porque "la soberanía radica en el conjunto del pueblo español", que es indivisible. El presidente español, con más ganas de verbalizar su posición intransigente que en otras ocasiones, quiso comparar el proceso catalán y el escocés, refiriéndose al referendo de estos últimos, para advertir que la eventual separación de un territorio de la UE por la vía de la independencia supondría un "empobrecimiento" para quien se disgregue, en un mensaje nítido hacia la ciudadanía catalana. Por el contrario, Barroso tiró de manual remitiéndose a los tratados: "La eventual separación de un estado de la UE, convertiría a este nuevo Estado en un tercero respecto a la Unión". Antes, la vicepresidenta del Gobierno español, Soraya Sáenz de Santamaría, dijo que trabajan para que "el modelo territorial funcione en beneficio de todos". "Es al pueblo español al que le corresponde decidir en una consulta sobre nuestra propia soberanía, la cual no se puede transferir", corroboró mimetizando las palabras de su líder.

En todo este contexto, el president Mas abandera hoy la defensa de la consulta y la acción política que desarrollará Convergència en un acto ante dos mil militantes en el Palau de Congresos de Catalunya. Una especie de Consell Nacional ampliado que servirá de antesala a la presentación de la campaña por el "triple sí" -sí a la consulta, al Estado propio y a la independencia- que se dará a conocer a finales de enero. Se pretende potenciar el papel institucional de Mas en el proceso, dejando claro que, durante la primera parte del año, hará hincapié en la necesidad de hacer posible el primer "sí", el de que se pueda convocar el referendo. Desde el PSOE, que bastante tienen con el melón abierto en el seno del PSC por los diputados críticos, dispuesto el sector catalanista a la escisión, se sostiene que "en privado, Mas reconoce que esta consulta no se hará, lo que demuestra un grado de hipocresía considerable", afeó ayer en TVE la vicesecretaria general, Elena Valenciano.

Y mientras desde Catalunya hasta los más proclives a la consulta son conscientes de que este periplo probablemente tenga su culminación este año con la celebración de elecciones plebiscitarias; en Euskadi, desde el Gobierno Vasco llaman a todas las fuerzas a participar en una ponencia de autogobierno en la que cada una ponga en común sus planteamientos y, en un momento en el que esta tema esté "al pil-pil en todas partes" -apuntó Erkoreka-, los vascos consensúen su propia posición, "teniendo como referencia lo que ocurre en nuestro entorno, pero sin copiar miméticamente iniciativas que estén teniendo lugar en otras partes y en otros territorios". Lo cierto es que Rajoy tiene demasiados frentes abiertos y ninguna solución en ciernes.