bilbao. Se había anunciado una obra muda con la paz como argumento, pero cuando subió el telón, la función fue otra. No hubo silencio en la manifestación y a efectos prácticos la izquierda abertzale volvió a celebrar su movilización anual en favor de los presos de ETA. Sonaron los lemas habituales, salpicados con las gotas de Tantaz Tanta, y los representantes de Etxerat encontraron acomodo en el corazón de la marcha. Incluso se pudo ver un solitario cartel con la imagen de un preso -Isma Etxera- en la plaza Zabalburu.
La simbología no dejaba ninguna duda sobre el motivo por el que respondieron a la movilización una inmensa mayoría de los manifestantes, y algunos simpatizantes jeltzales se marcharon a su casa.
Poco antes del inicio de la marcha, justo en el momento en el que se colocaron detrás de la pancarta la amplía representación de las instituciones gobernadas por Bildu en Gipuzkoa a escasos metros de la cúpula del PNV y de la delegación de Bizkaia, también muy numerosa, una joven con una pegatina en favor del acercamiento de los presos tomó una foto de lo que calificó como una "imagen histórica".
Sin embargo, pese al lema de la pancarta -Giza eskubideak. Konbideak. Bakea- la imagen de unidad se vio empañada por el mensaje que monopolizó la cita. Los primeros gritos en favor de los presos se escucharon apenas dos minutos después del inicio y no cesaron hasta la llegada al Ayuntamiento de Bilbao, donde se entonó el Kalera borrokalari, el himno de las marchas en contra de la dispersión. La multitud que acudió a la llamada de PNV y Sortu colapsó las calles de Bilbao. Las miles de personas que se agolpaban en las aceras se convirtieron en varias ocasiones en un embudo, donde los golpes y los tropezones eran inevitables. Uno de los primeros tumultos estuvo protagonizado por los representantes de Etxerat, que desplegaron sus banderas y pañuelos al paso de la cabecera. A ambos lados de la calzada se formaron de la nada sendos muros blancos rociados con el mapa de Euskal Herria y las dos flechas rojas. "Si no se puede enseñar la gota, sacamos el pañuelo", aseguró una mujer, que, como otros de sus compañeros, derramaron alguna lágrima en ese instante.
Cuando los representantes políticos rebasaron su posición, la manifestación engulló a los familiares de los presos, que ocuparon entonces un lugar visible portando sus carteles. Justo detrás de ellos, una pancarta de la ilegalizada Askatasuna -la sucesora de Gestoras Pro Amnistía- completaba la iconografía habitual de la izquierda abertzale en las convocatorias de su lucha por los derechos de los reclusos de ETA.
La gota azul de los convocantes iniciales estuvo presente durante todo el trayecto. Como es habitual se recaudó dinero para las familias y los reclusos, y en las contadas ocasiones en las que el silencio se hacia presente, sonaba con fuerza un Euskal presoak, etxera o gritos en favor de la aministía o la independencia. No pasaron de ahí las voces y no se escuchó ningún lema favorable a la banda armada ni ninguna referencia al PP, el actual responsable de la política penitenciaria.
Tampoco se abucheó a los representantes del PNV, como ocurrió en febrero de 2010, cuando Ortuzar y Egibar fueron increpados en una manifestación en contra de la prohibición de movilizaciones de la izquierda abertzale. Pese a la distorsión del mensaje, los simpatizantes de Sortu no olvidaron que la jornada de ayer no habría sido posible sin la implicación jeltzale.