abogado y miembro del movimiento 'tantaz-tanta'
BILBAO. Tras la operación contra Herrira, ha llegado el momento de la ciudadanía. Fue una frase que se repitió en la manifestación de condena a las detenciones y lo tienen claro los impulsores de la red ciudadana Tantaz-tanta (Gota a gota) que, sin voluntad de sustituir a ninguna organización anterior, trata de sumar voluntades en torno a una reivindicación común, más allá de la lectura que cada uno haga del pasado. El abogado navarro Juanje Soria está convencido de que "es más necesaria que nunca la implicación de la ciudadanía para encontrar soluciones".
¿Qué busca el movimiento 'Tantaz-tanta'?
Se trata de sumar voluntades -sumar gotas- y de ofrecer un cauce de participación en la búsqueda de soluciones. Estamos convencidos de que una gran mayoría social ve necesario cambiar la actual política penitenciaria que solo aporta más sufrimiento y vulneraciones de derechos humanos. Hay dos consecuencias del conflicto que es urgente e imprescindible resolver: las víctimas que ha generado y la situación de presos y exiliados. Encontrar una solución para ambas situaciones condiciona cualquier pretensión de crear una sociedad más justa y respetuosa con los derechos de todos. Lo que ocurre es que, por desgracia, las instituciones no están a la altura de las circunstancias y, por eso, es la ciudadanía la que debe impulsar los movimientos que a día de hoy no generan las élites políticas. Es un momento muy complejo y decisivo en el que es más necesaria que nunca la implicación ciudadana.
¿No es demasiado difuso? Alguien tendrá que articular todas esas gotas...
Quizá parte del problema sea precisamente esperar que alguien nos solucione los problemas. Tantaz-tanta no es un movimiento al uso, ni un organismo político, ni una estructura perfectamente organizada. Tampoco tiene la vocación ni la capacidad de sustituir a ninguna organización anterior. De momento es una incipiente red ciudadana, una iniciativa social, compuesta por personas de distintos sectores y distinta ideología. Debe ser la ciudadanía quien tome las riendas de su futuro y por eso es tan ilustrativa la suma de gotas -de voluntades- hasta formar un mar. Se trata de exigir desde la sociedad civil una nueva política penitenciaria acorde con la actual situación política y social y forzar a todos los agentes implicados que hagan lo mismo. Les pedimos pasos a todos porque todos tenemos que movernos para avanzar hacia las soluciones.
¿Notan que después de las detenciones a Herrira la gente puede tener reparos en unirse?
Al contrario. La operación contra Herrira es tan absurda, que ha puesto aún más de manifiesto, si cabe, la necesidad de unir fuerzas. No existe un observador imparcial que pueda justificar el ataque a una organización como Herrira, que ha actuado siempre de forma pública y abierta, que ha mantenido contactos con infinidad de personas y organizaciones políticas y sociales y que ha convocado las mayores movilizaciones sociales que han tenido lugar nunca en Euskal Herria.
El Gobierno ha hecho oídos sordos a la mayoría de las reivindicaciones ¿por qué iba a atender a esta?
Lo normal es que cualquier Gobierno democrático palpe el sentimiento social expresado en las calles. Y más cuando se está hablando de reivindicaciones tan elementales como el respeto de los derechos humanos de las personas presas. El problema es que nos encontramos frente a un Gobierno que no podemos calificar de democrático y además ni se molesta en disimularlo. A estas alturas no vamos a ser tan ingenuos como para pretender que el Gobierno de repente cambie de postura como consecuencia de una movilización, por muy potente que sea. Pero esa movilización social sí puede desequilibrar la balanza a favor del respeto de los derechos humanos, frente a cualquier inmovilismo.