el cairo. La Policía egipcia fue blanco de un grave atentado con coche bomba, que se saldó con la muerte de al menos 16 personas y 134 heridos (según el último recuento oficial), mientras que las autoridades respondieron con advertencias de reforzar la lucha contra el terrorismo. Fuentes de seguridad consultadas elevaron la cifra de víctimas a 14 fallecidos y 250 heridos. El vehículo explotó junto a las dependencias en la ciudad de Mansura (en el delta del Nilo) de la Dirección General de Seguridad y, según las primeras investigaciones, iba conducido por un suicida.
A tan solo veinte días del referéndum sobre el nuevo proyecto de Constitución, el Gobierno egipcio aseguró que este atentado no obstaculizará la hoja de ruta de la transición ni su lucha contra los extremistas. Más de una veintena de ambulancias acudieron al lugar del atentado para atender a las víctimas, mientras que el gobernador de la provincia de Dakahliya (cuya capital es Mansura), Omar Shawadfi, hizo un llamamiento a donar sangre debido al estado de gravedad de muchos de los heridos.
La potente explosión, registrada a primera hora de la madrugada, provocó importantes destrozos en la fachada de la sede de seguridad y en edificios colindantes, como el ayuntamiento de Mansura, un teatro y una sucursal bancaria.
En medio de un ambiente tenso, la policía abortó un intento de fuga de presos de una cárcel próxima al lugar, mientras que numerosas personas se concentraron para respaldar a las fuerzas del orden y atacaron propiedades de supuestos islamistas en venganza por el atentado.
hermandad "terrorista" Desde Mansura, el titular egipcio del Interior, Mohamed Ibrahim, subrayó que perseguirán a "los autores de este atentado, sean de los Hermanos Musulmanes o de cualquier grupo extremista". "El país se enfrenta a un enemigo que no tiene ni religión ni nación y que pretende destruir y desestabilizar el país y retrasar la hoja de ruta (del periodo transitorio)", denunció el ministro, blanco el pasado septiembre de un atentado con coche bomba en El Cairo. Ibrahim no fue el único que acusó de forma velada a la cofradía del ataque. El portavoz gubernamental, Sharif Shauki, tildó a la Hermandad de "grupo terrorista" y señaló que ha mostrado "su cara más cruel para atemorizar Egipto y derramar su sangre".
Sin embargo, el primer ministro egipcio, Hazem al Beblaui, no quiso hacer esas calificaciones y en una rueda de prensa señaló que el atentado es "la máxima expresión del daño a Egipto".
El atentado se produjo mientras Egipto prepara un referéndum sobre la nueva Constitución para los próximos 14 y 15 de enero, en el marco del plan trazado por los militares tras el golpe de Estado que derrocó, el pasado 3 de julio, al presidente del país, el islamista Mohamed Mursi. Después del plebiscito, para el que los Hermanos Musulmanes y sus aliados han llamado al boicot, se celebrarán elecciones parlamentarias y presidenciales si es aprobada la Carta Magna.
Respecto a la etapa de transición, la Presidencia egipcia -que decretó tres días de luto- aseguró que no van a permitir que "el terror y los que lo apoyan atrasen los planes del futuro".
Los Hermanos Musulmanes condenaron por su parte este atentado "contra la unidad del pueblo egipcio", y denunciaron que el Gobierno intenta aprovechar este suceso. Los Hermanos Musulmanes continuarán sus actividades, pese a la decisión del Gobierno de declararlos "grupo terrorista", dijo ayer Islam Taufiq, un portavoz del movimiento, que denunció que la medida del Ejecutivo no tiene "base jurídica". "Los Hermanos Musulmanes continuarán existiendo porque reciben su fuerza del pueblo egipcio", afirmó Taufiq, que recordó que "otros gobiernos egipcios prohibieron a los Hermanos Musulmanes en el pasado, pero la Hermandad siguió existiendo y ellos desaparecieron". El portavoz denunció que la decisión gubernamental carece de base jurídica alguna.