EN el debate de la mañana del jueves en Onda Vasca salió el Gordo. Después de tres semanas de recelos y zozobras, ha podido aclararse el origen del infausto informe que supuestamente la Guardia Civil había elaborado sobre la supuesta infiltración de ETA en la educación navarra. En el citado debate, el portavoz del PP en el Ayuntamiento de Donostia y alto dirigente de ese partido en la CAV, Ramón Gómez Ugalde, desvelaba que el informe no era tal. Refirió que se trataba de una especie de tesina, un trabajo realizado por un guardia civil para aportarlo en su oposición al ascenso.
O sea, que el infame documento que no solo ha provocado la indignación de los profesionales de la enseñanza en Nafarroa sino que ha llegado hasta a provocar intenciones de reforma del Derecho Penal español, no era más que una tarea que un guardia civil se impuso a sí mismo para hacer méritos en su afán de ascender en el escalafón. Una tarea que, a decir verdad, no requería más esfuerzo que cruzar datos para atribuir a los enseñantes navarros del modelo D cualquier vinculación ya fuera personal, o familiar, o colateral, o incluso mediática con eso que en Madrid denominan "el mundo de ETA". Un universo que, siguiendo la doctrina de Garzón, abarca desde la pura y dura militancia en la organización armada hasta la implicación en la cultura vasca. Y así, cortando y pegando, el guardia meritorio concluyó en su "investigación" que una cuarta parte del profesorado que trabaja en la enseñanza del modelo D en Nafarroa está directa o indirectamente vinculado con ETA.
Al guardia meritorio, sin duda, a estas alturas ya le habrán ascendido cum laude y habrá lucido el tricornio de gala en la fiesta de la Patrona. Y es que a la impagable labor de elaborar tan chapucera tesis había que añadir el provecho político que iba a derivarse de ella si se manejaban bien los datos y los tiempos. No fue, posiblemente, el guardia meritorio quien se ocupó de las derivadas de su modesto trabajo, sino que habría que dirigir la vista hacia las cloacas del instituto armado para buscar al eficiente equipo experto en intoxicación, agitación y propaganda. Seleccionados del trabajillo del meritorio los datos más impactantes, añadidas las consideraciones pertinentes del adoctrinamiento y el proselitismo, se envía la bomba de relojería a los medios de comunicación afectos con encargo de activarla, se implica a las fuerzas políticas más dispuestas a prender la mecha y, hala, a capitalizar los efectos de la explosión. A partir de ese momento, adornada con la advertencia del grave riesgo de que se justificase la actuación de ETA en la enseñanza, la tesis del guardia meritorio se convirtió en informe de la Guardia Civil y adquirió rango de documento oficial.
Ni de lejos podría imaginarse el guardia meritorio que aquella modesta aportación a su currículo pudiera llegar hasta las más altas instituciones del Estado. Y es que, tras el desparrame mediático y la impostada inquietud de los políticos de la derecha extrema navarra, el asunto llegó hasta el Congreso español. Aprovechando la ola, UPN exigió en el hemiciclo que terroristas y pederastas no ejerciesen la docencia sin aludir al revuelo indignado que semejante libelo había provocado en todas las instancias docentes de Nafarroa.
Amplificado, por tanto, el efecto inicial, el ministro español de Interior se hizo con el explosivo ideológico para manejarlo con la torpeza que acostumbra. Ni siquiera se molestó en responder a los insistentes requerimientos de la diputada de Geroa Bai Uxue Barkos para que explicase el origen de ese supuesto informe, si fue elaborado por requerimiento judicial y quién y para qué lo filtró. Jorge Fernández Díaz, acorralado por preguntas tan incómodas, se limitó a recurrir a la demagogia y afirmar que la Guardia Civil no elabora informes sino que se limita a investigar sobre la penetración de ETA en la sociedad. Manzanas traigo.
Pero el ministro no se quedó aquí. El guardia meritorio se habría quedado atónito al comprobar que su trabajo para el ascenso servía al Gobierno español para anunciar una vuelta de tuerca más a las libertades. Fernández Díaz reconoció que se están estudiando medidas para evitar que "los terroristas se infiltren en las aulas", añadiendo para repartir los efectos de la medida que incluiría también a "otros criminales abyectos".
Lo que comenzó en una operación mediático-política para aprovechar la tarea opositora de un guardia por su ascenso, va camino de modificación del Código Penal que, entre otras cosas, añadiría al cumplimiento íntegro de las penas una condena de inhabilitación profesional de por vida que no consta en ninguna legislación civilizada. Como puede comprobarse, al partido que gobierna en España no le afecta el principio universal de la reinserción y la rehabilitación social, inseparables de toda sanción penitenciaria.
Si todo sale como se espera, y aunque sea de rebote, al guardia meritorio ya le habrán concedido el ascenso y, quién sabe, hasta algún alto cargo en el aparato de las alcantarillas del Estado.