Johannesburgo. A pesar de la lluvia intensa que caía ayer sobre Johannesburgo, decenas de miles de sudafricanos acudieron al estadio de fútbol FNB de Soweto para despedir a Tata Madiba, el padre de la Sudáfrica libre y multiétnica, el hombre que fue capaz de reconciliar a todo un país tras décadas de odio. Junto a ellos estaban también un centenar de jefes de Estado y de Gobierno de diferentes ideologías y continentes, que viajaron a Sudáfrica para rendir tributo al "último libertador del siglo XX", en palabras del presidente estadounidense, Barack Obama.
Como viene siendo habitual en los últimos días, los sudafricanos celebraron la vida de Nelson Mandela con bailes y canciones para recordar su extraordinaria personalidad. "Nelson Mandela, no hay ninguno como tú", entonaba la masa zulú antes del inicio de la ceremonia, convirtiendo las tribunas en una rítmica marea humana en recuerdo del padre de nación. Carteles con retratos suyos compartían protagonismo con las banderas del país en las gradas, adornadas también por vistosos atuendos tradicionales y vestidos africanos con los colores verde, amarillo y negro del Congreso Nacional Africano (CNA) que lideró el expresidente fallecido, que liberó al país del apartheid.
Como en las vigilias de las últimas noches en el antiguo gueto negro de Soweto, donde vivió Mandela, se cantó la Shosholoza, himno de los mineros del sur de África que no falta en ninguna de las grandes citas colectivas de Sudáfrica. Mientras se seguían ocupando asientos, la llegada de la familia de Mandela al estadio encendió las tribunas. El público aclamó sonoramente a su viuda, Graça Machel, cuando los marcadores ofrecieron su imagen entrando en el recinto, con la cabeza cubierta por un pañuelo negro, como el resto de su indumentaria.
Minutos después, Winnie Madikizela-Mandela, la segunda esposa de Madiba y camarada de lucha contra el apartheid, tomaba el protagonismo en la pantalla, redoblando el fervor. Ya en las gradas, ambas mujeres, de luto riguroso y muy emocionadas, se fundieron en un afectuoso abrazo y se besaron ante los miles de sudafricanos que abarrotaron el estadio.
El mal tiempo que desde primeras horas de la mañana reinó en Johannesburgo y las dificultades de transporte hicieron que no se llenaran las más de 90.000 sillas del estadio, que en su momento de mayor afluencia, tenía cubiertas tres cuartas partes de la localidades. El resto de los sudafricanos siguieron la ceremonia en directo por televisión o las pantallas instaladas por el Gobierno en diferentes puntos del país, que se paralizó para seguir la ceremonia.
Gracias, Tata Madiba El acto comenzó con el himno nacional sudafricano a las 11.58 horas, con una hora de retraso debido al gran número de mandatarios que han querido despedirse de Mandela. Le siguió un oficio religioso con representantes judíos, hindú, musulmán y cristiano, como quiso el exmandatario, y tras ella uno de los momentos más emotivos de la ceremonia, cuando Baleka Mbete cantó a capela Siyabonga Nkokheli Tata Madiba, Nelson Mandela (Muchas gracias querido líder, Nelson Mandela). Entonces, el público, contagiado con el sentimiento de la melodía, se unió en coro, convirtiéndose de ese modo en el regalo de las personas que no pudieron hablar en la tarima hacia su Tata (padre).
Los primeros en tomar la palabra fueron los familiares de Mandela así como un excompañero de Robben Island. Uno de sus nietos, Andile Mandela, recordó a su abuelo como "un árbol gigante que ha caído esparciendo mil hijas brillantes" e instó a los ciudadanos a seguir sus pasos. "Madiba es un espejo que refleja la gloria y el esplendor de la mente y el corazón", continuó. Por su parte, los líderes mundiales que intervinieron ensalzaron a Mandela como una figura universal en la defensa de los derechos humanos y agradecieron a Sudáfrica el ejemplo de tolerancia y convivencia que ha dado al mundo tras la supresión del régimen racista del apartheid que logró su expresidente.
Así lo atestiguaron en un funeral ante decenas de miles de personas que pudieron escuchar las intervenciones de Obama, el presidente cubano, Raúl Castro, y su homóloga brasileña, Dilma Rousseff, entre otros mandatarios. Entre los oradores, el que más entusiasmo despertó fue Barack Obama, quien al igual que Mandela en Sudáfrica, es el primer presidente negro de su país. El líder estadounidense, que estuvo arropado en las gradas por sus antecesores Bill Clinton y George Bush y a quien los africanos consideran muy próximo por su raíces kenianas, agradeció a Sudáfrica que compartiera a Madiba con el resto del mundo.
"Mandela fue el último libertador del siglo XX, que nos enseñó que nada es imposible", apuntó el presidente estadounidense, quien enfatizó que Mandela "no solo liberó a los presos, sino también a los carceleros". Precisamente, una de las frases que Mandela dejó para la Historia hace referencia a eso: "El opresor debe ser liberado tanto como el oprimido", manifestó el premio Nobel fallecido, en referencia a la culpa que arrastraba la minoría blanca que reprimió durante décadas a la mayoría negra.
Asimismo, el mandatario estadounidenses señaló que "Sudáfrica nos enseñó que podemos elegir un mundo donde no haya conflicto, sino justicia y paz". Muy ovacionado, y al contrario de otros discursos que fueron ignorados por el público, que prefirió en muchas ocasiones cantar, bailar o buscar famosos entre la grada VIP, Obama criticó que, en contra del legado de Mandela, todavía haya niños sufriendo de hambre, escuelas cerradas, gente perseguida por sus ideas políticas. "Cuando la noche sea más oscura, pensemos en Madiba", animó el presidente estadounidense.
El mandatario también entonó la crítica al considerar que en el mundo "hay demasiados líderes que manifiestan solidaridad con la lucha que libró Madiba pero que no toleran la disidencia de su propio pueblo", un alegato que se interpretó como una referencia al líder cubano, Raúl Castro, a quien Obama había saludado momentos antes en un gesto sin precedentes entre ambos mandatarios.
"Inspiración" Uno de los países que públicamente criticó y luchó contra la política del apartheid en Sudáfrica fue Cuba. Por esa razón, su presidente, Raúl Castro fue elegido para dar unas palabras en la ceremonia. En su turno de palabra, el presidente cubano calificó a Mandela como un "símbolo supremo de la lucha revolucionaria" y advirtió de que "la humanidad no podrá responder a sus colosales desafíos sin una concentración de esfuerzos entre todas las naciones" como la que promulgó el exmandatario fallecido. Raúl Castro señaló también que América Latina y el Caribe avanzan ya "hacia la unidad y la integración", y sostuvo que Mandela, al que definió como un "profeta de la libertad y de la reconciliación", fue un "ejemplo insuperable" para todos los países que conforman esta zona geográfica.
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, aseguró que Madiba, a quien considera la personalidad "más extraordinaria" del siglo XX, "inspiró la lucha civil en Brasil y América del Sur". "La lucha de Mandela -remarcó- fue un modelo no solo para este continente, sino para otros. Es un ejemplo y una referencia para todos nosotros". En representación del resto de naciones que no pudieron intervenir en la ceremonia, a la que asistieron más de un centenar de jefes de Estado o de gobierno, habló el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, quien consideró al fallecido expresidente sudafricano como "uno de los grandes ejemplos de la Historia". "Fue más que un gran líder de su país. Fue una de las grandes enseñanzas de la Historia, alguien que predicó con su ejemplo", señaló el máximo representante de Naciones Unidas, que destacó además su carácter de irreverencia ante la desigualdad: "Era enemigo de la injusticia; odiaba al odio, no a las personas".
Desilusión de los sudafricanos El oficio, que desilusionó a muchos de los asistentes por su excesivo carácter oficial y su escasa concesión a los rasgos que definen la cultura popular sudafricana y la unión del pueblo con Mandela, concluyó con un extenso, y en ocasiones abucheado, discurso del actual presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma. El mandatario, que el próximo año afronta unas elecciones generales y sobre el que pesan sospechas de corrupción, rememoró a Mandela como un "luchador por la libertad" que venció a la "brutalidad" del régimen racista.
"La lucha se convirtió en su vida", manifestó Zuma, que recordó al Mandela fundador del brazo armado del gubernamental Congreso Nacional Africano (CNA). "Mandela siguió inspirándonos desde los muros de la prisión", señaló el jefe de Estado, quien también estuvo diez años en prisión por su lucha contra el apartheid. Zuma recordó también que justo ayer se cumplían veinte años del día en que Mandela recibió el premio Nobel de la Paz y destacó la faceta unificadora y los esfuerzos por la reconciliación del líder fallecido. "Con mucho cuidado, consiguió gestionar la indignación y la frustración de opresores y oprimidos, al recordarnos la humanidad que compartíamos", sostuvo el mandatario, que se encuentra en horas bajas de popularidad por varios escándalos de corrupción.
Cuatro horas después de su inicio y con las gradas ya casi vacías de público, el servicio religioso oficial concluyó bajo la lluvia como había comenzado. "No es un día de líderes, es un día contra la pobreza y la opresión, contra lo que luchó Mandela", recordó a través de Twitter uno de los asistentes. Tras finalizar con un sabor agridulce el primer gran acto popular de despedida, el féretro del expresidente desfilará hoy y hasta el viernes por las calles de Pretoria. También allí se instalará la capilla ardiente de Mandela, que será enterrado el domingo en un funeral en Qunu.