50 años de la muerte de un mito
Jaque
al poder
tres expertos analizan el significado y el impacto de magnicidios como el de Kennedy
Mirari Gómez, Sara Clau y Carlos Romeo Sanz
Los opositores de Benazir Bhutto habían dictado su sentencia de muerte hacía muchos años. Dos veces primera ministra de Pakistán, Bhutto había sobrevivido a varios intentos de asesinato desde que su propio padre fuera derrocado y enviado a la horca. En 2007, tras regresar a su país con el apoyo de las masas y las encuestas favorables para alzarse con el poder, fue asesinada a tiros en medio de un acto público. Su muerte engrosó una lista de magnicidios que sólo puede cerrarse con un punto y seguido.
"Muerte violenta dada a persona muy importante por su cargo o poder". Así define la Real Academia el magnicidio. El poder o cargo del asesinado no tiene por qué ser político: la víctima puede ser un líder reconocido, como Martin Luther King, premio Nobel de la Paz por su defensa de los derechos civiles de los afroamericanos. Tampoco es un fenómeno reciente: como explica el profesor de Política en la España Reciente en la Universidad de Navarra, Carlos Barrera, "magnicidios ha habido siempre durante la historia", y achaca estos sucesos "al ansia de poder, que está de algún modo inserto en la naturaleza humana".
Otra cuestión es si este fenómeno es más común en un determinado tipo de sociedades. Mercedes Vázquez de Prada, coordinadora del libro Terrorismo y Magnicidio en la historia, señala matices: "Hay sociedades, como las islamistas, que por distintos motivos son mucho más proclives a realizar este tipo de acciones para conseguir unos fines", y añade que los magnicidios ocurridos en las sociedades occidentales más desarrolladas "son obra de personajes aislados o de complots, y no se corresponde con lo que piensa la mayoría de la población civil".
En ninguno de ellos hay un esquema de acción inamovible. Vázquez de Prada afirma que cada asesinato tiene sus rasgos específicos, si bien destaca que "las posibilidades tecnológicas del siglo XX son mucho mayores que en etapas anteriores". Como explica Javier Fajardo, profesor de Derecho Civil en la Universidad de Navarra, los magnicidas del siglo pasado se valieron del desarrollo armamentístico que supuso la II Guerra Mundial. También influyó, en su opinión, un factor político: "Matar al presidente se puso de moda en el último tercio del siglo XX con la llegada del anarquismo", asegura el profesor.
Las teorías conspiratorias tampoco son patrimonio de los magnicidios modernos. "Buscarle tres patas al gato está inscrito en la naturaleza humana", explica Carlos Barrera, que entiende que estas teorías surgen cuando "el móvil no está del todo claro". El asesinato de Kennedy es el mejor exponente de este fenómeno: su muerte ha inspirado multitud de películas, libros y documentales que tratan de esclarecer el misterio que rodeó a su asesinato. Javier Fajardo ve en este caso un factor psicológico: "John Fitzgerald Kennedy era la esperanza, un idealista que iba a cambiar el mundo, y es mucho más romántico pensar que fue una conspiración". Pero estas teorías llegan más allá. Incluso la familia de Martin Luther King cree que James Earl Ray, condenado por el crimen, no fue su verdadero asesino.
En una visión más histórica, Vázquez de Prada entiende que las tramas del siglo XX son más difíciles de investigar porque son mucho más complejas que en el siglo XIX. Refiriéndose a los magnicidios en España en ese siglo, señala que, entonces, "era gente que apuntaba con una pistola a pocos metros de distancia al líder político que quería asesinar, y el magnicida era, casi en el momento, detenido por la policía". Si bien apunta excepciones, como el asesinato de Prim, en el que aún quedan muchas incógnitas.
No es el único caso en la historia de España: aún hoy es recurrente mencionar la cercanía de la embajada de Estados Unidos al lugar donde el coche del presidente del Gobierno Luis Carrero Blanco saltó por los aires en 1973. Carlos Barrera lo vivió con solo once años, pero recuerda a la perfección que "no pasó nada" en la sociedad, que apenas hubo reacciones en la calle porque la población estaba "muy anestesiada" y acostumbrada a "un poder fuerte". Sin embargo, los cambios se produjeron en el plano político ya que, según el profesor, muchos historiadores consideran el magnicidio de Carrero como el inicio real de la Transición.
En el impacto de los magnicidios más recientes ha influido, de nuevo, la tecnología. La secuencia de cómo el presidente Kennedy caía muerto en Dallas se difundió en cuestión de minutos por las pantallas de televisión de medio mundo. No es el único caso: la memoria colectiva de los egipcios retiene la imagen del asesinato del su presidente Anwar el-Sadat, mientras participaba en un desfile militar en 1981. Fueron muertes casi retransmitidas al mundo en directo, hecho que ha alimentado la percepción errónea de que en el siglo XX se produjeron más magnicidios que en otros periodos. Además, su difusión global no ha implicado, necesariamente, un impacto en la sociedad o, por ejemplo, en el sentido del voto. "Hay otros factores en la opinión pública que son más importantes, como la reacción que ésta pueda tener en un corto plazo", asegura la profesora Vázquez de Prada.
En cualquier caso, el objetivo de los magnicidas no es acabar con la vida de la persona, sino con todo lo que su figura representa. Carlos Barrera ejemplifica esta premisa con el asesinato de Carrero Blanco, debido a que "en él estaba personificada la posible continuidad del régimen tras la muerte de Franco". Esto explica que asesinar a un personaje público de tal relevancia constituya una pena mayor a efectos penales, como explica Fajardo, profesor de Derecho Civil: "Se considera que no sólo se atenta contra una persona con derecho a vivir, sino contra un símbolo".
El paso del tiempo y la expansión de la democracia no han impedido que los magnicidios se repitan. Lo que ha cambiado es "el modo de organización, más que las causas políticas", afirma Vázquez de Prada. El afán de poder o las ansias por derrocar un símbolo sigue encontrando personas dispuestas a protagonizar un jaque al poder.
"Penalmente se considera que se atenta contra un símbolo"
Javier fajardo
Profesor de Derecho Cívil
"Hay sociedades más proclives que otras a realizar estas acciones"
Mercedes Vázquez de prada
Coordinadora de 'Terrorismo y Magnicidio'
"Las teorías de la conspiración surgen si el móvil no está claro"
carlos barrera
Profesor de Historia Política de España