barcelona. Pere Navarro salvó los muebles e impuso, con una mayoría absoluta del 83,5%, su desmarque de la consulta pero, lejos de fijar un consenso en el seno del PSC, el sector crítico, que solo convenció al 13,3% y reconoció su derrota, advirtió de que podría votar diferente en el Parlament. El primer secretario certificó así el giro en su táctica después de las órdenes recibidas en la Conferencia Política del PSOE y el 4 de diciembre se posicionará en contra de solicitar el referendo al Congreso si previamente no existe un pacto con el Ejecutivo español.
La pelota queda ahora en el tejado de los denominados catalanistas, que deberán decantarse por romper de nuevo la disciplina de voto en la Cámara catalana, como hicieron el pasado enero con la declaración de soberanía de Catalunya. La fractura es tal que el cónclave del Consell Nacional Extraordinario arrancó con más de una hora de retraso en busca de una entente, pero el esfuerzo resultó baldío. Navarro no aceptó las enmiendas de este ala de la marca socialista, que defendió una resolución propia que avalaba la consulta además de conseguir forzar que las votaciones fueran secretas.
En su intervención inicial, el líder del PSC cargó duramente contra los críticos, avisándoles de que su discrepancia no puede convertirse en un "ruido permanente" que "desfigure el proyecto del partido". "Hoy decidimos si tenemos un proyecto autónomo o nos supeditamos a una estrategia que es un callejón sin salida", expresó Navarro, refiriéndose a lo que califica como "engaño" del Govern de Artur Mas y de ERC por mantener abierto el proceso hacia una consulta que "ellos mismos reconocen que no se celebrará".
posturas irreconciliables Navarro se reunió con su secretario de acción política, Antonio Balmón, y las cabezas visibles de las corrientes críticas, Joan Ignasi Elena y Àngel Ros, que buscaban enmendar la resolución de la cúpula con un texto más genérico que dejase la puerta abierta a la abstención, en vez de la apuesta oficial de explorar vías de diálogo para conseguir una consulta legal y acordada con el Ejecutivo popular, siguiendo el modelo de Reino Unido con Escocia, y de Canadá con Québec. Además, el texto aprobado por el Consell alerta del "error político" que supone "pretender fijar de forma unilateral fecha, pregunta y mecanismo legal para celebrar la consulta", una iniciativa que "puede implicar la liquidación de cualquier posibilidad de ejercer el derecho a decidir". En este contexto, la resolución apela a no caer en el error de "poner el carro antes que los bueyes ni coger falsos atajos que no son más que callejones sin salida".
"No queremos repetir la experiencia fallida del Plan Ibarretxe", agrega el documento del sector de Navarro, señalando la Comisión Bilateral Estado-Generalitat como el "instrumento idóneo para la negociación política de una solución basada en el principio democrático". La máxima prioridad para el PSC, añade el texto, es impulsar un proceso de reforma constitucional federal inspirado en los acuerdos de Granada.
Concluido el Consell, los críticos afirmaron que su derrota era "previsible" y que su posición ante lo que acordaron CiU, ERC, ICV y CUP -que quieren que el Estado avale la consulta con el artículo 150.2 de la Constitución- se dilucidará "cuando toque", sin descartar escenificar una vez más la fractura votando distinto a la línea oficial del partido. No hay que olvidar que el PSC tiene ante sí el reto de celebrar las primarias para escoger el cartel electoral de cara a los próximos comicios catalanes, en 2016 -si antes Mas no decreta acudir a las urnas con carácter pebliscitario-, y a las que podría concurrir algunos de los dirigentes rebeldes, como el propio Ros. Y mientras, el president Mas insta a Navarro a que mire más a Catalunya y no tanto al PSOE.