Un vasco compuso el Cara al Sol. El famoso himno de la Falange Española de las JONS reposa sobre los compases de Amanecer en Cegama, la localidad guipuzcoana que vio nacer al músico Juan Tellería. Sus restos descansan en el cementerio de este municipio, cerca de la fosa común en la que se hallan enterrados otros falangistas muertos por el Frente Popular durante la Guerra Civil.

Desde entonces ha llovido mucho y las reminiscencias fascistas, salvo contadas excepciones, parecían olvidadas en Euskadi. Pero la sociedad vasca no es un oasis en el despertar de los movimientos totalitarios que sobrecogen a Europa. Dramáticos episodios como el asesinato del activista antifascista y cantante de hip hop Pavlos Fyssas en Grecia, perpetrado el pasado 17 de septiembre por un hombre que confesó ser simpatizante del partido nazi Amanecer Dorado; o la brutal agresión en verano que provocó la muerte del joven francés Clément Meric, de 19 años, son dos de los ejemplos que justifican este temor.

El miedo crece alimentado por el excepcional caldo de cultivo que supone para este tipo de movimientos la crisis económica y los incesantes recortes en los derechos de la ciudadanía. Los canales oficiales de la Ertzaintza trasladan un mensaje tranquilizador y aseguran que no existen denuncias ligadas con grupos de esta índole en Euskadi, aunque desde este mismo Cuerpo policial fuentes no oficiales aseguran que la proliferación de siglas fascistas y sus seguidores no pasan desapercibidas para los agentes.

Como ejemplo, basta con fijar la vista en las amenazas y ataques protagonizados por tres miembros de la agrupación Falange y Tradición en Navarra hace cuatro años, hechos que les llevarán al banquillo de los acusados de la Audiencia Nacional en el que será el primer juicio por terrorismo a un grupo de extrema derecha.

Hasta la aparición de casos como este, la única aproximación que han tenido los vascos con los brotes fascistas durante años, especialmente en lo que respecta a las corrientes ligadas con la extrema derecha española, se limitaba a visitas procedentes de la capital del Estado en la que, banderas en ristre, los turistas del Día de la Hispanidad se dedicaban a agitar estandartes y ánimos bajo el ámparo la protección obligada de los ertzainas.

Esta dinámica, que llegó a constituirse en habitual a lo largo de varios ejercicios, pasó a mejor vida con la llegada de los primeros indicadores económicos que presagiaban el severo azote a los bolsillos vascos, una deriva que sigue más viva que nunca pese a la cascada de mensajes políticos en dirección al final de la crisis.

La nueva realidad se tornó en escenario ideal para que las corrientes fascistas no tuvieran necesidad de venir de otras latitudes y encontraran en suelo vasco el sustrato necesario para echar raíces y crecer. La universidad es históricamente uno de los feudos más fértiles sondeados por estos grupos y Euskadi tampoco ha sido una excepción en este caso.

Pese a no figurar en el listado de representación estudiantil que maneja el Consejo universitario de la UPV/EHU, la aparición de algunas asociaciones han levantado las primeras sospechas. El máximo responsable del Consejo, Jon Ander Ormaetxea, explica desde un plano burocrático la necesidad regulada para que cada asociación presente un perfil "totalmente apolítico" si quiere ser admitida por este órgano y por la propia UPV/EHU.

Un simple vistazo a las redes sociales es suficiente para detectar dudosas incorporaciones como la de Respuesta Estudiantil Vasconia, la derivada vasca de una asociación con presencia en otros puntos del Estado en la que invitan a los alumnos a contactar con su dirección de Twitter si se consideran personas "hartas del monopolio de la izquierda" o la "impunidad proetarra en los centros educativos".

En sus mensajes anuncian la celebración de reuniones -la última el pasado fin de semana- en la capital alavesa, aunque sin concretar hora y lugar en la que tendrán lugar los encuentros.

Estos casos no han pasado desapercibidos en la esfera política, donde la coalición soberanista EH Bildu ha registrado una propuesta en el Parlamento Vasco encaminada a demandar al Departamento de Seguridad una investigación para determinar hasta qué punto puede resultar peligrosa la proliferación de estos grupos.

En este mismo sentido surgió hace cerca de una década Sare Antifaxista, desde donde a modo de ejemplo alertan de que las agresiones homófobas "no solamente ocurren en Rusia, sino también en Euskal Herria". El portavoz de esta agrupación, Eduardo González, asegura que para comprobar la veracidad de las voces que avalan el resurgir del fascismo en el País Vasco solo es necesario echar la vista atrás unas pocas semanas para recordar el episodio en Donostia en el que un grupo de ultras "quiso homenajear a Amanecer Dorado", el partido nazi del que era simpatizante el individuo que hace dos meses acabó con la vida del cantante Pavlos Fyssas.

Desde la plataforma vasca advierten que la defensa del derecho a decidir en Catalunya o Euskadi también son dos de los objetivos que buscan frenar estos grupos ultra, que en Sare Antifaxista consideran beneficiados por acciones como la manifestación que se opuso en Madrid a la sentencia europea contraria a la doctrina Parot.

Apoyan este valoración en las imágenes que se captaron de la marcha, donde se apreciaban algunas banderas preconstitucionales y símbolos falangistas ligados al pasado, aunque también cada vez más a este convulso presente.