Vitoria. En las próximas semanas defenderá en el Parlamento Vasco una propuesta para que se investiguen los brotes fascistas en Euskadi, un asunto que según este joven de Aralar embarcado en el proyecto de Bildu no ha recibido hasta ahora la atención suficiente.
El altercado en Madrid durante la celebración de la Diada trasladó el fascismo a la primera línea mediática. ¿Fue un hecho aislado o un aviso a navegantes?
Después de que el PP alentara determinados conceptos políticos muy peligrosos ahora tiene un problema, tanto con el derecho democrático que tiene Catalunya a decidir como con los derechos humanos. Que exista una manifestación ultra, que se permita, en contra de los derechos humanos es algo que nunca se ha visto en Europa. Y encima, que se pretenda desde determinados grupos de víctimas el incumplimiento de esa sentencia europea, incluso si para ello hace falta que España deje de estar entre los firmantes de la Carta de los Derechos Humanos. Esa es la bestia que ha alimentado el PP y que ahora es incapaz de controlar. De ahí viene, por ejemplo, que se ilegalizara el Udazkenfest porque Maroto es incapaz de explicar cómo un alcalde del PP iba a permitir un concierto de solidaridad con los presos vascos.
Ha registrado una propuesta en el Parlamento Vasco en la que demanda la retirada de simbología fascista. ¿Será otra guerra de símbolos como las que ha habido con las banderas o las fotos de presos?
En ningún Estado europeo en el que hubo una dictadura fascista existen todavía reminiscencias y loas a esa época. Debería haber habido una política, sobre todo en educación, que hubiese hablado directamente y desde la verdad sobre cuál fue ese periodo fascista. El problema es que no se hizo en el pasado y tampoco se está haciendo en el presente. Eso no ayuda a que se recupere la dignidad de las víctimas. En el tema de las fotos de presos existía una ley y la hicieron cumplir; aquí también existe una ley, que es la de la Memoria, pero no la cumple nadie.
¿La imposición de objetivos a través de métodos violentos de ETA no entra dentro del fascismo?
Cuando en política se intenta igualar cualquier comportamiento violento siempre resulta peligroso. ETA ha sido una organización armada que ha cometido crímenes y que tiene detrás a una serie de víctimas, pero no se puede de ninguna manera equiparar al fascismo o a los grupos fascistas.
¿Por qué?
Porque el ideario fascista es absolutamente político, no es una cuestión de la utilización única de la violencia. Sociológicamente desde la derecha no hubo una ruptura con el régimen anterior y ese es el mayor de los problemas.
¿ETA no persigue un fin político como es la independencia?
De acuerdo, pero el fascismo no es simplemente la utilización política de la violencia. Es un Estado totalitario de derechas basado en unos pilares básicos. No es fascista simplemente por utilizar la violencia. El fascismo es el mayor aniquilador que ha habido en la historia de Europa después de la peste.
Se ha especializado en asuntos desligados de la primera línea mediática de la Cámara, como puede ser el fascismo, el FMI o la tragedia de Lampedusa. ¿Cómo afronta esta tarea?
Es cierto que la lupa está centrada en el monotema de la normalización y pacificación política, que es muy importante, pero muchas veces caemos en la búsqueda de esos temas para conseguir titulares, pero perdemos una perspectiva mucho más global. Padecemos las consecuencias de lo que se está decidiendo fuera de aquí, a nivel económico y a nivel social, pero parece que la única forma de actuación política que tenemos en el Parlamento Vasco es cómo gestionar lo que otros deciden.