vitoria. EH Bildu se desmarcó ayer del consenso parlamentario alcanzado por el resto de grupos para rechazar el ataque que sufrió la sede del PP en Donostia, que fue empapelada con emblemas favorables al acercamiento de presos mientras un grupo de personas profería gritos de fascistas. El suceso tuvo lugar el 4 de octubre, un día después de que en el propio Parlamento aforados del PP y EH Bildu protagonizaran un episodio que concluyó con el dirigente abertzale Hasier Arraiz amonestado por la presidenta por utilizar este mismo insulto ante el portavoz popular Borja Sémper.
Con este episodio en la memoria, la Cámara vasca fue ayer escenario de la brecha que aún separa a la bancada soberanista del resto del Legislativo autonómico en ciertos asuntos que suenan más a pasado que a presente. Frente a la oposición "firme e inequívoca" pactada por los demás grupos ante un acto de "intimidación", EH Bildu defendió que el suceso registrado el 4 de octubre frente a la sede popular "no fue más allá de la pegada de carteles y pegatinas".
Así se expresó el portavoz de la coalición en este asunto y secretario general del EA, Pello Urizar, quien para justificar la negativa de su grupo parlamentario recordó otros episodios, a su juicio, susceptibles de ser condenados por la Cámara, como fue la entrada en la sede de este partido en Bilbao en el marco de la operación contra Herrira. Bajo esta argumentación, EH Bildu propuso como texto alternativo a la enmienda consensuada por el resto del Parlamento un enunciado menos concreto en el que el "rechazo" abarcaba todas las expresiones que "vulneren los derechos humanos, tanto de un lado como de otro".
Las intervenciones restantes se alinearon en el discurso férreo contra los ataques a sedes de partidos políticos, con especial mención en el texto aprobado a las dependencias populares guipuzcoanas que protagonizan la iniciativa parlamentaria.
Pero más allá del dónde y el cuándo, este suceso sirvió a los diferentes portavoces para retomar el "recorrido" que desde las demás bancadas consideran que le falta a la izquierda abertzale y, por ende, a sus representantes en la Cámara vasca para completar con garantías su regreso a las instituciones vascas.
En este sentido, el dirigente jeltzale Joseba Egibar situó el ataque a la sede donostiarra como ejemplo de un "comportamiento del pasado no reciclado" para cuyo fin es necesaria una "labor pedagógica" que, según se extrae de las palabras del portavoz del PNV, debe recaer en la izquierda abertzale.
Con este objetivo dijo Egibar que su partido puso sobre la mesa la enmienda que finalmente fue suscrita por las demás fuerzas y en la que incluso se cuidaron detalles semánticos como evitar el verbo condenar y sustituirlo por el de rechazar, algo más tibio, para facilitar la entrada al consenso de EH Bildu.
fagocitados Pero la bancada liderada por Laura Mintegi mantuvo su voto contrario al consenso del resto de la institución y el debate, alimentado por la elección del portavoz en este asunto, derivó hacia el lugar que ocupan EA, Aralar y Alternatiba en el organigrama de la coalición soberanista.
Así, el dirigente socialista Rodolfo Ares valoró, después de recordar una vez más el rechazo a la violencia que recogen los estatutos de Sortu, que los aliados de la izquierda abertzale en su apuesta parlamentaria han "rebajado su exigencia" del pasado ante la banda armada. No fue el único en recordar al máximo responsable de EA las habituales condenas suscritas por este partido contra ETA y acciones de kale borroka en el pasado, al igual que lo hicieron con el líder de Alternatiba, Oskar Matute, cuando militaba en Ezker Batua, o con los dirigentes de Aralar que hoy pueblan la bancada soberanista que encabeza Mintegi.
La voz del PP en el Legislativo autonómico, Borja Sémper, puso nombre a estas críticas y afirmó que estas fuerzas han sido "fagocitadas" por la izquierda abertzale, "ésa que justificaba políticamente este tipo de acciones", en referencia al ataque a la sede de su partido en Gipuzkoa.