castellón. Tras casi diez años de instrucción, el juicio al expresidente de la Diputación de Castellón Carlos Fabra y otros cuatro imputados quedó ayer visto para sentencia tras el paso de cuatro peritos fiscales, más de 50 testigos y hasta un "hada" que causó amnesia a alguno de ellos, como dijo el abogado de la Unión de Consumidores de España, para destacar que hay una "amnesia colectiva" y nadie parecía recordar bien los hechos ocurridos entre 1999 y 2000.

Fue el pasado día 2 cuando una de las personas más influyentes de la política provincial de las últimas décadas, Carlos Fabra, que siempre defendió su inocencia en el también conocido como caso Naranjax, se sentó finalmente en el banquillo de los acusados. Lo hizo junto a su exesposa, Amparo Fernández, el empresario que le denunció en diciembre de 2003, Vicente Vilar, la exesposa de este, Monserrat Vives, y el exsenador del PP por Castellón Miguel Prim.

el mediador Fabra, también expresidente provincial del PP, se enfrentaba a 13 años de prisión por haber presuntamente utilizado su cargo para mediar ante diversas autoridades, entre ellas los ministerios de Agricultura y Sanidad, para conseguir la agilización de licencias para los productos que comercializaba el empresario Vilar.

Luego, el que era su amigo le denunció después por estos hechos y la Fiscalía Anticorrupción y la Abogacía del Estado se erigieron en acusación y pidieron penas por los delitos continuados de cohecho, tráfico de influencias y cuatro delitos contra la Hacienda Pública.

Los ex altos cargos del PP que declararon como testigos, entre ellos los exministros Jesús Posada y Celia Villalobos y el actual ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete negaron que Fabra mediara en favor de Vilar. Tan solo un empresario aseguró que entregó un anticipo de once millones de pesetas en metálico para que Fabra "agilizase los registros ".

En la sesión de ayer, la última de las diez, Fabra pronunció sus últimas palabras de agradecimiento a la sala y para "asumir" la exposición de su letrado, que reclamó su libre absolución.