Pamplona. No le falta razón a Miguel Sanz. Barcina tiene un problema. Sin apoyo parlamentario, obligada a suplicar un acuerdo a quien se lo rechazada una y otra vez, y sin margen para la iniciativa, el Debate sobre el estado de la Comunidad se convirtió en un suplicio para una presidenta que se mostró sola, sin iniciativa ni alternativa a la situación de bloqueo que vive su Gobierno. Ayer nuevamente a la defensiva y sin un plan claro de acción política, ni capacidad para llevarla a cabo.

Fueron más de 7 horas de debate, con hora y cuarto iniciales de discurso institucional, en las que la presidenta fue incapaz de verbalizar una propuesta concreta. Apenas la copia del acuerdo institucional que el Gobierno vasco y el PSE han alcanzado en una comunidad tantas veces denostada por UPN como la CAV, y que puso ayer como ejemplo de acción política ejemplar. Síntoma de la debilidad creciente de Barcina, incapaz de salir de la agonía política e institucional en la que cada día se hunde un poco más el Gobierno de Navarra, y viendo cómo uno por uno todos los portavoces de la oposición le instaban a disolver la Cámara y convocar nuevas elecciones para dar paso a una nueva legislatura en la que todo, Gobierno y oposición empiecen de cero.

Algo que Barcina rechazó. Una y otra vez. "Yo no voy a convocar elecciones porque he sido elegida para cuatro años", garatizó la presidenta, que retó a la oposición a convocar una moción de censura. "Formen un tripartito o un cuatripartito y gobiernen. Pero si no lo hacen, olvídense de torpedear al Gobierno", reclamó la presidenta a una mayoría parlamentaria que, con sus diferencias, ayer se mostró más alejada que nunca.

Es el perverso bucle dialéctico en el que ha entrado la política foral los últimos meses, y que ayer tuvo su mejor reflejo en el Parlamento. Una presidenta atrincherada en el Palacio de Navarra ante una mayoría de oposición incapaz de consensuar una alternativa. Lo que deja un bloque político e institucional que, sin elecciones ni moción de censura a la vista, amenaza con alargarse al menos dos años más.

El discurso de la presidenta Comenzó puntual la presidenta. Prácticamente al mismo tiempo en que la juez Mari Paz Benito anunciaba el archivo general de la causa por las dietas de Caja Navarra. Una decisión lógica tras la decisión del Tribunal Supremo, y que alivia de forma definitiva la que sin duda ha sido principal preocupación los últimos meses. No hubo sin embargo ninguna mención a Caja Navarra durante toda la intervención de la presidenta. Sí en cambio al "descrédito" que los "numerosos casos de corrupción" han generado en la política, y que planteó combatir con la reducción del Parlamento anunciada hace un año.

Fue en cualquier caso un discurso con más generalidades que concreciones, y en el que la presidenta huyó de cualquier atisbo de autocrítica para subrayar a base de datos que Navarra está mucho mejor que el resto del Estado. "Es sintomático que la peor queja a nuestra gestión de la Salud se dedique al servicio de cocina", ironizó la presidenta, que aseguró que el servicio "no se ha privatizado", sino que se ha "externalizado".

Dibujó así una comunidad "con los mejores servicios sociales de España", con la renta básica "más alta" del Estado, "a la cabeza" en los índices educativos y en la que los datos de empleo empiezan a mostrar una "tendencia" positiva de la situación económica. "Navarra sigue siendo una de las mejoresregiones españolas para vivir y para trabajar", proclamó la presidenta, que atribuyó "los buenos datos" ofrecidos a la tradición de acuerdos entre UPN y PSN.

súplica al PSN Emplazó por ello a los socialistas a no cruzar "la línea roja del nacionalismo", argumentado que "progreso" han sido los años de colaboración mutua "con sus altibajos, sus rupturas y sus reencuentros" y no "la manida palabra con la que algunos buscan etiquetarse". Sin renuncar al miedo al "modelo totalitario que ETA y Batasuna", y que según Barcina, se "impone" ya en algunos ayuntamientos navarros. Apeló así "al sentido de la responsabilidad, con mayúsculas", del PSN, a quien emplazó a reeditar en Navarra las medidas acordadas PNV y PSE en la CAV para dar estabilidad al Gobierno de Iñigo Urkullu, y que leyó una por una. "Si su respuesta es afirmativa, firmemos, hoy, aquí, ahora. Si su respuesta es un no, explíquenselo a los ciudadanos", retó Barcina, que en hasta nueve ocasiones se preguntó "por qué" no es posible. Pero la respuesta no fue satisfactoria. "No tiene credibilidad", replicó Roberto Jiménez, que sin citar de forma expresa la ruptura del pacto de Gobierno, calificó de "ejercicio de cinismo y un brindis al sol", y emplazó a la presidenta a convocar elecciones. Y quien ostenta el poder y no puede ejercerlo tiene un problema. Lo sabe Sanz, y preocupa en UPN.