Berlín. El Gobierno alemán descartó ayer que Angela Merkel vaya a imprimir cambios en la política europea si es reelegida canciller este domingo en las urnas: "Continuidad es la palabra clave", subrayó su portavoz, Steffen Seibert.
El Gobierno de Angela Merkel celebró ayer su última reunión antes de las elecciones generales del domingo, una sesión con aires de despedida por la debilidad de los socios liberales, que entraron en el Ejecutivo con un 14,6% de los votos y a los que ahora los sondeos sitúan en la cuerda floja del 5 %. "¿Despedida? No, no hubo despedidas. Fue una reunión de trabajo, como las anteriores", zanjó el portavoz del Gobierno, Steffen Seibert, en el turno regular tras el Consejo, a una pregunta sobre los presuntos adioses de la canciller a algunos miembros del Ejecutivo.
En la rueda de prensa celebrada tras la última reunión del Ejecutivo antes de los comicios, Seibert aseguró que no habrá "marcha atrás" en la política europea y rechazó así una información publicada por el diario económico Handelsblatt sobre la supuesta decepción de Merkel con la Comisión Europea y su eventual decisión de hacer amplias transferencias de competencias a Bruselas.
Merkel, subrayó el portavoz, apuesta por "más Europa" con el objetivo de lograr una estabilización duradera de la economía y de la unión monetaria.
Según explicó, ello no implica obligatoriamente nuevas transferencias de facultades a la Comisión; el objetivo es lograr un mayor compromiso y una coordinación más fuerte de los Estados miembros y Bruselas en favor de las reformas necesarias. Sobre la posibilidad de que en el futuro se devuelvan competencias a los Estados miembros, Seibert se remitió a una entrevista concedida por Merkel este verano en la que no lo descartaba.
ni despedidas, ni chistes Ni despedidas, ni chistes, ni ausencias -fuera de la del titular de Finanzas, Wolfgang Schäuble, quien cumplía ayer 71 años-, insistió Seibert, ante las recurrentes preguntas sobre los cuatro ministerios del Partido Liberal (FDP): Exteriores, Economía, Justicia y Sanidad. "No es tiempo de balances", añadió Seibert, amparado en que el Ejecutivo sigue con su trabajo más allá de los comicios del domingo, hasta que tome el relevo el equipo siguiente, sea de la misma constelación o con cualquier otro formato.
El único balance que emitió Seibert fue estadístico: 491 leyes aprobadas y 158 consejos de ministros, de ellos 144 presididos por Merkel y el resto por uno de sus vicecancilleres -el titular de Exteriores, Guido Westerwelle, o del de Economía, Philipp Rosler, ambos liberales.
Ha sido un equipo repetidamente definido como el más "integrador" de la historia alemana: una canciller crecida en el Este, un titular de Exteriores homosexual, el de Finanzas en silla de ruedas y el de Economía nacido en Vietnam, adoptado de niño por una pareja alemana No hubo despedidas ni chistes, a decir de Seibert, sino que se trabajó y se aprobó la introducción de un salario mínimo para dos sectores -limpieza de edificios y picapedreros- con lo que asciende ya a doce el número de ramas profesionales donde existe esa fórmula.
La implantación de un salario mínimo interprofesional es uno de los caballos de batalla de la oposición, que reivindica su necesidad ante la creciente precariedad del mercado laboral alemán.
Merkel lo ha rechazado hasta ahora, en parte por el no cerrado de los liberales, uno de los múltiples disensos en una coalición que ya en su arranque demostró iba a ser menos armoniosa de lo que cabía suponer, siendo teóricos socios naturales. El FDP se convirtió en aliado de Merkel tras lograr en 2009 el mejor resultado de su historia, lo que posibilitó a la canciller liberarse de los socialdemócratas con los que había gobernado.